Ahijuna con el profesionalismo

Al contrario de lo que piensan los dirigentes de los cuadros grandes y los empresarios periodísticos deportivos más florecientes –dos entidades nada antagónicas- la gran carencia que tiene nuestro fútbol de equipos que le planteen una competencia dura a Peñarol y Nacional, lejos de ser una panacea los achancha, les impide llegar en mejor forma a los campeonatos internacionales y le resta atractivo a la actividad doméstica, lo que redunda en menores recaudaciones. Si hubiera –digamos- tres o cuatro cuadros chicos que casi todos los años estuvieran peleando arriba, con buenos planteles y con hinchadas capaces de llenar una cabecera por lo menos en el Monumento Histórico del Parque Batlle, bolsos y aurinegros recaudarían más y rendirían mejor.

Hay países europeos que son buenos ejemplos de ligas muy poco competitivas, donde siempre gana el mismo pero que no trasciende a nivel continental (Escocia; Grecia; las ignotas de Noruega, Letonia y Moldavia). Alemania va en camino con el Bayern Munich de Pep y por eso la Bundesliga del país campeón del mundo interesa a tan poca gente.

Mucha gente ha sostenido –no sin razón- que ciudades grandes como Barcelona o Roma sólo tienen dos equipos, por no decir que Berlin o Paris uno sólo, mientras que nuestra Montevideo alberga 24 cuadros supuestamente profesionales (afirmación de la AUF, yo no me hago responsable) en sus dos divisionales principales. Como se ha dicho anteriormente en esta columna, si somos poquitos en el paisito y, encima, casi todos son hinchas de sólo dos instituciones, está bravo para hacer una liga medianamente seria.

Durante el siglo XX el Campeonato Uruguayo era en realidad la liga montevideana. En 1999 se hizo realidad el primer intento de incorporar cuadros del interior, medio por decreto, más bien alrededor de los estadios refaccionados para la última Copa América, pagados como si fueran mundialistas y ya tan obsoletos, como si ídem. Quince años después, la experiencia indica que, pese a la muy discutible ampliación de cupos en la Primera División, apenas llegamos a dos o tres equipos “integrados”, generalmente peleando de mitad de tabla para abajo y tan desfinanciados como el más montevideano.

¿Qué tipo de institución de tierra adentro tendría que integrarse?. Se ha probado con cuadros que representen a todo el departamento y se han fundido (Paysandú, Salto, Durazno, Dep. Colonia) o andan en eso (Tacuarembó, Cerro Largo). El “boom” de Rocha y su vaca duró hasta que se fue Pedro Cardoso (*), su estrella. Por su parte, los equipos previamente existentes tienen la ventaja de que ya cuentan con su hinchada pero también con la contra –que se traduce en inasistencia e indiferencia- de los demás y su panorama no es mucho mejor.     

Si bien el país es cortito y no hay distancias grandes, tampoco hay muchas ciudades populosas como para que sea fácil juntar dos o tres miles de aficionados. Una curiosa variante son los equipos capitalinos que han preferido alquilar un estadio de tierra adentro ya que no lo tienen en Montevideo (El Tanque, Boston River) o está en condiciones taperiles (Sud América), realizando una especie de integración al revés. El razonamiento no parece tan malo: para que vayan pocos acá, mejor que vaya la misma cantidad allá donde no tengo competencia y capaz que me sale más barato.

Tampoco le pidamos a esa actividad tan curiosamente organizada que llamamos fútbol profesional uruguayo lo que no hacemos como país. Si las únicas fuentes de trabajo que imaginamos para nuestro despoblado y empobrecido interior son a costa de agujerearles los pisos y arruinarles los ríos, mal podríamos creer que la AUF conseguiría una liga verdaderamente integrada en toda la república.

(*) Yo había escrito "González" y mi jefe Reyes me lo corrigió correctamente, como siempre. El error mío es por la costumbre que tiene Pedro de no usar apellido. 

Publicado en Brecha el 07/11/14