miércoles, 8 de marzo de 2017

La mujer es puro cuento

Ayer, Gonzalo Frasca subió un video a Facebook en el que una madre y su hija se paran frente a una biblioteca repleta de libros infantiles. Lo primero que hacen es ver cuántos libros no tienen ningún personaje masculino, y sobre un total de unos 300, apenas encuentran 3.

Luego hicieron el ejercicio de sacar los libros en los que no aparecía ningún personaje mujer. Allí sacaron 76, aproximadamente el 25% del total.

Sobre los 221 libros que quedaron, decidieron eliminar aquellos en los que las mujeres aparecen, sí, pero no hablan. Sacaron otros 35. Luego quitaron de los estantes los que tienen como protagonistas a princesas, de esas que aceptan el destino impuesto y no sueñan con pegar un portazo y convertirse en astronautas o ingenieras químicas, y volaron unos 50 más.

Cuestión que de los 300 libros iniciales, quedaron menos de 40 con protagonistas mujeres que hablan y tienen opiniones que van en contra de lo establecido.

Es así que nuestros hijos e hijas han crecido leyendo historias donde las mujeres esperan encerradas en una torre a que el audaz y carilindo príncipe venga a librarlas de las garras del malvado dragón. La ecuación empeora si hablamos de la televisión, claro está, donde muchas veces las mujeres hablan para dar el estado del tiempo o decir que las medias son de Silvana, por supuesto.

Pero volvamos al príncipe: el tipo llega, pela la espada, extermina a la fiera y libera así a la pobre princesa, que ni siquiera se cuestionará tomarse un tiempo para poner sus ideas en orden tras haberse pasado sus mejores años encerrada en una pieza sin baño, o luego de haber estado en coma inducido por una manzana o por haberse pinchado con una rueca.

La pobre Bella Durmiente, ¿no tendrá ganas de salir a bailar con las amigas antes de unir su vida a la de un oligarca que no conoce, y luego de haber dormido durante 100 años? ¿No tendrá curiosidad por saber si Astori ganó alguna elección, si Amado se fue al Frente, si Peñarol ganó la sexta, si apareció Sanabria, si Mirtha sigue viva? No: Aurora va y se casa con el primero que pasó y le dio un chupón.

Y claro: ni que se fuera a pinchar con un rayo láser mientras realizaba una operación muy delicada, o con una fibra mientras diseñaba los planos de la muralla china, no: se pinchó con algo que al parecer sirve para hilar, como bien se pudo haber quemado con la plancha o pellizcado una uña con un palillo. Así estaba escrito y así se cumplió, no vaya a ser que la botija se retobe y termine llegando a tener más poder que nosotros.

Todo ello sin mencionar que la pobre Aurora tenía 15 años, así las niñas que lean esa historia no la verán como algo demasiado lejano o ajeno. Las niñas rápidamente entienden que el partido se juega en la adolescencia y primeros años de la juventud. No faltará la tía vieja que comente “ah, pero qué ligerita Aurorita, eh… y sí, mirá cómo iba vestida… estaba visto, se fue con el primer príncipe que pasó. Después pasan las desgracias”. Porque las tías viejas, y las no tanto, también reproducen el modelo. No vayas a creer que toda la culpa es nuestra. Ser mujer no te hace una buena persona, y ser hombre, mucho menos.

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IDENTIDAT

Claro está que las inequidades se dan en buena parte de los relatos fundacionales de nuestra cultura. ¿Cuántas calles tienen nombre de mujer? Proporcionalmente muy pocas. ¿Cuántas de las avenidas principales de Montevideo llevan nombre de mujer? Basta poner Google maps en el nivel de zoom que solo te muestra las principales arterias de la ciudad, para comprobar que prácticamente ninguna. ¿Dónde queda la calle Juana de Ibarborou? Nadie lo sabe. Sin embargo, Carlos María Ramírez, José Ellauri, José Belloni, ¿a quién le ganaron? ¿A Gonzalo Ramírez alguna vez lo nombraron Gonzalo de América? ¿Verdad que no? Y sin embargo, flor de calle ligó.

¿Y en el deporte? ¿Qué papel ocupan generalmente las mujeres en los programas deportivos? ¿Qué papel ocupa la mujer en la historia de Nacional y Peñarol? Sacando a la Paraguaya dueña de la Quinta, o a Rosa Luna, o más acá en el tiempo a Georgina Mayo, no hay nada.

Todos mataron a Cris Namús porque el Estado le dio plata para competir y resultó que vino una colombiana medio petisa y le llenó la cara de dedos. Sin embargo, nadie se quejaba de los millones que Ancap le dio a Trelles para competir en un campeonato ficticio en el que solo había dos autos.

