Creer o reventar

Resulta que hace un tiempo (unos 25 años) me crucé con un señor extranjero que me entregó una filmación, mientras me dijo: "pibe, pasate esto a vhs, guardalo en un lugar seguro, y miralo recién dentro de 25 años". Suena raro, pero es así. Lo cierto es que transcurrido ese lapso, decidí que era hora de revisarlo. Y miren lo que pasó.

1. Encontré el casete. Estaba bien guardado en una caja de vhs de esas de plástico duro, para evitar el daño inexorable del tiempo, a la espera de que se presentara la oportunidad de usarlo.

2. Cuando iba saliendo con el casete en la mano, rocé la mesa de ping pong que está debajo de la escalera. De forma tal que la caja del casete salió por el aire. No me pregunten cómo, pero la caja se abrió y el casete se partió en 17 pedazos. Las chances de que algo así ocurra deben ser muy bajas.

3. Lejos de preocuparme, tomé un casete del Nacional campeón del Apertura 97 y lo sacrifiqué, pasando la cinta de Maracaná a esta nueva estructura.

4. Fui corriendo al videograbador, e hice lo que hacen todos los que saben: lo rebobiné para un lado y para el otro, de forma de eliminar partículas de polvo, hongos, y demás porongas. No fue sencillo porque se nota que el casete llevaba no menos de quince años sin ser tocado.

5. Completado ese trámite, me dispuse a verlo. No se veía una mierda (aunque se escucha) pues de tanto rebobinar y demás, los cabezales se ensuciaron, se ve.

6. Tras limpiarlos, volví a poner el casete, y acá se dio lo más llamativo: el videograbador se comenzó a comportar de un modo extraño. Ponías el casete, se quedaba quieto, luego se movía y entraba a rebobinar solo, tras lo cual, unos veinte segundos después, expelía el casete. Hizo eso mismo con los tres casetes diferentes que probé.

7. Finalmente, dejó de cumplir ese extraño ritual, pero el casete misterioso sigue sin verse. Será cuestión de seguirle dando al isopropílico.