Nacional bajó al darsenero

Nacional ingresa al campo, destacando la cabellera verde de Sinca, así como la felicidad del hermano menor de Luisito Suárez, que está a punto de morderle una nalga a Arismendi.

 ¿Así que el Perla no quiere bombos?

La hinchada de menor promedio de edad del fútbol mundial también tiene su bombo peronista, ojo.

Escalada de violencia: 200 infantojuveniles ingresan al campo arrastrando todo a su paso.

Momento de felicidad para Frascarelli: llega a su arco y la hinchada tricoparquense lo putea, señal de que recuerda que jugó un partido con el escudo mirasol en el pecho. El del asado, posterior al de las achuras. Un alcanzapelotas se lo recuerda, tapándose la boca para evitar el trabajo de los temibles lectores labiales.

Albín mira al señor y piensa: "si no empiezo a correr un poco, capaz que termino así".

Curiosa escena: mientras Jopito embiste a Kili González, el árbitro y un ágil riverplatense pelean por un taxi. Ojo, chicos, que esas disputas terminan mal.

El colegiado de turno, cuyo nombre ignoro, andaba con un dolorcito en la ciática.  En tanto Vicente manosea a Jopito.

Alonso, la figura máxima de nuestro balompié, le exige un balón al alcanzapelotas, que le encaja flor de maldición encima al rubio ariete.

Mientras Jopi le dice al Vasco que siente algo raro entre sus piernas (inequívocamente, la maldición del alcanzapelotas que comienza a materializarse), un delantero darsenero emula a su ídolo, el remero Jesús Posse. ¡Corran el pendorcho peludo que no se ve nada!

Hasta que se produce lo inevitable: a Alonso se le tranca la poronga en el pasto. Cacho De la Cruz intenta, en vano, zafarla. En tanto Arruabarrena y el intendente Carámbula miran, absortos.

La máxima emoción del fútbol: el gol. Lamentablemente no lo tenemos, pero sí tenemos el emotivo festejo de la fanaticada rojiblanca. ¡Ubique a Nasser y gane grandes premios!

Poco duró la alegría en la calle 19 de abril, pues Damonte, pretendiendo herir a un adversario, golpeó el balón con vehemencia. Éste se introdujo en el arco. El nuevo ídolo albo, saluda a sus fans.

Cacique no escarmienta, y le hunde el botín al juvenil elemento en la zona ano-genital.

Uno de los funcionarios de Tenfield que más pena nos despierta. La verdá que no se lo deseamos a nadie. ¿No usa cinturón? ¿Y vos Sunca no decís nada?

En la senda de Casquito Cabrera.

El afrodescendiente de origen caribeño te mira como diciendo "mirá que te garcho la vuelo, eh".

Pobre Cacique, ve goles donde no los hay. Acá lo vemos festejando uno de sus tantos ficticios, con su clásico festejo flechesco. ¡Hombre grande!

Con el paso de los minutos, el casco de Juan Ángel fue tomando forma de profiláctico.

Una panorámica que demuestra el gran apoyo de la hinchada tricolor para su equipo, toda vez que le toca ir al Centenario. ¡Queda a cuatro cuadras del Parque Central, chicos! ¡No sean vagonetas!

Cerca de finalizar el primer tiempo, Damonte peinó un córner al primer palo. Le quedó re bien peinadito, con raya al costado. El balón derivó para Romero, quien saludando a la bandera...

... decretó el segundo y definitivo tanto. Bien Huesito, bien. ¡Y pensar que te querían mandar a Danubio!

El goleador amaga a pegarle una nalgada al futbolista darsenero, mientras Condoncito Albín mira con pose genuinamente gay. Damonte algo señala, no sabemos qué.

Termina la primera mitad, y Lembo halla una nueva razón de ser: convertirse en el hombre molinete.

Curioso, ¿verdad? Cacique es sorprendido haciéndose arrumacos con un rival.

Aparecieron los championes del Pepe.

El arquero suplente darsenero perdió las nalgas en Viet-Nam.

Qué extraño resulta ver cómo el jugador albo se para encima del micrófono peludo, mientras el portero pide dos pizzas y un fainá para llevar.

El arbitro de la contienda y su clásico estilo "te la muestro bien arriba" para tarjetear amarillamente.

Los futbolistas de River se encuentran realizando un curso de lengua de señas, lo que les permite putear a la terna arbitral de maneras poco perceptibles. Aquí están diciendo "pero qué sacá tarjeta, la concha tuya". ¡Viva la inclusión!

Albín le hace truque truque carnerito al colegiado.

El preparador físico riverplatense utiliza una campera de abrigo obsequiada por la recordada Pelusa Vera, tía del popular Viruta.

"Estoy salado de verdad. Tocá, tocá a ver qué durito"  le comenta el juez al afrodescendiente número 24.

Íbamos a sacar flor de foto, ¿pero no va y se nos cruza el hijo del recordado moreno Toya?

Se están yendo al carajo. Sin ningún empacho, el capitán albo fela al colombiano en pleno field. ¡Hay niños en la tribuna! Miren cómo se tapa el rostro el que está sentado en las escaleras, exponiendo a River (local en la emergencia) a una nueva multa de la IM.

Uno ya no entiende más nada: el encargado de impartir justicia se pone unos dientes comprados en la Casa de los Chascos. "Mirá cómo te hago al Diente López, mirá". Triste.

En pleno match, Romero y Álvarez bromean con el árbitro. ¿No será mucho? Si van a hacer pactos antideportivos, que no se note, muchachos.

¿Y esto? Vicente mantiene relaciones de índole oral con el Correcaminos.

Termina el partido y Arruabarrena -visiblemente tomado- hace como que saluda a un técnico rival imaginario.

Ya no hay respeto por el profesional: tras recibir un no como respuesta a la pregunta "¿me da la camiseta, amistá?", un menor infractor le encaja una panadera al ágil Prieto, ante la atenta mirada de Juan Román Riquelme, que mira y se ríe. Riquelme está feliz. Gracias por venir.