¿Qué nación seríamos hoy si Artigas, Rivera o alguno de los 33 orientales hubiera sido mujer? Para empezar, probablemente tendríamos población nativa, y más pueblos y hasta algún departamento con nombre femenino. Quizás, hasta tendríamos provincias, femeninas ellas y tan claras en su significado. Porque  cuando hablan de la provincia de Entre Ríos, todo el mundo entiende. Sin embargo, cuando hablamos del departamento de Artigas bien podemos estar hablando del monoambiente del porteño aquel que jugaba en Cerro. No de Henry Homman, no. Del Porteño Artigas.

GÉNESIS

Desde el principio de los tiempos, la mujer  ha estado en desigualdad respecto al hombre. Intuyo que porque fueron los primeros en tener acceso a la escritura y se adelantaron, del mismo modo que Casciari se adelantó a su primo italiano a la hora de registrar su usuario en Twitter, Facebook y Gmail.

Según la tradición judeocristiana, por ejemplo, Dios hizo tiró un cachito de tierra, hizo unos pases mágicos y le echó una sopleteada por la nariz, y listo: creó al hombre a su imagen y semejanza. Luego pensó: “pobre tipo, va a necesitar algún bicho para divertirse, transportarse y comer”, y zas: creó el perro, el caballo, la vaca y todos los demás animales, incluidos cosas que aún no sabemos para qué sirven, como los piojos y el malvado ciempiés.

Y por último, cuando estaba por darse por satisfecho, se dijo: “este pobre tipo no va a poder encontrar nada cada vez que se le pierda, mejor crearé a alguien para hacerle compañía. De otro modo, Adán se juntará con otros de su especie y serán capaces de crear un conjunto de parodistas, lo que bien puede deparar el fin de los tiempos. Reíte de los jinetes del Apocalipsis”. Dios se refería a los Adan’s, claramente, cuyo surgimiento al menos logró retrasar en el tiempo.

Y ahí fue que le sacó una costilla al pobre Adán (conocido desde entonces como el Marilyn Manson criollo), sin anestesia, a lo Peñarol, e hizo a Eva. Preciosa le quedó, hay que decirlo, para haber sido hecha con un cacho de hueso partido, y para no haber sido hecha a imagen y semejanza de nada prexistente.

“Y dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo, haréle ayuda idónea para él”.
Triste destino el de las mujeres según las sagradas escrituras, si no es otro que el de acompañar a los hombres. Te garanto que a la inmensa mayoría de los que conozco no los soportaría seguir por más de quince minutos.

MUJER INTELIGENCIA

Hace días escuché uno de los argumentos más estúpidos de los que tengo memoria, por parte de un eurodiputado polaco:



Las mujeres son menos inteligentes que los hombres, porque nunca hubo una campeona del mundo de ajedrez. ¿Se puede ser tan imbécil? Las mujeres generalmente juegan peor al ajedrez que los hombres porque no les interesa. ¿Y acaso podemos culparlas? Estar 3 horas moviendo unos caballitos de madera por un tablero cuadriculado pudiendo ver La La Land o tomarte una cerveza de limón no es de las cosas más racionales que se me ocurren.

Lo mismo corre para los videojuegos y la mayoría de los deportes: los hombres tenemos mucho más desarrollado el sentido de competencia que las mujeres. Desde chicos nos enseñan a ganar (a la pelota, a correr, a lo que sea). Y eso se traslada a nuestras vidas: queremos arrancar y ganarle en el pique al del auto de al lado, ponemos un partido de squash y nos lleva muy poco tiempo hinchar por uno de los dos, nos gusta jugar a videojuegos en red para poder babosear al chileno que está del otro lado de los Andes viendo cómo lo cagamos a tiros en el GTA.

A las mujeres, generalmente, todo eso les parece una pérdida de tiempo. Y por eso son generalmente malas jugando videojuegos: no les interesa aquello que para el hombre es sagrado. Ganar. O lo que es lo mismo: que alguien que no seamos nosotros, pierda. Y estar ahí para contemplarlo.

Por eso prefieren los juegos tipo el Candy Crush o el solitario, donde no hay rival a mano. Y por algo cuando juega la selección van más mujeres: todos hinchan por el mismo, no hay rival a la vista para babosear durante el partido o al otro día. Los hombres, en cambio, prefieren los clásicos, gritarle los goles en la cara al otro, y hasta exponerse a la posibilidad de que el otro haga lo propio.

Yo creo exactamente lo contrario : que las mujeres son, en promedio, más inteligentes que los hombres. Y ello se debe a que han tenido que pasarla mucho peor que nosotros para llegar hasta acá.

Claro que hay mujeres tontas, pero por cada mujer tonta, hay, según mis estudios, hay 2,7 hombres tontos. Y lo que es peor: esos dos hombres y fracción tendrán siempre más poder de influencia en nuestras vidas que la pobre tontita.

Me dirá: “esos estudios suyos no tienen nada de científico”, y tendrá razón. Pero científicas son las encuestas y no pegan una.

