Mis primeras armas

Sigo con la dieta a rajatabla, pero eso ya no le interesa a nadie. Eso no vende, diría Vilar mientras pone imágenes de un motociclista accidentado. Por eso, he resuelto dedicarme profesionalmente a la fotografía, luego de memorizarme el blog de Perezvila. Y como salgo más bien poco, y por miedo a que me roben la cámara, he decidido fotografiar mi entorno.

He estado experimentando con fotos con poca luz. Aquí les muestro tres intentos, con la luna como protagonista. En la primera, amén de la casa del comunista de mi tío Raúl, la luna parece un foco casi tan potente como el de la casa del vecino. Si se fijan, una delgada línea roja bajo el pabellón zurdo es fiel testimonio del pasaje de una hondita cincuenta, tripulada por un ávido consumidor de sustancias.

En la segunda muestra, seguramente la menos expresiva de las tres, la luna aparece como atravesada por la reja oportunamente construida por el popular "Cacho", un señor barbudo muy amable. Más que nada la incluí para que adivinen la forma del astro reina, idéntica a la de la foto 3.

Con ustedes, la foto 3. En realidad, saqué unas 57 más o menos iguales, buscando que en algún momento uno de los murciélagos que pululan por la zona quisiera explicarme cómo se producen los eclipses, para así darme una suerte de batiseñal natural. Naturalmente, no tuve suerte. Pero quedé contento con captar un par de cráteres, similares a los que Hierro López esconde tras su tupida barba.