viernes, 12 de febrero de 2016

Salada la canchita: Libertad para los planos.

Oscar Wilde dijo una vez -entre tantas frases ingeniosas y frecuentemente certeras que dicen que inventó en su vida- que "vanguardia" es aquella novedad revolucionaria que está destinada a ser anticuada antes que el resto. En cine, la duración de los planos en el montaje es un tema que supo mucho de modas y caprichos comerciales más que de necesidades expresivas.

(Como el tema de la columna no da pie para demasiadas ilustraciones, he elegido subir fotos de algunas obras de Rivette, homenajeado más abajo en el Y.E.T.P.A.P.)

Paris nos pertenece
La enorme mayoría de las películas actuales (de Hollywood) tienen una enorme cantidad de planos muy cortos o, lo que es lo mismo, un montaje frenético con cambio de tomas cada pocos segundos. Generalmente se hace para dar una sensación de -justamente- frenesí o de acción salvaje, lo que puede ser beneficioso para un film policial, de persecusiones o de luchas pero es más discutible en otros géneros.

Muchas veces es una simple moda de contar en quince tomas lo que se puede narrar con tres o utilizar primeros -o primerísimos- planos ahí donde sería mejor entender qué es lo que se está viendo. Todos hemos consumido centenares de programas televisivos que para parecer "modernos", "jóvenes" o "transgresores" mueven para todos lados lás cámaras (como si al camarógrafo lo estuviera atormentando una ladilla justo del lado en que sostiene el artefacto).

One out
No hay una medida "correcta" de planos para una escena ni una única forma de contar las cosas pero no da lo mismo todo. La historia se cuenta bien -de varias formas posibles- o se cuenta mal, de otras muchas formas, también. Pero si ven una película de los 60 (por decir algo) y una actual, encontrarán que el montaje actualmente es muchísimo más acelerado, lo cual no siempre es necesario. Por ejemplo, presten atención a las escenas de batallas con mucha gente. En muchísimas películas actuales nunca sabemos cómo se mueven los ejércitos combatientes, en qué dirección ni con qué propósito sino gente que se le está dando sin ton ni son.

También, debemos reconocer que buena parte del cine más exigente suele tener una libertad para extender sus tomas que hace unos años era impensable. Esto tiene que ver con la paulatina evolución de nosotros mismos como espectadores. No sólo hablo de tomas largas sino también con planos estáticos que son vistos como necesidades expresivas -aunque haya, naturalmente, gente que se hace la crá y sólo aburre- y aceptados naturalmente por un porcentaje importante -aunque no mayoritario- de aficionados.

Celine y Julie van en barco
Como en muchos temas expresivos en cine, los cambios tienen que ver frecuentemente con avances tecnológicos. Sirva como ejemplo en la ya reseñada "El renacido", donde vemos un tipo que está en primer plano correr hacia el fondo y ser ensartado por una lanza mientras en otros sectores del cuadro otros actores siguen peleando, resolviendo algo que hasta no hace mucho debía ser montado inevitablemente en por lo menos dos o tres tomas diferentes.       

Parece una buena noticia que hayan más posibilidades expresivas -más libertad, en suma- para tomar decisiones en cuanto a cómo montar una escena, tanto por avances de la tecnología como por evolución de la madurez interpretativa de los espectadores. Claro que el cine que se plantea estas cuestiones es una clara minoría, pero así está el mundo, amigos.     
 
ONE YETPAPÉ, MES AMIS

+ JACQUES RIVETTE - Era el penúltimo sobreviviente de la "Nueva Ola" francesa de los 60 -sigue de este lado aún Godard, que merecerá prontamente una columna- y seguramente también era el más extraño, el más olvidado y el más francés.

Como casi todos los nuevaoleros, escribió en la inicial "Cahiers du cinema" antes de pasarse a la dirección. Tuvo como Truffaut, el mencionado Godard y el más lateral Resnais su debut impactante aunque su trascendencia -al igual que toda su obra- no superó casi nunca los límites de su país: "París nos pertenece" (1961). 

Provocó un absurdo escándalo con "La religiosa" (1966), su segundo largometraje y el único suyo estrenado comercialmente en nuestro país y después se dedicaría a experimentos que fueron apartándose lentamente de la estética de los jóvenes rebeldes de los 60 pero sin caer en el comercialismo. 

Muchas veces sus films eran muy largos, con un extremo en "Out one" (1971) muy elogiada pero de doce horas (12) de duración. Tuvo cierta repercusión con "Celine y Julie van en barco" (1974); una versión de "Cumbres borrascosas" (1985) y otra de "Juana de Arco" (1994), pero más que nada circuló en festivales su muy interesante "La bella mentirosa" (1991), aunque probablemente ayudaron mucho los numerosos desnudos de Emanuelle Beart.

Queda gran parte de su obra por descubrir, aunque lo que vi de él ("La religiosa", "Celine y Julie..." y "La bella mentirosa") sin dejar de ser interesante, no llega ni por casualidad al nivel de obra maestra. Habrá que ver. Cuando tengamos tiempo.  

5 comentarios:

Unknown dijo...

Para comentarios ingeniosos teníamos al contador, lástima que se nos fue...
"Tormentas con matracas" es una de las mejores, el trilladísimo " los números no mienten..."
Y bue... mañana menos en pedo comento algo como la gente

Alvaro Fagalde dijo...

Espero que te recuperes, Ilich.

Snyrar dijo...

Puf! Totalmente fuera de tema. Solo puedo decir q es parecido a un verdulero de mi barrio. Como aprendi che

Tls

Unknown dijo...

La "enorme cantidad de planos muy cortos o, lo que es lo mismo, un montaje frenético con cambio de tomas cada pocos segundos" es lo mas adecuado para mostrar la histeria de la vida a estas alturas del siglo 21.

Histeria que por suerte no afecta a este blog gracias a la pereza de sus integrantes.
A veces los defectos resultan ser virtudes.
Contradicciones dialécticas, que le dicen.

Unknown dijo...

Gabriela Michetti: "Si hacemos un ajuste brutal, la gente sufriría más"

Esta si es una frase de película...
Dedicada a Sofía seguro

JAJAJAJAJAJAJAJA!