Ya no va tranquila

Con la anuencia del señor director, me dispongo a inaugurar un espacio de crítica cinematográfica, buscando llenar un vacío de nuestro bienaventurado blog. Conociéndome, no sé cuánto tardaré en volver a aburrirlos con mis asuntos personales. Pero mientras tanto, veremos qué sale. Para debutar, escogí "Música en Espera", más que nada porque la vi a 20 pei en la feria. Ojalá la disfruten.

La historia es más bien simple: una empleada de banco mal llevada y embarazada (una Natalia Oreiro con una panza casi tan falsa como unos RayBan comprados en Piedras Blancas), recibe la visita indeseada de su insorporatable madre (una Norma Aleandro imitando a la conductora del Juego de la Vida, sin éxito), quien tiene la intención de conocer a su virtual yerno. Y digo virtual, porque parece que el hombre puso la semillita y no quiso hacerse cargo.

Apurada por las exigencias, dice "éste es mi novio", y señala a un pobre tipo, Diego Peretti, que ya venía de trabajar con una Peleritti embarazada hace un par de años, y que ahora encarna a un músico de pacotilla agobiado por las necesidades. Calculo que los productores leen el guión, leen "soltera embarazada con padre que no se hace cargo" y lo llaman al Diego.

Ya sé lo que está pensando usted: "esto no es una crítica, no me habla de los recursos expresivos ni del buen uso de la elipsis. El muy hijo de puta me está contando la película". Y tendrá toda la razón. Por eso no ahondaré en los motivos que llevan a Peretti a estar en la oficina de Natalia Oreiro justo cuando llega Aleandro, ni mucho menos por qué aceptará hacerse pasar por su pareja sin mediar guita de por medio (valga la redundancia).

Me limito a prevenirlo: busque el significado de la palabra "guarripanda" antes de ver esta nueva exhibición del más genuino cine liviano y peronista, ese en el que los buenos ganan y los malos tienen roles de reparto.