Ayer un colega –obviamente me refiero a un pequeñoempresario del rubro almacén minorista, y no a un detective negro símbolo sexual como yo, al estilo Will Smith o Cuba Gooding Jr- me dijo: “El problema de la gente es que no tienen idea de para qué estamos acá, atrás del mostrador. Se creen o que es porque nos gusta, o porque les servimos, o porque nos gusta servirles. Son unos soretes. Estamos acá porque nos pareció una buena forma de ganar plata.”
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Y ahí me puse a pensar si eso era por lo que yo estaba ahí, atrás del mostrador. ¿O había otra cosa? Ahí mismo me compré una porción de budín de pan y me fui a abrir el turno de la tarde.
Y ahí me puse a pensar si eso era por lo que yo estaba ahí, atrás del mostrador. ¿O había otra cosa? Ahí mismo me compré una porción de budín de pan y me fui a abrir el turno de la tarde.
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Entre cortada de jamón y recarga de celular empecé a desandar los pasos que me trajeron a este lugar, que convengamos: ni muy muy, ni tan tan.
Entre cortada de jamón y recarga de celular empecé a desandar los pasos que me trajeron a este lugar, que convengamos: ni muy muy, ni tan tan.
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Llegué a 1998, donde me fundo, me fundo en serio. Y estaba un poco quemado ya como actor, así que lo que conseguí fue promocionar un producto del que ya ni me acuerdo y era tan desgraciado en esa época que ni me pagaron. Les hice un juicio y se los gané. Me dieron unos dólares y creí que me había cambiado la pisada, así que me dediqué a la música.
Llegué a 1998, donde me fundo, me fundo en serio. Y estaba un poco quemado ya como actor, así que lo que conseguí fue promocionar un producto del que ya ni me acuerdo y era tan desgraciado en esa época que ni me pagaron. Les hice un juicio y se los gané. Me dieron unos dólares y creí que me había cambiado la pisada, así que me dediqué a la música.
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Me fue como el culo. Y no sé porqué. A mi hasta el día de hoy me gustó lo que hacía. Pero por las dudas me tome los vientos. Y llegué a acá, pero por supuesto, antes viví un tiempo en la Argentina, no me acuerdo quién era presidente, sólo sabía que era peronista. Luego acá en Uruguay me enteré que todos los presidentes ahí son peronistas, y que son todos chorros y una patota; pero a mi me pareció una gente de lo más linda de tratar.
Me fue como el culo. Y no sé porqué. A mi hasta el día de hoy me gustó lo que hacía. Pero por las dudas me tome los vientos. Y llegué a acá, pero por supuesto, antes viví un tiempo en la Argentina, no me acuerdo quién era presidente, sólo sabía que era peronista. Luego acá en Uruguay me enteré que todos los presidentes ahí son peronistas, y que son todos chorros y una patota; pero a mi me pareció una gente de lo más linda de tratar.
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Volviendo, me vine acá huyendo del peronismo. Y casi no me quedaban dólares, y se estaba devaluando y yo ya no sabía como vestirme a la moda. Había tocado fondo.
Volviendo, me vine acá huyendo del peronismo. Y casi no me quedaban dólares, y se estaba devaluando y yo ya no sabía como vestirme a la moda. Había tocado fondo.
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Deambulando por la noche, serían 11 y media más o menos quise comer un hot dog así que entré en el único comercio que encontré y la doña me dijo que ahí había panchos o chorizo colorado; ahhhh, me acuerdo como si fuera hoy, me enamoré del chorizo y lo compré con una flauta. Al otro día decidí volver al comercio, y la dueña estaba llorando, desconsolada. Le habían cortado el crédito en la Pilsen, ¡y era diciembre! Llorando me dijo que eran unos 400 dólares lo que debía, y que si no podía vender cerveza iba a tener que cerrar. Un gringo despierto, ahí mismo le compra el local. Yo no. Sólo pensaba que si ese comercio cerraba yo me quedaba sin mi embutido. Le presté la plata a cambio de fiado para comprar; la vieja me dijo que “vicios no fiaba”, me di cuenta que no tenía ni idea de quién era yo. Y luego me di cuenta que nadie tenía idea. Me hice habitué del almacén y me rebusqué un poco. A los meses la vieja se pianta. Había sacado 220.000 pesos en una raspadita y se le reventó el bobo.
