jueves, 2 de mayo de 2013

Que las hay, las hay

Soy el doctor Del Prete y los que me conocen saben que soy un escéptico total en lo que refiere a andar creyendo en brujas, maleficios y magias, pero esta noche quiero contarles de algo que me aconteció hace muchos años y que debo reconocer, no le encuentro explicación.

Era un estudiante joven en aquel tiempo y andaba como un pasmado por 18 de Julio mirando vidrieras cuando me encaró una vieja gitana a la que no le faltaba nada para ser como en las películas: arrugada, fea y con una mirada que me hizo cagarme en los pantalones. Como casi todo cristiano (aunque no sea Ronaldo) desconfié de que me quisiera encajar un verso que hasta yo era incapaz de creerme para sacarme plata y no quería saber nada con ella. Pero me aseguró que no quería para ella ese billete que me reclamaba.

Me dijo: lindo muchacho (lo que demuestra que no son tan sabias como parecen) y agregó que tenía mal de amores (como todo el mundo, en realidad) y que me los iba a curar y que todas las rubias me iban a amar. Agarró el papel moneda (no me pregunten de cuánto era pero sería como de 200 $ de ahora, calculo) y le roció algo "sagrado" que parecía agua y se mandó un par de oraciones o como se llamen.

Me pidió otro billete e hizo lo mismo y yo fui sintiéndome cada vez más pelotudo, sentimiento que no experimenté precisamente por única vez ahí. El rito terminó cuando salió el dueño del comercio donde estaba la zingara (un saludo para "Pinocho" Sosa... no, mejor no) y la sacó poco menos que a boleos en el culo y me miró a mí de una forma que hizo avergonzarme. Aún más. Quedé como un gil pero mi sentimiento de imbécil no fue completo, porque realmente la vieja no me había afanado guita. Los billetes quedaron arruinados en el piso.

Creánlo o no, un par de meses después una mina bastante ligerita del trabajo (y rubia) me invitó de frente a salir y terminé dándole casi enseguida. Estaba mucho más loca por mí que yo por ella, lo que era bastante absurdo, mirados en el espejo uno y otro. Unos meses después se pudrió de un día para el otro de mí (y yo con ella) pero al poco tiempo se me regaló otra que, si bien era menos atractiva y menos cachonda, tenía la particularidad de parecerse muchísimo a la anterior, parecido que era motivo de comentarios y bromas desde hacía tiempo.

La segunda rubia me dijo una noche, sin que nunca le hubiera comentado nada de ésto, que no sabía por qué me había encarado, porque desde que enviudó no pensaba salir con nadie más. Menos mal, pensé yo, mientras ella se disponía a otro acto sexual.

Digan lo que digan, durante un tiempo (no mucho, lamentablemente) seguí teniendo suerte con rubias parecidas entre sí que, pese a ser uruguayas, no hacían ningún problema en encararme para la catrera, por las dudas que no lo hiciera yo. Siempre me quedará la duda de qué hubiera pasado si la gitana hubiera podido hacer el rito completo... 

6 comentarios:

Sinca Bellos dijo...

Yo no me animaría a un completo con una gitana vieja y arrugada

Carles dijo...

pillado

Detaquito dijo...

Nunca nos faltes, Sinca.-

Andrés Reyes dijo...

Mirá el Lucho, gran cogerrubias.

Unknown dijo...

Si hay algo que le admiro a los gitanos es la solidaridad entre sí. Cuando cae uno en emergencia viene con toda la prole. No tiene que ver con el tema pero tá.

Marian dijo...

Que las hay las hay, estoy con una a diario... ah.. no... esa es de las otras, es bruja y yegua nomás.