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He vuelto, tras un breve impass (¿es escribe así?) Y antes de aburrirlos con datos irrelevantes sobre mi vida personal, y tras haberlo hablado con el señor Director, comenzaré a revitalizar columnas que por algún motivo o el otro han entrado en el ostracismo.

Y comenzaré por "Paranormales", con una historia digna de Lockhart.

EL PERRO QUE COMÍA DEMASIADO

La historia es así. Un futbolista uruguayo decidió pasar las vacaciones de verano en Uruguay. Cosa que hizo. No había pasado una semana cuando recibió una llamada telefónica de un vecino, que -palabra más, palabra menos- le decía:

"Volvete ya, los vecinos no aguantamos más el olor a podrido que sale de tu casa".

¿La razón? El ágil oriental tenía un perro. Como no tenía con quién dejarlo, optó por dejarle el alimento necesario para vivir un mes entero (cálculo matemático mediante), a fin de garantizar el sano alimento del can, al que imaginamos corpulento.

Pero se lo dejó todo junto, en un plato de grandes dimensiones. La proverbial falta de previsión de los canes, hizo que el chucho comenzó a comer hasta reventar.

Y reventó nomás. Acaso porque tampoco supo abrir el bidón de 6 litros de Salus que le dejó para bajar.

Ya pueden arriesgar el nombre del futbolista en cuestión.