Días atrás, la
polémica volvió a rozar a los árbitros uruguayos, luego de que el futbolista de
Liverpool Javier Ernesto Chevantón fuera expulsado a instancias de un
asistente, al que le dijo algo que para algunos es un insulto, para otros una
falta de respeto y para otros apenas una frase propia del argot del balompié,
de esas que se escuchan normalmente en nuestras desparejas canchas. La anécdota
nos invita a indagar en la siempre problemática relación entre hombres de negro
y hombres de número en la espalda.
Publicado en Brecha, 21-02-14.
Para quienes se limitaron a ver el resumen de goles de la
tercera fecha del Campeonato Clausura, vale relatar la jugada: el pasado
sábado, cuando se jugaban apenas 8 minutos del encuentro Danubio - Liverpool en
Jardines del Hipódromo, el árbitro Christian Ferreyra expulsó del campo a
Chevantón a instancias del árbitro asistente Carlos Changala, quien denunció un
insulto del ex centrodelantero de Lecce.
El experimentado ariete se encargó de aclarar vía twitter y
ante cuanto micrófono se le puso por delante que lo que dijo fue "no
jodas, no rompás los huevos", luego de que Changala "marcara"
(recordemos que los líneas señalan o marcan pero no sancionan) un presunto
empujón del futbolista[i].
Si bien la frase podría traducirse simplemente como
"no seas malo", también es cierto que el colegiado tiene derecho a
haberse sentido ofendido o violentado por dichas palabras. Convengamos en que
uno no le dice "no jodas, no rompás los huevos" al jefe de la
corporación en la que trabaja, ni al agente del orden que le acaba de pedir
documentos, ni al inspector de tránsito que le está tomando el examen de
conducir.
El problema -creo yo- radica en que la relación vertical que
se da entre empleado y jefe, entre estudiante y docente, y entre civil y
policía, se diluye dentro de la cancha de fútbol. Muchos árbitros han
desarrollado un vínculo cuasi horizontal con los futbolistas, al extremo de que
no son pocos los casos de hombres de negro que intercambian sonrisas, caricias
e insultos con los jugadores (preferentemente con los más veteranos) sin que
nadie ponga el grito en el cielo.
Del mismo modo que nos llama la atención que una misma
patada pueda merecer una roja, una amarilla o un "siga siga"
dependiendo del árbitro y hasta del contexto, deberíamos poner atención en
estudiar cuándo la mención de la palabra "huevos" es digna de
expulsión y cuándo no lo es tanto.
El frío reglamento
La página 40 de las Reglas
de Juego de la FIFA 2013/2014 establece que, entre las infracciones
sancionables con una expulsión, figura el "emplear lenguaje ofensivo,
grosero u obsceno y/o gestos de la misma naturaleza". Amparado en esta
norma, Changala podrá aducir que términos "jodas" o
"huevos" son de clara naturaleza grosera, y nadie podrá reclamarle
gran cosa. Seguramente Changala creció en una sociedad donde si uno decía
"jodas" en el aula escolar, era enviado a la dirección.
Claro que, hecha le ley, hecha la trampa. La regla parece
apuntar más a la forma que al contenido, más a la naturaleza de las palabras
que a su significado. De esta forma, de haber dicho "¡pero qué
contrariedad! Me cuesta creer que haya visto empujón de mi parte en esta
incidencia", probablemente Chevantón no hubiera sido denunciado. Porque el
reglamento habla de "lenguaje ofensivo" y no de "intención manifiesta
de ofender".
Técnicamente, los árbitros no tendrían elementos para
sancionar al futbolista que se dirigiera de las siguientes maneras:
·
"Cúmpleme
informar que eso no fue infracción, señor. Aprovecho la oportunidad para
recordarle que sabido es que vuestra madre dicta cátedra en la práctica del
meretricio".
·
"¿Le
parece que era yo merecedor de tarjeta amarilla, habida cuenta de que es el
primer puntapié que propino, señor avezado en la práctica del sexo oral
indiscriminado?"