Es que las mujeres han crecido oyendo la historia de la pelotuda de Cenicienta, que necesitó de la ayuda de unos ratones, de unos pajaritos y hasta de un hada madrina para dejar de fregar los pisos y hacerse un vestido para levantarse al pajero del príncipe, que ni bueno estaba. Y aún así, hay algunas que consiguen salir adelante, y pelearla en desigualdad de condiciones con los hombres.

Hasta con los aparentemente inofensivos primeros juguetes los roles estereotipados se fortalecen: nosotros recibimos una pelota con la que metemos caños imaginarios, llegamos a primera, metemos un gol de chilena en un clásico, metemos el pase a Europa, y ahí nos llega la primera reserva para la selección, y el día del debut, Suárez muerde a uno y Tabárez nos pone, y en la primera que nos queda picando la colgamos del ángulo. (Hashtag más unidos que nunca).

Sin embargo ellas juegan con bebotes. Qué fea palabra “bebote”, eh. De “bebote” a “bobote”, un paso. Y todos sabemos que los bebés, si sacamos el factor vincular y emotivo, no son la gran cosa: no hablan ni caminan, se cagan encima, vomitan, lloran sin motivo aparente. Encima después crecen y se vuelven barrabrava de cuadro grande, narcotraficantes o hasta estrellas de Twitter o Instagram.

Después, cuando crecen un poco, les regalamos muñecas flaquitas pero con tetas y rostro sonriente, todas con vestiditos ceñiditos y cortitos, y con sus accesorios: un caballo, un auto rosado descapotable, a una vespa, también rosada. ¿Nunca una 4x4 para correr el Dakar? ¿Nunca la Barbie Mia Ham con el pantalón sin evilla, para hacer goles de maravilla?

Recordemos cómo se indignó Lisa Simpson cuando le regalaron una Baby Malibú parlante.


Lisa decidió sacar una muñeca alternativa, que tiraba frases inteligentes. Pero naturalmente el capitalismo salvaje terminó con su emprendimiento: le agregaron un accesorio nuevo a la Stacy, y la muñeca de Lisa terminó en la mesa de saldos, junto al bata bata, y el micrófono eco Mike, hablar con eco Mike, es de profesional, sional, sional.

Las niñas llegan a la juventud tras haber sido sometidas a un sinfín de imágenes que les hacen ver qué se espera de ellas. Por eso, las que logran analizar críticamente esa situación y consiguen sobresalir pese a tener el mundo en contra, suelen ser, nos guste o no, más inteligentes que los hombres. No es que biológicamente la mujer sea más inteligente, no: han sido más exigidas a lo largo de sus vidas, han pasado por experiencias más apremiantes. Están mejor entrenadas, hablando mal y pronto.

Es el mismo argumento que lleva a que un jugador del fútbol uruguayo esté preparado para tener éxito en cualquier liga del mundo. Haber aguantado los gritos de tu padre, de tu primer entrenador y de hinchas mientras jugás sobre canchas desprolijas, sin cobrar un peso y casi sin agua caliente en el vestuario, hace que –si llegás a Primera– tus chances de éxito sean estadísticamente mayores que las del noruego que se crió jugando sobre césped sintético. ¿O qué jugador sacó Noruega desde que se retiraron los hermanos Flo? Ninguno.

Así y todo, los noruegos deben ser gente más feliz y despreocupada que nosotros.

OTRA FORMA DE CONTAR

Quizás debamos aprender de otras culturas, aparentemente menos civilizadas que la nuestra (si por civilización entendemos vender soja para tener plata para comprar autos y celulares chinos, o estar todo el día tuiteando estupideces), pero que parecen tener relatos fantásticos mucho menos nocivos.

Por ejemplo, para la tribu Yoruba (notar la similitud con yorugua) todo se hizo con un puñado de tierra, una gallina y una semilla: un símil Dios tiró la tierrita, como el Pepe Sasía se la tiraba al arquero en los ojos, y soltó la gallinita que fue y enterró la semillita. De ahí nacieron 16 ramas, cada una de las cuales dio origen a una tribu. No solo se aseguraron tener una sociedad equitativa en cuanto al origen de hombres y mujeres, sino que además evitaron que “gallina” sea un insulto, para desgracia de los barrabravas pero para alegría de Marty McFly.

Me aportan por interno que la sociedad yoruba es genuinamente patriarcal, que los monarcas llegan a tener 20 esposas y que cuando alguien se cruza con una mujer, está obligado a cargársela. Pero bueno, el chiste de Marty Mcfly me gustó y no quise sacarlo. En cualquier caso, las causas de la desigualdad de género del pueblo yoruba habrá que buscarlas en otro lado.

