Salada la canchita: Recomendaciones para el Festival de Cinemateca.

Está en pleno desarrollo el Festival de Cinemateca, como todos las semanas de Turismo (Santa, para el resto del mundo y los de la Unión Cívica). Uno puede perderse entre tantas decenas de películas, así que se hace más necesario que nunca la guía de alguien que sepa lungo de aquello y nos pueda orientar para ir derechito a lo bueno y dejar de lado esas cosas aburrídimas, sin movimientos de cámaras, sin balazos y sin autos explotando. Aquí tres de los filmes que ningún gilastrún se debería perder...


EL DIA QUE PISÉ ALGO BLANDITO... - Eslovaquia / Serbia, dirigida por Frantizek Putoszeck. Un drama minimalista sobre las aventuras de un jugador profesional checo de truco de 8, quien ve su rutina habitual alterada por la experiencia de ensuciarse los únicos zapatos de dos colores que tenía. Dispuesto a poner un cambio, se decide a votar a Rachetti pero la tarea de conseguir listas de la Concertación en Bratislava no es para cualquiera. La escena en que un oso panda drogado irrumpe en un local de hamburguesas cantando un tema de Lucas Sugo dice mucho sobre la alineación en las sociedades occidentales contemporáneas. Actriz invitada: Mercedes Vigil, como la que pisa bosta de gallina.
 
AGACHATE QUE VIENEN LOS INDIOS - Suecia / Uzbekistán / Guyana (alguna de ellas), dirigida por Ingmar Johanssen de Ibrahimovic. Comedia experimental con toques de absurdo acerca de unos misioneros budistas portorriqueños que intentan introducir su religión en Japón sin advertir que es el culto dominante del país. Nadie se lo explica porque los asiáticos están todo el tiempo trabajando y no les contestan. Una reflexión estremecedora sobre el absurdo de la vida. El final no se entiende del todo, probablemente porque los productores decidieron filmar en bengalí, idioma que no dominaba ninguno de ellos.

SACAMELA UN POCO QUE VOY AL BAÑO - Venezuela, dirigida por Hugo Maduro. Una ácida
sátira a la realidad del país caribeño. O un documental, es lo mismo. Con Julio Ma. Sanguinetti, Federico Fasano, Julio Sánchez Padilla, Julio Ríos, Graciela Bianchi y Victor Semproni. Algo bueno tiene que salir de ahí.

UN Y.E.T.P.A.P. DE AQUELLOS
MANOEL DE OLIVEIRA - Dificilmente tenga muchas
posibilidades de hacer un panegírico sobre un cineasta con 106 años (sí, leyó bien, querido lector), que para peor, aún seguía trabajando. Que aprendan esos que están contando los días que le quedan para los 65 para jubilarse. 

Pero además de batir todos los records de longevidad, De Oliveira era uno de los mayores directores de cine a secas. Su estilo parsimonioso, moroso, contemplativo no era, por extraño que parezca así leído, un estilo lento. Era un cine inteligente, contemplativo, pero donde siempre pasaban cosas. A diferencia de mucho (demasiado) cine argentino actual, no era un minimalismo estéril, que se agota en dejar pasar el tiempo sin nada que contar. A veces, en sus filmes, veíamos alguna representación (una danza, un poema leído) más bien independiente de la anécdota, pero que venía a reforzar el clima de la narración. Si bien ahora parecería un director absolutamente moderno y avanzado, es cierto que De Oliveira ya era un cineasta con ese estilo propio en 1975 ("Benilde o la virgen madre", la más antigua película que le vi) cuando así no filmaba nadie.

Su primer largometraje fue "Aniki Bobó" (1942), una historia de niños en Porto, más célebre que visto. Recién veinte años después realizaría el segundo, "Acto de primavera" y el tercero, sería el mencionado "Benilde". Ésta es la historia de una chica que dice haber sido embarazada por el Espíritu Santo, sin ninguna intervención de poronga. Y lo dice en serio, y De Oliveira le cree. Dos películas que problematizan la religión en un director no creyente.

Con el melodrama "Francisca" (1983) comenzaría a hacerse famoso en Europa y a partir de 1986 comenzaría a filmar a rolete, ya sin censuras dictatoriales y con apoyo de los productores. Desmintiendo su primeriza parquedad, en los últimos 30 años de su vida -o sea después de los 75- realizaría 24 largometrajes. Con ganas de llegar a los 107, la muerte lo encontró trabajando en otro film. Parecía inmortal, mismo.

"No, o la vana gloria de mandar" (1990) criticaba la presencia imperialista de su Portugal en las colonias africanas; "El monasterio" (1995), primera producción con actores famosos extranjeros (Catherine Deneuve, John Malkovich); "Viaje al principio del mundo" (1996), la excelente despedida del cine del inmenso Marcello Mastrojanni; la exquisita "Voy para casa" (2001); la brillante "Excentricidades de una muchacha rubia" (2009); "Belle toujours" (2006), una continuación excéntrica de la buñuelesca "Belle de jour", con Michel Piccolli pero sin Deneuve.

Quedan para descubrir aún "La divina comedia" (1991), con los internados de un manicomio recitando la obra de Dante; la propia "Francisca" y tantas otras que -como casi toda su obra- nunca fueron estrenadas en nuestra conservadora cartelera. Son frecuentes en su filmografía las actuaciones de la internacional Maria de Medeiros, el español Luis Miguel Cintra y la hermosa (y talentosísima) Leonor Silveira.