Lo sabe usted muy bien: Uruguay goleó a
Colombia y cerró el primer microciclo eliminatorio en lo más alto de la tabla,
algo que nunca nos había pasado y que no estamos seguros de saber digerir del
todo. A continuación, algunas claves para comprender esa extraña sensación de
estar en esa posición que nos suele resultar tan incómoda como ajena: la
primera.
“Ahora hay que
cuidarnos de cualquier ambiente de euforia y seguir con lo mismo” manifestó
Oscar Washington Tabárez cuando aún no habíamos terminado de gritar, presos de
la incredulidad, los golazos de Rolan y La Joya, los delanteros que han sido
llamados a tapar los agujeros dejados por las suspensiones de Suárez y Cavani.
Es que Tabárez ya la vivió, sabe que los mismos que horas antes del partido con
Bolivia esperaban un traspié para caerle con todo dada su tozudez de no
convocar a Porras y Alonso (tal como ayer le pidieron, con idéntico éxito, a
Recoba, Pacheco y O. J. Morales, entre otros), son los mismos que hoy destacan su
“excelente lectura del partido”, y ese “planteo inteligente de presionar a
Colombia en terreno rival”.
Tabárez sabe que en el
fútbol, la palabra final la tienen los jugadores. Con idéntico planteo y
lectura, si el primer chumbazo boliviano en lugar de irse a las chapas se
colaba en el ángulo, o si el cabezazo de Godín hubiese terminado en las manos
del arquero, y el sombrerito de Rolan se hubiese ido por encima del travesaño y
el zurdazo de Hernández hubiera pegado en la parte exterior de la red (cosas
todas más que probables y hasta esperables, sobre todo las dos últimas), los
mismos periodistas que hoy le levantan monumentos al Maestro querido, estarían
hablando de un planteo demasiado osado del Señor Tabárez ante un rival superior
en lo técnico.
Tabárez ya estuvo ahí. Sabe que al menos hasta
que regrese Suárez y Uruguay vuelva a ser capaz de desnivelar un partido por
efecto exclusivo de su individualidad más influyente, la suerte celeste depende
de que el equipo se sacrifique y juegue bien. Y en un equipo solidario como el
nuestro, la concentración es vital. Y la euforia, la autocomplacencia y el
exceso de confianza son sus principales enemigos.
Idas y vueltas
Con la misma liviandad
que allá por 2012, y tras algunos resultados negativos, buena parte de la
opinión pública salió a pedir la cabeza del entrenador, proceso que vivió su
reedición hace pocos meses tras la Copa América en la que el equipo no encontró
su mejor forma, ahora el pueblo oriental le rinde pleitesía al sabio maestro,
héroe de mil batallas, que en los peores momentos se las ingenia para cerrarle
la boca (o el esfínter, por utilizar terminología del recordado Pichón Núñez)[1]
a todo aquel que ha osado sugerir su dimisión.
Hace 4 años nos pasó
algo similar: tras la clásica victoria inicial ante Bolivia y un casi triunfo ante
Paraguay en Asunción (una Paraguay que venía de clasificar a cuatro Mundiales
consecutivos), le metimos cuatro a Chile (bueno, Suárez le metió) y ahí lisa y
llanamente “nos la creímos”. Es que tras ese empate ante los guaraníes, la
Celeste alcanzó la primera posición, que obviamente mantuvo tras golear a la
Roja e incluso no perdió tras tener fecha libre en la cuarta fecha. Dicho de
otro modo: Uruguay cerró 2011, año en el que además se quedó con la Copa
América, en la primera posición de las Eliminatorias del Mundial que se jugaría
del otro lado del Chuy. “Esta vez sí que vamos a clasificar sin sufrir”,
coincidía el pueblo.
Pero el pueblo a veces
se equivoca: arrancó 2012 y casi fue el fin de nuestro mundo ideal, con empate
ante Venezuela que nos mandó a la tercera posición y laborioso triunfo ante
Perú con el que subimos al segundo puesto, justo antes de que se produjera la
hecatombe: nos comimos 4 con Colombia, empatamos con Ecuador en el Estadio, nos
comimos 3 con Argentina y cerramos el año comiéndonos otros 4 con Bolivia (¡con
Bo-li-via!)
Ya en 2013 empatamos
con Paraguay y perdimos bien con Chile. En un año caímos de la eufórica primera
posición a la… ¡séptima! Pasamos de hacer 7 de los primeros 9 puntos, a hacer 5
de los siguientes 18.
