El milagro jordano

Quienes hemos crecido escuchando hablar maravillas del fútbol uruguayo en virtud de nuestros eternos tres millones de habitantes y del carácter inagotable de nuestra cantera, bien podríamos encontrar llamativos paralelismos en el balompié de la lejana Jordania. Es que este último obstáculo que separa a miles de uruguayos y uruguayas de ver –al fin– un Mundial en vivo, parecería ser una versión árabe de nuestro cascoteado fútbol oriental. Vea si no.

(Publicado en Brecha, 18-10-2013).

Con una población que apenas sobrepasa los 6 millones de habitantes, el Reino Hachemita de Jordania es apenas más grande que medio Uruguay, y se ubica en la intersección de Irak, Israel, Siria, Arabia Saudita, y Cisjordania. Nosotros, que nos quejamos de Tinelli y de los piqueteros, ¿cómo haríamos para subsistir bajo la sombra de vecinos tan poderosos y sensibles a la vez? Punto a favor para los jordanos, que si tienen que levantar una pastera a orillas del Mar Rojo, lo hacen y se bancan las consecuencias.

El equipo de todos

La historia del fútbol jordano es, aunque corta, rica en páginas dignas de mención. Si bien apenas cuenta con dos participaciones en la Copa Asiática de Naciones, en ambas oportunidades alcanzó los cuartos de final. En la edición de 2004 quedó afuera ante el Japón de Oliver Aton y Steve Hyuga por penales. En 2011 cayó ante Uzbekistán, la noche del famoso grito “tuya, Ahmed” que le dirigió el zaguero Suleiman Al-Salman al portero, el popular “Sordo” Ahmed Abdel-Sattar, segundos antes del gol del uzbeko Bakaev.

Otro punto alto estuvo dado por la clasificación al Mundial Sub 20 de 2007, en el que tuvo a la selección uruguaya de Suárez, Cavani, Cáceres y Mathías Cardacio como rival. Ganaron los nuestros, pero no crea que sobró mucho (1 a 0 con gol de Cavani). Es de desear que Suárez no haya mordido o gritado “aguante el sionismo” a algún integrante de aquella generación.

La selección de Jordania viste de blanco, con vivos rojos. Sus jugadores son apodados “los bravos”, debido a que el grupo musical argentino homónimo liderado por el recordado cantautor Cae compuso allá por 1992 el famoso tema “vayan ensillando el camello”, que desde entonces se transformó en himno del combinado[i]. Actualmente ocupa el puesto 73 del ranking de la FIFA, que es más o menos la posición que tenía Uruguay cuando asumió Oscar Washington.

La liga local

La Primera División del fútbol de Jordania está integrada por 12 equipos, entre quienes destacan nítidamente dos. El Al Faysali, de camiseta celeste, galardonado como Campeón del Siglo del fútbol árabe por la prestigiosa aunque desaparecida IFFHS; y el no menos popular Al Wihdat, de casaca verde, autodenominado “el primer club árabe de Asia”, y que se ufana de haber sido partícipe exclusivo del primer triunfo internacional de la selección al superar 3 a 1 a Siria[ii]. Hay quienes van más allá y llegan a afirmar que el nieto de Mahoma era hincha del Al Faysali, lo que habilita profundos debates antropológicos, generalmente culminados a balazo limpio.

Ambos grandes juegan todos sus partidos en el Estadio Internacional de Amán. “Nosotros vamos a todas las canchas” afirman los hinchas del Shabab Al Ordon Al Qadisiya, conocido también como “el fusionado”. Lo cierto es que el sistema favorece a los equipos grandes, que salvo el campeonato ganado por el Shabab en 2006, han monopolizado la liga en los últimos 28 años.

El plantel

Le mentiría si le dijera que el plantel jordano está plagado de estrellas. Empero, destaca la figura del defensor Bashar Bani Yaseen, apodado “el Paolo Montero del desierto” merced a su facilidad para tatuar canillas rivales; así como el legendario Ahmad Hayel, que con más de 75 partidos con la selección blanca inmortalizó la máxima “no hay milico en el cuartel, que no aplauda al gran Hayel”.

El entrenador

El actual técnico del combinado jordano es un egipcio de nombre Hossam Hassan (no confundir con el Mago Gasán, que era de todo menos egipcio). Los más memoriosos y las más memoriosas podrán recordarlo en el álbum de Italia 90, en aquellas figuritas dobles con las que Panini “premiaba” a las selecciones menos agraciadas[iii]. Si bien Hassan debió soportar la presión del duro periodismo jordano, reacio a tener entrenadores extranjeros en la selección, con el tiempo se fue ganando el corazón de la afición gracias a su premisa “quiero jugadores con hambre”. Y dicho y hecho: la selección jordana solo utiliza futbolistas que se desempeñan en el fútbol local, o medio cerca. Menos por convicción que por falta de posibilidades, eso sí.

El capo

Ali Bin Al-Hussein es, además de príncipe, presidente de la Asociación del Fútbol de Jordania, y vicepresidente de la FIFA. Además, es paracaidista, e integró la guardia del rey. Diría el Loco Abreu: “este Ali no se come ninguna’. Si recordamos que nuestro Paco Casal apenas si fue alcanzapelotas, y que Eugenio Figueredo vendía autos usados, tendremos otro punto a favor de nuestro reflejo árabe.

Este miércoles 20 de noviembre, cuando concurra al Centenario con la firme convicción de que ya hay que ir eligiendo hotel en Recife, no se confíe. Recuerde que mientras haya once jordanos en cancha, puede pasar cualquier cosa. 

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[i] Este dato puede no ser estrictamente cierto.

[ii] En dicha oportunidad, la selección estuvo exclusivamente integrada por jugadores del Al Wihdat.

[iii] Varios datos inútiles para compartir. En su época de futbolista, Hossam Hassan era delantero, y componía la última figurita del citado álbum, junto a un tal Gamal Abdelhamid. Además, en ese equipo de Egipto aparecía la figurita de Ibrahim Hassan, defensa, hermano gemelo de Hossam, nacidos ambos en el Cairo el 10 de agosto de 1966. Según el álbum, que en Uruguay formó parte de una promoción de Coca Cola (había 20 sobres numerados que uno iba y canjeaba por tapitas, lo que eliminaba la posibilidad de que hubiera repetidas, convirtiéndolo en uno de los álbumes más llenados de todos los tiempos), ambos medían 1,78 metros, aunque Hassan pesaba un quilo más. Tal como usted está imaginando, Ibrahim es hoy el ayudante técnico de Hossam, emulando a los gemelos panameños Dely Valdés. Por último, resta mencionar que “Panini” es la empresa internacional de impresión de álbumes por antonomasia, desplazando a la argentina “Cromy”, desaparecida al finalizar la segunda presidencia menemista.