Salada la canchita: Una vida de película

Con el inminente estreno de "Gonchi: la película" (*) tenemos una excusa tan buena como cualquier otra para revisar ese tipo de películas -no estoy seguro si se puede llamar "género"- al que últimamente se ha dado en llamar "biopic" o películas biográficas. Contar la vida de algunos tipos puede sonar apasionante pero no son pocos los problemas.


Para empezar, y que me perdonen los responsables del film citado, es bastante fulero cuando se endiosa y mitifica al biografiado, tal como parecería que va a hacer "Gonchi". Un tipo simpático, querido, triunfador hasta que lo alcanzó la tragedia. Una muerte violenta en plena juventud cuando estaba por alcanzar su meta. O sea, todos los ingredientes para un aburrido endiosamientos que deje afuera los defectos, las contradicciones y los errores que tienen -tenemos- todos los cristianos, incluso los que mueren en un accidente automovilístico.

Un ejemplo particular de personaje histórico al que se le dedicaron un montón de películas de todo tipo es Jesucristo, siendo casi un género en sí. Por supuesto, han abundado los films que son meras clases de catequésis, a exhibir en las escuelas al tono en Semana Santa y ha habido algún enfoque más maduro, con una segura culminación en "El evangelio según San Mateo" (1964), recreando con creíble autenticidad, con economía de medios y de recursos, la historia del supuesto Hijo de Dios, tal como le dictaba a su director, el gran Pier Paolo Pasolini, su difícil camino de intelectual cuestionador, marxista y católico. En cambio, "La pasión de Cristo" (2004) de Mel Gibson pasa por ser una mera ilustración antijudía de la historia de Jesús, tal como se contaba en el siglo XIX, incluyendo el postre de una hora de torturas al protagonista, llevando a pensar -al contrario de lo habitual- que la cosa no debió de ser tan así.

Una misma historia (una misma vida) se puede contar de mil maneras. Y ninguna será más que una aproximación posible a su tema. En los 50 el género estuvo de moda en Hollywood y la proliferación de tantas obras que no salían de la mediocridad llevó a decir a algunos críticos que a todo el mundo parecía haberle pasado siempre lo mismo. Se solía llevar adelante un esquema de juventud soñadora, ascenso, dificultades y consagración que llevó al género a la mera rutina, algo que no ha cambiado demasiado en estos tiempos digitales. Muchos clisés servían tanto si se filmaba la vida de Wagner, de Galileo Galilei o de "Discoteca" Nuñez. Ya me imagino la escena cuando filmen mi biografía:

Estoy en un fiesta de la alta sociedad sayaguense. Alguien me presenta a Reyes y yo le digo: -Algún día escribiré en tu blog, llegaré a un carguito en una mutualista  y seré un escritor famoso. Reyes no me contesta nada porque está desatando una tanza pero un amigo que tendré la precaución de haber llevado previamente me dirá:

-Je,je,je. No sueñes en vano, Fagalde. No eres lo suficientemente puto para que te llamen para escribir en "Todoporlamismaplata"...
   
Más allá de las anécdotas propiamente dichas, específicas de cada tipo, quedan casi invariablemente afuera la psicología de cada persona, las particularidades del sujeto, las razones de por qué fue quien fue o intentó lo que intentó. Un buen ejemplo de cine biográfico que en su momento fue saludado casi unánimemente como una película muy sólida pero que a mí me deja serias dudas no tanto en calidad artística sino en capacidad de aprehensión de su -particularísimo- personaje fue "Bird" (1988) de Clint Eastwood, para mí un fallido retrato del gran saxofonista Charlie Parker.

¿Por qué digo ésto?. Porque Parker es un buen ejemplo de una historia fascinante. Un tipo casi analfabeto, intratable, alcohólico y drogadicto desde su pubertad que, casi sin estudiar música no sólo fue un extraordinario instrumentista sino que aportó un montón de inventos, especialmente en lo armónico. Alguien que llevó con enormes dificultades su posición de vanguardista iconoclasta sin haberla pedido nunca. Nada de eso se ve en la película, que prefiere detenerse una y mil veces en su adicción a las drogas ilegales -incluso olvidando otras adicciones- sin intentar escarbar en la mente torturada de Bird. Cosa que sí intentó desde la ficción literaria Julio Cortázar con el memorable cuento "El perseguidor".

Entre tanto convencionalismo, hay espacio para la originalidad. En 1986, el hoy olvidado mexicano Paul Leduc realiza "Frida", película que circuló ampliamente en nuestro país, con pocos diálogos, muchas elipsis dejando afuera algunos acontecimientos centrales, pero manteniendo un clima de misterio en torno a la vida de la pintora Frida Kahlo, de atormentada existencia y obra original. Cuando en 2002 Salma Hayek produzca sus propia aproximación al personaje, inexorablemente se limitará a la rutina. Otra biografía no convencional fue "Salvatore Guiliano" (1961) ya citado en otra columna, donde Francesco Rosi evita que aparezca el personaje en pantalla, registrando reacciones ajenas y consecuencias sociales. Hay un film griego, "Kavafis" (1996) de Yannis Smaragdis, donde -si uno se atiene a las crónicas del momento- el poeta del título nunca dice palabra, ni siquiera para gritar un gol.

Salada la canchita, una columna que nació en 2013, te trae el trailer subitulado de Gonchi - La película. Imprimiendo esta pantalla y presentándola en el Capichorra Shopping del barrio Casabó, importantes descuentos en la rapiña correspondiente.

 

(*) ¿Por qué esa manía de poner "Juan Culo - la película"?. ¿Qué vamos a ver en una sala de cine?. ¿Una exposición de cerámicas?