El desafío parece claro. Tenemos que, juntos, hombres y mujeres, escribir las historias que leerán nuestros hijos y nuestras hijas. Que ellos y ellas sepan que la nena que decide romper con el orden establecido, no tiene por qué volver a su casa con la cola entre las patas después de haber convertido a su madre en oso, tal como le pasó a la pobre pelirroja de la película Valiente.



Hay muchas historias de mujeres que nos muestran cuál es el camino. Algunas ya están prontas y conviene repasarlas y compartirlas. Otras están ahí, en estado latente, esperando a ser escritas por niñas y niños, de esos que entienden, de manera mucho más natural que quienes toman las decisiones, que si la vida es un juego, está mucho mejor jugarla con reglas parejas.

11 comentarios:

Ce dijo...

Bien Adusto.

Poniendo los puntos sobre todas las letras que tienen punto, como las i o las j.

Alvaro Fagalde dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alvaro Fagalde dijo...

Gonzalo Frasca dejó uruguayos en la calle para ahorrarse unos pocos dólares encargando el trabajo en Asia. Y sólo pagó -más o menos- lo que debía por despido después de haber sido peseteado, lo que en el caso de él no es demasiado difícil.

Una mierda de persona. Y un soberbio cobarde.

Facundo dijo...

Está muy bien. A mi lo que me impresiona es como todos creemos que no discriminamos cuando en realidad cada uno de nosotros lo hace en diferente grado. Es fácil verlo en los demás, sobretodo en gente cuyo machismo es evidente y que sin embargo nunca llega a admitirlo. Pero me parece mas interesante hacer el ejercicio con uno mismo. En mi caso, si hago memoria de cómo era en mi adolescencia, me da asco recordarme tan discriminador. Capaz hace 5 años no era tan asqueroso como en la adolescencia, pero estaba mucho peor que hace 2 años, y hace 2 años todavía tenía actitudes que hace 1 año no las toleraría. Hoy todavía sigo encontrando cosas mías del año pasado que me parecen reprochables. Sin embargo siempre me creí ser una buena persona, que no discrimina y que respeta a todos por igual. Creía eso también el año pasado, y hace 5 y cuando tenía 14. Seguramente dentro de un tiempo voy a poder ver el manojo de actitudes machistas que soy ahora. Lamentablemente lleva tiempo sacarnos las mierdas que tenemos adentro. Algunos van haciendo ese proceso mas naturalmente, y otros capaz necesiten la ayudita de algún laxante, pero de apoco se va yendo...

Unknown dijo...

Un Adusto en su mejor momento, ojalá que esté bien después de esto.
En definitiva se trata de inculcar conciencia en las niñas, que pueden ser igual o mas ambiciosas que cualquier pelotudo por mas macho que sea, lo demás es cuento, lamentablemente siempre correremos el riesgo de caer en la maldita corrección política que confunde respeto al prójimo con actitudes frívolas o incluso tontas, como regalar flores los 8 de marzo, o sentirse mal por vichar un traste... yo que sé...

Coby Brian dijo...

Es un tema de cultura y de valores. El patriarcado por suerte se está quebrando, gracias al cambio de cabeza de la sociedad activa vigente, y se debe profundizar el derrocamiento de dicho conservadurismo.

Pero tendemos hacia una sociedad cada vez más individualista, que tiende a rayar niveles de competitividad absurdos. Por un lado más libres e igualitarios y por otro más egoístas para fortalecer carácter. O al menos eso veo en esta actitud de equiparar la igualdad de oportunidades. Y así uno cría a sus descendientes: "el de al lado te va a pasar por arriba si puede, asi que no te dejes!!" Hay que buscarle una buena salida a esta evolución.

QUIEN DICE QUE LA MUJER NO ES COMPETITIVA??? Nosotros nos medimos los miembros tanto como ellas se fijan en la estética de sus compañeras de género.

Dicho esto, DIGO NO A LA LEY DE CUOTAS EN EL PARLAMENTO y SI A LA PARTICIPACION DE COLECTIVOS HETEROGENEOS EN TODOS LOS NIVELES DE LA DEMOCRACIA...

Gracias!!

Unknown dijo...

Coby machista,
Si te agarrábamos en la marcha ayer te rompíamos el culo.

Danzón dijo...

Excelente Adusto, como en sus mejores tiempos, aquellos de los muchachos.

Coby Brian dijo...

Ilich, no entendiste nada entonces...

Fui a la marcha*

Ahora, sigue en pie la propuesta* ???

Vesubio dijo...

bien adusto, bien. valió la pena la lectura sobre todo por el chiste de los Adan's.

Vesubio dijo...

a mi me divierte mucho competir (una flor para pipicuí), y justamente llegábamos a esa misma conclusión el otro día con una amiga, hablando de por qué solo a nosotras dos nos gustaba competir en boludeces como pencas del Oscar, y a el resto del grupo de amigas y conocidas no.