El jueves 28 llegamos a París. Ya en Grecia había empezado, por así decirlo, la última etapa del viaje, durante la cual (con alguna interrupción para ir a Rusia), viajaremos por nuestra cuenta para conocer Europa. Pero si queremos ser un tanto más estrictos, fue el último día en Francia, al subirnos a la camioneta que alquilamos, cuando realmente comenzó el último tramo, el de los viajes en ruta, los campings y los almuerzos en parkings.
Volvamos por un rato a Francia, o mejor dicho París, la ciudad luz y única que visitamos en tierras galas. Alquilamos un apartamento para tres, éramos cinco, dormíamos seis, y la última noche nos acomodamos siendo diez. Ahorro que le llaman.
Y ahorro también fue el agua, que compramos a un euro los nueve litros (un saludo para Salus), los refuerzos de salame y queso, y el resto de comida con la que aprovisionamos el depto. Es que aquello de que en el viejo continente todo iba a ser más caro, no ha sido tal, al menos hasta ahora.
¿Que qué vimos en París? Lo que usted ya supone: la torre Eiffel, el arco del triunfo, el museo del Louvre, palacio de Versalles, Notre Dame por arribita, y alguna que otra cosa. Podemos decir que ha sido, de momento, de las ciudades más lindas del viaje. ¿Si pagamos por entrar a dichos sitios? Claro que no, como periodistas que somos (foto) tenemos derecho a ahorrarnos las decenas de euros que se abonan por entrada.
En cuanto a los personajes que circundaban dichos monumentos, vale mencionar dos clases. En primer lugar, estaba plagado de jugadores de mosqueta. No conocemos el mecanismo de este juego en Uruguay, pero en París era más o menos como procedo a explicar. Seis o siete personas rodeaban al jefe, apostaban, ganaban, perdían, actuaban (mal), pagaban, cobraban, etc. Absolutamente el 100% de las veces alguien con dos dedos de frente sabía dónde quedaba la pelotita, o sea, no precisaban ninguna habilidad para esconderla, para que no quedara en ninguno de los vasitos, o cualquier otro estratagema que un montevideano pueda suponer. No, acá era mucho más fácil. Cuando algún desprevenido iba y apostaba cincuenta euros, todos los cómplices rodeaban la mesa, y el jefe tiraba la pelota, la cambiaba, o hacía lo que se le cantaba, ya que nadie podía ver. Increíblemente funcionaba.
La segunda clase de personajes, son los colgadores de candados. Por ahí, no recordamos bien dónde, había un puente. Y un buen día, alguien pensó que si enganchaba un candado con su nombre y el de su amada, tirando la llave al río, el idilio duraría por siempre, ya que nadie encontraría la manera de abrir la cerradura. Curiosamente, de los miles de candados, al menos un centenar se abría con una combinación numérica, por las dudas que alguno se arrepienta. Y lo que es peor, una vez por mes el gobierno los rompe y los tira todos, ya que es imposible que el puente soporte el peso de tanto metal.
Como característica llamativa de París hay que mencionar el alto porcentaje de morenos elementos que circundan la ciudad (un saludo para washy), el cual habla a las claras de que Francia es como su selección de fútbol: varios Henry, Makelele, Anelka, algún Zidane y muy pocos Petit. Y si del deporte rey hablamos, las pocas conversaciones que tuvimos al respecto con los lugareños (solamente una, con un hincha del Marsella) nos dejaron bien en claro que el Enzo dejó su huella bien marcada.
Si hasta hubo tiempo el último sábado de julio, para llamar a la 810, y ganar el enésimo preguntín. Nos indigna un poco el hecho de que Reyes haya tomado la decisión unilateral de dejar el premio desierto, mas no nos sorprende.
Bueno y el martes 2 arrancamos para Luxemburgo. Tempranito cosa de poder irnos enseguida para Bélgica. No es que no fuera lindo, pero no había mucha cosa para hacer. Solamente algunos castillos, un poco de bosque y muy lindos paisajes. No mucho más, con lo que lograríamos la friolera de tres países en un día.
¿Y en Bélgica? Tampoco mucha cosa. En Bruselas por ejemplo, lo más curioso es una escultura de un niño meando una fuente. Y en Brujas hay un museo de la papa frita. Está todo dicho.
Sirvió sí, el país de Preud´homme, para entrevistar a los belgas acerca del campeonato del mundo que lograron en 1920. Lamentablemente ni uno solo tenía conocimiento de ello, lo cual desprestigia un tanto esas cuatro estrellas que tiene la (gloriosa) celeste sobre su escudo.
También fue auspicioso el comienzo de las carpas. Dormimos dos noches, una sola fuimos al camping, y no pagamos ninguna. Así cualquiera.
Ahora vamos en viaje hacia Rotterdam, luego de haber mandado mails a asociaciones de periodistas para garronear entradas, y con la esperanza intacta de entrar en la conferencia de prensa y hacerle alguna pregunta al Nico Lodeiro.
En el auto estamos el popular Gonza (ver Malasia y el intruso en el cuarto), Bruno (el desubicado que gritó peñarol peñarol al ganar el pregu), Matías (entrevistado de Reyes en ALP por estar ocho partidos suspendido en La Liga), Bocha (el desenfrenado que abrazaba al tipo en bolas en la entrada anterior), y un servidor.
Si esto no merece un porongazo, yo me pregunto, qué lo merece.
10 comentarios:
Estimado, cuántos recuerdos me trajo tu descripción de París.
Agua barata, quesos espectaculares baratos, comer en el pasto de alguna plaza con terrible vino y una baguette..... creme brulée....
Si te parecía exagerado lo de los candados en la ciudad luz, si pasás por el Ponte Vecchio de Florencia te vas a preguntar cómo no se vino abajo aún por el peso de los candaditos.
Y por supuesto va mi poronga.
Con esta columna te redimiste de las anteriores. Va la poronga.
(Adriana ta puteando por lo poco que estuviste en Brujas).
No sabía lo de los candaditos, qué linda tradición! Y si hay algo que les gusta a los europeos son las esculturas y monumentos raros, en un pueblito en las afueras de París hay una rotonda coronada por un broche gigante (como los que se usan para colgar la ropa). Sale poronga!
Yo también la puse.
Ahí en el Ponte Vecchio también hay cantarola y personajes de las carnestolendas?
te pongo mi poronga semanal, cuidate, no robes mucho.
El Ponte Vecchio ya no es lo que era, le quedan unos poquitos candados.
Se ve que los tanos no quieren correr el riesgo de que todos esos anillitos y collarcitos de oro se les vaya al fondo del rio.
gracias a todos por los comentarios vertidos. inter: en español en lo posible
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