Tierra de campeones

Señor, señora: se dio lo que hemos venido vaticinando prácticamente desde que arrancó el año. Peñarol es el flamante campeón de la Copa Libertadores, tras derrotar al poderoso Santos por penales, en match que será recordado como “el del gol de Alonso”. A continuación, un somero análisis del plantel del glorioso elenco carbonero, que ha logrado devolver el no muy estético trofeo a nuestras costas tras casi cuarto siglo.

Sebastián Sosa: gran figura durante todo el campeonato, cedió su lugar a Carini en la final debido a la luxación de hombro sufrida durante el calentamiento previo al encuentro. Si midiera 5 centímetros más, podría jugar en el fútbol italiano, donde Muslera acaba de ser votado como el mejor arquero de la Liga.

Fabián Carini: tras una actuación del todo convincente ante Independiente en la fase de grupos, retornó a la titularidad para la final. Si bien pudo haber no estado del todo feliz en ocasión del gol anotado por Neymar a falta de dos minutos para finalizar el encuentro, compensó los fallos al atajar el penal decisivo.

Darío Rodríguez: auténtica revelación del torneo. Lástima que tiene 45 años.

Alejandro González: tras haberle palpado los testículos a Neymar en el match de ida, y aprovechando el affaire Forlán – Nara, juzgó que era un buen momento para saltar del closet. Lástima que lo hizo durante el encuentro, obligando a Aguirre a realizar una variante no planificada.

Guillermo Rodríguez: tiene 27 años, pero parece tener 42. Tras “haberle robado la naricita” al tricolor Matías Cabrera durante el pasado clásico, se convirtió en ídolo de la afición carbonera.

Carlos Valdez: otro que se ganó a la hinchada en base a fouls de atrás inoportunos. Fue sorprendido gritando “Nacional nomá” mientras se abrazaba al entrenador Aguirre. Prometió usar parte del premio para solventar un estilista que le cambie el peinado.

Emiliano Albín: es parecido a Alejandro González, pero un poco más bajo.

Matías Corujo: su estilo capilar nos recuerda al de Pedro Catalino Pedrucci. La prensa especializada llegó a decir que era el jugador que mejor tiraba centros en el fútbol uruguayo. Acto seguido, comenzó a lanzarlos cortitos al primer palo, o pasados y a la tribuna.

Nicolás Freitas: dejó de ser el tipo que le pegaba a todo lo que se movía. Inmediatamente, perdió su de por sí escasa popularidad. Aún así, le dio a Peñarol lo que todo equipo uruguayo debe tener si desea aspirar a cosas importantes: un moreno elemento.

Luis Aguiar: no pudo dar la vuelta olímpica pues se tomó a golpes de puño con su compañero Mier, quien le había reclamado un pase que jamás llegó. Destacó su singular forma de festejar la conquista continental: se subió al horizontal, se bajó el short, y blandiendo su miembro viril con ambas manos, gritó “chupen brasucas putos” a los cuatro vientos. Pintoresco.

Matías Mier: tras tomarse a golpes de puño con Aguiar (y haber quedado con su rostro plagado de dedos), anunció su retiro de la práctica activa del balompié. “Prefiero irme ahora, y no esperar a que Aguiar me vuelva a putear y termine pasando una desgracia. Aparte, sigo siendo bolso”.

Antonio Pacheco: ni bien terminó el partido, se marchó a su estadio y luego al ómnibus, donde estuvo casi dos horas esperando solo, mientras sus compañeros brindaban declaraciones de neto corte demagógico. “No sé qué le pasa a Aguirre, se ve que está celoso porque el ídolo de la hinchada soy yo, me perchó. Pasó lo mismo con Bengoechea en su momento. Se ve que no resiste el paso del tiempo, y no soporta que uno pueda ser más querido que él. Que sacando el gol de pedo que le hizo al América, no hizo mucha cosa”.

Alejandro Martinuccio: llamó la atención del continente dado su explosivo rush, y su singular habilidad para sacarse hombres de encima, por la que llegó a ser comparado con el propio Messi. Pero con el paso del tiempo retomó la normalidad, y llegó a ser comparado con Adrián Paz.

Jonathan Urretavizcaya: tras abandonar Europa para jugar en Peñarol, ahora parece que quiere abandonar Peñarol para jugar en River. “Ze haze el lesionado, ¡no lo zoporto!” habría comentado el entrenador carbonero.

Fabián Estoyanoff: prometió que si Peñarol salía campeón, volvería a platinarse el pelo. Pero no el de la cabeza, precisamente.

Juan Manuel Olivera: no pudo recuperarse de la lesión sufrida en el match de ida, debiendo ceder su lugar a quien a la postre sería la máxima figura de la final. Sobrevalorado ariete, cuyos movimientos nos recuerdan a los del argentino Delorte.

Diego Alonso: el héroe de la jornada. Esmirriado, no muy hábil, no muy rápido, no muy querido por la hinchada, bastante puteado por cierto. Capaz tanto de emocionarse hasta las lágrimas tras ganar un outball, como de errar un gol en la boca del arco, sacó patente de ídolo tras anotar el gol del empate en el minuto 95 (de chilena) y el penal decisivo, al picar el balón por sobre el cuerpo del portero norteño. “El Tornado la picó” gritó Sonsol antes de caer fulminado. Luego se supo que no quiso picarla, sino que resbaló (acaso con el sachet semivacío de gel perteneciente a Neymar). Pero lo cierto es que en facebook ya juntan adhesiones para ponerle “Diego Alonso” a la tribuna cabecera del próximo estadio mirasol. Porque los homenajes se hacen en vida.

P.D.: Antonio… ¿seguro que esto se publica el jueves, no?

(Publicado en Guambia, 22/06/11... capaz que anduve mal con lo del gol de Neymar y el cambio pedido por González tras un choque con el citado garoto. Si Aguirre no puso a Alonso, no es mi culpa).