¿Cómo no ser cauteloso
ahora que la vida parece volver a sonreírnos?
Antes y después
En los últimos días,
varias voces se alzaron clamando que de acá a un tiempo, el fútbol uruguayo se
medirá en términos de “antes y después de Tabárez” (AT y –curiosamente– DT)[2].
Yendo un poco más
allá, en momentos en los que la interna del partido de gobierno no atraviesa su
mejor momento, y la popularidad del presidente ha descendido más allá de lo
esperable, Tabárez se ha convertido –una vez más, y como hace 5 años, cuando el
gobierno de Mujica daba sus primeros pasos– en el mejor representante que
nuestra marca país se puede permitir. Tanto dentro como fuera de fronteras.
Si asumimos que tras
el cambio de administración, nuestros futbolistas han vuelto a ser nuestros
principales embajadores, a un empresario extranjero interesado en invertir en
Uruguay le será más sencillo confiar en un país capaz de forjar un equipo tan
solidario y que, consciente de sus propias debilidades, consigue salir airoso
de dos partidos durísimos con armas nobles y sin dar una sola patada o gesto
antideportivo. Al menos, será un escenario más proclive a la inversión que el
de hace catorce años, cuando los australianos fueron recibidos con escupitajos,
o el de hace diez, cuando el túnel de ingreso al Centenario se convertía en un
ring donde los nuestros, a falta de otros argumentos, despertaban el orgullo
del director técnico del momento mediante la agresión directa al rival.
¿Verdad que cuando la
selección gana el país nos resulta un mejor lugar para vivir? Con el gol de
Godín, bajó el dólar. Con el de Rolan, se agilizó el tráfico en el Corredor
Garzón. Con el de Abel, nos pareció una buena idea que Bonomi presentara un
libro sobre él mismo.
Sin embargo, y pese a
que resulta innegable que Tabárez es el entrenador más importante de la era
moderna de la selección, tengo un matiz: su acción ha modificado radicalmente a
toda la estructura de las selecciones nacionales, hace más de un lustro que nos
sentimos realmente orgullosos de nuestra selección porque nada nos gusta más
que sentirnos respetados por los rivales sin intuir que lo hacen por lástima o
tradición, tal como pasaba hasta no hace tanto. Pero nuestro fútbol uruguayo,
el de sábados y domingos, no ha logrado estar a la altura.
Seguimos teniendo
demasiada selección para el fútbol local que tenemos, y tarde o temprano, la
diferencia tendrá que resolverse, en un sentido o el otro. De momento, y por
unos años más, todavía tendremos chances de nivelar hacia arriba.
[1] Pichón Núñez, por entones entrenador de la selección uruguaya, dijo allá
por 1996 algo así como que si tenía que agrandarse el esfínter por la
selección, lo iba a hacer. No confundir con el psiquiatra suizoargentino
Pichón-Riviére. Y no confundir “suizoargentino” con la clínica donde nacen los
bebés de los famosos porteños.
[2] El texto sagrado de la “Iglesia OWT” dirá que el Mesías hizo una primera
aparición en 1988 pero no le fue bien y el pueblo terminó exigiendo la llegada
del profeta Cubilla y sus discípulos con hambre. En 2006 el elegido volvió y
pudo desarrollar sus enseñanzas a partir de la decisión del Arcángel Eugenio. Actualmente
transitamos el año 9 DT.
7 comentarios:
Felicitaciones, es excelente. Después lo leo...
estén atentos a la participación descollante de carles en la próxima campaña de antel.
Me genera mucha incomodidad este espectacular arranque. Me gustaría que O.W. fuera un poco más ofensivo en los partidos. Lo fuimos contra Colombia, es cierto, pero parece ser que está en su génesis el meterse atrás y no me gusta. Contra Inglatera en el mundial fue un claro ejemplo aunque nos haya salvado Suárez. Si proponemos podemos, decíselo de mi parte. Gracias.
Interesante análisis.
Bien Reyes.
Gracias, chicos.
Permiso..
Buena lectura.
Resulta impensado el extremismo uruguayo de "faltan 7 partidos para ser campeones" o "que se vallan todos, que Castillo quede solo"
Pero esta* 3ra eliminatoria del proceso la tenemos que llevar con mayor maduréz, con el objetivo puesto en GANAR de local y NO PERDER de visitante. Y juntar firmas para que agarre Celso, un tipo que no la duerme con los cambios...
Le duela al parodismo deportivo o no, "el camino (del proceso) es la recompensa"
Gran análisis!!! Precioso todo
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