CUENTO: Todos precisamos ayuda

Todos precisamos ayuda
(Uno también)

                Un día, Felisberto se despertó en medio de la selva. Esto no sería un hecho a destacar, si la noche anterior se hubiese dormido ahí. Pero no, la víspera había llegado a su casa, en su barrio, en su ciudad y se había acostado en su cama, como todos los miércoles.

“Voy a llegar tarde al trabajo”. Ese es el primer pensamiento que tuvo, lo que da nota de su condición de trabajador responsable tanto como de su condición de esclavitud ciudadana que, a la luz de los hechos, es lo mismo. Pocos son quienes realmente disfrutan del trabajo que hacen y menos son los que lo eligieron porque les gustaba. El resto, la inmensa mayoría, entre los cuales se encuentra Felisberto, asumen la responsabilidad por la necesidad de vivir, de comer para vivir. Porque en la ciudad es así, sin plata, no hay comida, o por lo menos no hay comida en buen estado. Y sin trabajo, no hay plata.

                “¿Cómo carajo llegué acá?” Eso fue lo segundo que pensó y lo más natural, lo esperable. Yo me hubiese preguntado eso, antes que lamentarme por no poder llegar al trabajo, no sé ustedes. Ahí sonó la alarma. No la del despertador porque no estaba en casa, la alarma interna, la alarma que cuida la vida. Pánico, eso es lo que sigue. Una sensación de ahogo, de muerte inminente. ¿Cómo sobrevivir sin luz, sin agua, sin supermercado, sin celular? ¡Sin internet! Sabía que había muchas historias de naúfragos, pero eso no lo tranquilizaba, eso solo pasaba en las películas. Felisberto no era Tom Hanks, ni nadie por el estilo. Como actor nisiquiera podía considerarse medio Coco Echagüe. Aparte, justamente, ni siquiera Tom Hanks era el náufrago, el naúfrago es el personaje, Tom Hanks seguramente en un corte, dejaba el arpón cacero y se clavaba un choripán en el detrás de cámaras. Bueno, probablemente no un choripán, un hot-dog, capaz.

¿Cómo escapar? Quizás al pasar la noche, así como se despertó hoy en la selva, mañana lo hará nuevamente en su casa. Pero, ¿cómo estar seguro de eso? ¿Y si se despertara en algún otro lugar peor? ¿Si se despertara con su cama flotando en el medio del océano? Ahí sí estaría frito. Frito, qué rico. ¡Cómo le gustaría comerse un huevo frito, o unas papas fritas! Pero no puede, hoy toca ayunar. Pasará la noche y esperará, a ver qué pasa.

¿Se acuerdan de los libros de “Elige tu propia aventura”? bueno, creo que se inventaron para situaciones como esta, en las que el autor que viniendo al caso estaría siendo yo, se tranca con una historia por semanas y un día tiene que usar el recurso, porque no queda otra, no hay que estirarla más. No se puede estirar más. Sería una falta de respeto al lector (aunque, vamos a ser sinceros, si están leyendo esto mucho respeto no merecen).

Pero incluso peor es la vuelta que voy a dar ahora. No les voy a dar opciones, porque ni eso me da para dar. Aunque ya di dos ejemplos, casi sin quererlo.

USTED DECIDE, ¿Qué pasa? ¿Felisberto se despierta flotando en el agua? ¿Vuelve a despertarse en la selva a ver si cambia algo al otro día? ¿O qué? Yo si fuera usted respondería a la última pregunta.

1er comentario:
gjoffe
:
Ladrón.

Ta, lo dije yo. Ahora, pónganse las pilas.
Tengo el placer de informarles que una vez concluida la historia, quien más haya colaborado con la misma en los comentarios semana a semana, se llevará un gran premio (que todavía no está definido pero que la próxima se los digo) material. Nada de un abraso, un beso. ¡Un objeto contundente, carajo!