Deambulando por la noche, serían 11 y media más o menos quise comer un hot dog así que entré en el único comercio que encontré y la doña me dijo que ahí había panchos o chorizo colorado; ahhhh, me acuerdo como si fuera hoy, me enamoré del chorizo y lo compré con una flauta. Al otro día decidí volver al comercio, y la dueña estaba llorando, desconsolada. Le habían cortado el crédito en la Pilsen, ¡y era diciembre! Llorando me dijo que eran unos 400 dólares lo que debía, y que si no podía vender cerveza iba a tener que cerrar. Un gringo despierto, ahí mismo le compra el local. Yo no. Sólo pensaba que si ese comercio cerraba yo me quedaba sin mi embutido. Le presté la plata a cambio de fiado para comprar; la vieja me dijo que “vicios no fiaba”, me di cuenta que no tenía ni idea de quién era yo. Y luego me di cuenta que nadie tenía idea. Me hice habitué del almacén y me rebusqué un poco. A los meses la vieja se pianta. Había sacado 220.000 pesos en una raspadita y se le reventó el bobo.
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¡Me dejó el almacén a mí! Puso en el testamento que el hijo fue un vago toda la vida esperando heredar el almacén y que por eso no se lo dejaba; para que trabaje. El hijo tenía 32 años, pobre. Y puso que yo era un hombre que la segunda vez que la vi le di la alegría más grande de su vida y que por eso lo que ella había vivido desde ese día me lo debía a mi.
¡Me dejó el almacén a mí! Puso en el testamento que el hijo fue un vago toda la vida esperando heredar el almacén y que por eso no se lo dejaba; para que trabaje. El hijo tenía 32 años, pobre. Y puso que yo era un hombre que la segunda vez que la vi le di la alegría más grande de su vida y que por eso lo que ella había vivido desde ese día me lo debía a mi.
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Me cagué hasta las patas. Pero contraté al hijo y me puse de este lado del mostrador. Hoy soy feliz, y me gusta servirle a mis clientes. Porque en ese ratito son míos. Así que yo estoy de este lado porque siento que voy subiendo, y quizás como la vieja termine en el cielo.
Me cagué hasta las patas. Pero contraté al hijo y me puse de este lado del mostrador. Hoy soy feliz, y me gusta servirle a mis clientes. Porque en ese ratito son míos. Así que yo estoy de este lado porque siento que voy subiendo, y quizás como la vieja termine en el cielo.
12 comentarios:
Te ganaste el cielo negro. Esta columna está buenísima. Las vueltas que dá la vida
Que grande Philip. Yo leo tu columna y me encanta!
Que gran historia...
me alegro que la clientela esté satisfecha
ojo con el chorizo que crea adicción
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Pará, Álvaro... bastante que le puso etiqueta solito. Todo un avance.
Buena columna, Philip, como siempre.
Buena Philip, conmovedora historia?
Tenés atrás del mostrador un cuadro con la foto del primer chorizo que te comiste??
Excelente historia...
En el 98, acá en Argentina, estaba robandonos Menem... ¡lo bien que hiciste en escapar!
¡Qué historia de vida, Philip Michael...!!!
Te imagino haciendo las cuentas en los márgenes blancos de las hojas de diario, y me emociono hasta las lágrimas...
Andal, tu docente palabra es un bálsamo para mi. Las cuentas en esta época las hago en el reverso de las listas de votación
que bello collage de imágenes:las manos llenas de grasa de jamon y despachando tarjetas de movicom;la vieja llorando y vos babeándote por el chorizo colorado;vos de patron del boliche y el verdadero dueño corriendo a subsistencias para hacerte un surtido pal almacen.Todo muy lindo.Una duda,el primer chori a la flauta te lo comiste con los pantaloncitos pinzados y la camisa amaracada esa que usabas cuando te curtías al Don? esa si que es una linda imagen
¡Así me gusta, que reutilices y recicles! (La de libretitas para poner al lado del teléfono que habré hecho después de integrar comisiones receptoras de votos...)
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