sábado, 25 de agosto de 2012

Y volvimos otra vez

Y así como si nada, un día volvieron. El público se renueva y como la casilla de correo físico y electrónico de la extinta Efemérides Inc. (actual Jístori Énterprais) ha sido prácticamente colapsada por los pedidos de retorno de esta columna es que hoy volvemos. Elegimos el presente día para ver si alguno de ustedes, manga de alcohólicos, nos leen aunque sea con resaca y con dolor en los bolsillos y en las partes pudendas luego de ser brutalmente asaltados en las fiestas nostálgicas.

En un pasado trataba de seguir un formato más o menos fijo, pero en vista de la situación de crisis mundial (?) ahora van a salir como sea. Los homenajes veremos si son reales o no y las historias serán totalmente verídicas (o no, qué se yo).


En fin, comencemos. El homenajeado de esta semana es José Alberto Marañón, quien habría nacido un 25 de agosto de 1935 en la localidad bonaerense de La Matanza.

José, hijo de inmigrantes gallegos, habría comenzado en la práctica del fútbol luego de que su padre, de nombre José también, le pidiera cuando tenía apenas 4 años, que le alcanzara unas cuantas sandías. El gurí, que no tenía mayor habilidad física en aquél momento, empezó a patearlas para llevarlas. Esta forma de transporte la repitió durante un tiempo, hasta que el gallego se enteró y le encajó unos buenos 'tate quietos.

Al haber realizado estos trabajos, el chico adquirió gran fuerza de piernas, por lo que al momento de los picaditos del barrio se convirtió en gran rematador. En uno de esos picados, un dirigente de San Lorenzo lo vio y lo invitó a probarse en aquélla institución. No quedó, pero ya que estaba de pasada fue por Huracán y fue inmediatamente incorporado a sus filas.

Se convirtió en goleador en la temporada '51-'52 del globito y le salió el pase al Santos. Ahí no le fue tan bien ya que se lesionó en una de sus primeras salidas a la cancha. Puntualmente, un defensa del Flamengo le encajó una plancha que le produjo fractura expuesta de tibia y peroné que lo alejó de la práctica del fútbol.

Para finalizar sus días, puso un puestito en Copacabana pero no funcionó y terminó en un cabarulo bajo el nombre de "Yolanda, la gringa". Murió luego de casarse con el cafishio del local nocturno en un lugar indefinido.

Si les gustó, bien. Si no, también.

6 comentarios:

Dobleveo dijo...

ja! monumental la vuelta!

Nacho dijo...

Aplaudo este retorno. Tremendo.

Vesubio dijo...

esto nos hace bien a todos.

pipicui dijo...

Bien volvido...

zorro d colonia dijo...

Yolanda la gringa,cómo olvidarla, un hembrón el hombre!!

Internauta Rebelde dijo...

Gracias a todas y todos.