·
"Le
cuento que fue clara posición adelantada, no sin antes evocar la figura del
órgano reproductor de su hermana"[ii].
Incluso el futbolista podría apoyarse en el reglamento para decir
cosas más fuertes que un mero insulto. Por ejemplo, sugerir la deshonestidad
del colegiado de turno:
·
"Discúlpeme
el atrevimiento, señor. Pero esta decisión suya no hace más que confirmar mi
sensación respecto a que usted es una persona deshonesta y servil a los
intereses económicos que rigen el fútbol oriental".
·
"¿No
le parece que con su habitual tendencia a favorecer a los equipos grandes no
hace más que contribuir a eternizar las inequidades de nuestro balompié?".
·
"Presumo
que habrá recibido usted una suma importante de dinero a cambio de este
desempeño tan sensible a los intereses del equipo rival"[iii].
Muchos nos sentimos tentados con pedir el retorno de los
árbitros de antaño, aquellos gorditos de bigote que no tuteaban ni se dejaban
putear. Sin embargo, el hecho de que ante un mismo hecho (una patada, un
insulto, tocar le pelota con la mano) sigan surgiendo diferentes lecturas,
permite que el fútbol siga siendo más emocionante y popular que otros deportes
donde siempre que la pelota pica afuera es out.
De momento, los futbolistas deberán entender que el precio
de esa mayor horizontalidad en el vínculo con los árbitros, es el tropezar dos
por tres con hombres de pito o banderín que se salgan del libreto del siglo XXI
y se horroricen ante ciertas expresiones que pueden sonar naturales y
corrientes para la mayoría. Quizás la sociedad esté reclamando mano dura cual
Guapo Larrañaga, y se vengan tiempos en los que cualquier protesta será
merecedora de amonestación.
Iván Alonso debería aprovechar pues sus próximas protestas
podrían ser las últimas.
[i]
Otras hipótesis señalan que utilizó el término "pelotas" en lugar de
"huevos", dato no menor, por tratarse el fútbol de un deporte donde
la pelota tiene un rol fundamental. Vale acotar que la imposibilidad de contar
con el testimonio del árbitro, nos obliga a tomar por válidas las
manifestaciones del futbolista, que llegó al extremo de apelar al juramento
maradoniano: "juro por mis hijas que no lo insulté", afirmó.
[ii]
La traducción sería "no fue fau, hijo de p.", "es la primera que
doy, ch." y "fue orsai, la c. de tu hermana", respectivamente.
[iii]
En este caso, se traduce así: "ladrón", "siempre favoreciendo a
los grandes, eh" y "¿cuánto te pagaron?", respectivamente.
13 comentarios:
Changala, dejate de joder, con ese apellido andá a quejarte con Dios primero. Aprendé a recibir insultos como un hombre, maricón.
Los jueces uruguayos, siempre favorecen al X
Ivan Alonso, me gustaría saber si al peluquero le protestas tanto, puto
Y que un juez haya confundido a Chevagol con el Tito Ferro no es considerado una falta de respeto?
Cómo sigue uno con su vida después de eso?
No sé... violencia es hambre, corrupción, y tu hermana en tanga.
A mi me sacaron una vez me sacaron una amarilla por gritar "vamo a meter huevo"...ta, era fútbol infantil
El "a mi me sacaron una vez me sacaron..." de Lucho viene a tono capicuístico con el "Si bien la frase bien podría..." de nuestro amado Sr. Director?
Qué curioso, no?
O vos tas muy elevado o yo muy limado floyd, o seguramente las 2 cosas, pero no entendí un joraca
Contundente lo de Andryi. En cuanto al Cheva...Chevita querido...aprendé a hablar sin ofender, caracagada!
¿Es mucho pedir que tengan un criterio más o menos parejo?
No puede ser que en un partido te toque un tipo que te arbitre tipo fútbol ingles y al otro fin de semana te toque un Castrilli que no te deja pasar un rose.
Sí, creo que es mucho pedir.
Sí, creo que es mucho pedir.
Y lo digo y lo reitero.
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