Uno por uno

Terminó lo que fue la Copa del Mundo de Sudáfrica, y con ella la performance de un elenco celeste totalmente apartado de la rica tradición de nuestro balompié. Un equipo que en toda la competencia señaló 11 tantos, casi todos ellos de rica factura técnica, no merece el mejor de nuestros conceptos. Por lo que seremos crudos con el análisis, jugador por jugador, protagonista por protagonista, metro a metro, Misha (el oso) a Milla (Roger).

1- Fernando Muslera. Fue de menos a menos todavía. Mientras no le pateen de distancia o le tiren centros al área chica, anda muy bien. No en vano el tulipán Van Basten lo señaló como el mejor portero del Mundial. Sabido es el problema del entrañable Marco con las drogas duras.

2- Diego Lugano. Futbolísticamente fue lo que se dice un desastre, y por aire ganó menos que Serafín García. Pero logró vender algunos celulares.

3- Diego Godín. En el gol de Robben que nos dejó fuera de la competencia, literalmente se durmió. ¿Qué le pasó al gran faraón? ¡Un poco de vergüenza futbolística, señor!

4- Jorge Fucile. Su correcta gestión fue empañada por su incapacidad para detener el agónico cabezazo del moreno elemento ghanés, obligando a la ya célebre atajada del propio Suárez. Ahora bien: ¿un lateral izquierdo que juega un Mundial entero y no pega una sola patada? ¿De qué estamos hablando?

5- Wálter Gargano. Debió haber entrado antes, cual Estoyanoff.

6- Mauricio Victorino. Debió suplantar primero a Godín y luego a Lugano, o viceversa, y lo hizo a la perfección: cometió casi tantos errores como los titulares, no influyó ofensivamente, y jamás empleó la fuerza bruta para amedrentar al rival.

7- Edinson Cavani. El hombre de los pómulos de oro. Un torbellino de energía, tardó siete partidos en patear al arco con ambición.

8- Sebastián Eguren. Dicen que jugó un partido, pero no recuerdo cuál.

9- Luis Suárez. Recién en el último partido se vio al Suárez que todos conocimos: pateando mucho y concretando poco. Su atajada logró que el público africano se volcara en contra de los nuestros, y a favor de los holandeses y los alemanes, pueblos con proverbial desprecio para con los morenos elementos. ¡Qué jefe de campaña se perdió Adolfo!

10- Diego Forlán. Mucho tirito de distancia, calculo que para no pisar el área rival, por miedo a ser ajusticiado. Las amistades cosechadas por el Doctor Da Silveira desde el Mundial de 1966 fueron clave para asegurarle un Balón de Oro que parecía destinado al holandés Van Bommel.

11- Palito Pereira. Entusiasta y meritorio. Hizo un gol de rodilla, lo cual no deja de ser destacable.

12- Juancho Castillo. Se nota que compartió planchita con Sebastián Abreu, lo que habla del gran grupo humano celeste.

13- Sebastián Abreu. El maestro de la demagogia escribió una nueva página en suelo sudafricano, picando el balón ante el desprevenido portero Kingson, que al parecer no tiene lo que es banda ancha. Está loco, pero más loco sos vos, pueblo.

14- Nico Lodeiro. Lo echaron, tocó dos pelotas, y lo quebraron. ¿Qué más puede pedir el flogger celeste en su primera –y seguramente única– excursión mundialista?

15- Diego Pérez. Puro pundonor, aunque le faltó ser más vehemente a la hora de poner la pierna fuerte, preferentemente en la carótida del rival. Debió ser amonestado tras su tackle deslizante sobre el teutón Schwanstetigertgerzerger, en jugada que derivó en el tanto anotado por el beato Cavani.

16- Maximiliano Pereira. Su rostro tras marrar el penal ante Ghana lo dijo todo: el sentir del pueblo oriental lo tiene sin cuidado. Un irresponsable. Corrió mucho, pero… ¿hacia dónde? ¿Con qué finalidad? Si correr es un valor en sí mismo, ¿por qué no llevamos a Heber Viera?

17- Egidio Arévalo Ríos. Venía redondeando una gran faena, hasta que ante Holanda se le quemaron los papeles: saludó efusivamente a Robben, el hombre que había matado la ilusión de miles de niños, niñas y adolescentes uruguayos y uruguayas. ¡Cómo nos hubiera venido una reacción como la de los juveniles de Castelnoble en suelo australiano! Ese equipo sí que tenía claritos los códigos.

18- Ignacio González. Malas noticias para el Opus Dei: su hijo pródigo resultó un fiasco mayúsculo. Jugó ante Francia y nunca más. Incluso, ante la posibilidad de jugar con un enganche ante Holanda, Tabárez manejó el darle ingreso a Juan Castillo en dicha función.

19- Andrés Scotti. Hermano de Diego. No hizo mucho, pero su familia apareció bastante en los medios. Además, pateó el penal más feo de la Copa del Mundo. Pero entró.

20- Flaco Fernández. Flaco favor le hizo Tabárez al fútbol uruguayo incluyéndolo en el match decisivo ante lo que fue Holanda. ¿O fue ante Ghana? Lo cierto es que aportó menos que el zaguero ex tricolor argentino Walter García.

21- Sebastián Fernández. Su mayor aporte fue insultar a Van Bommel. No somos expertos en lectura de labios, pero creemos que aseguró que la madre del citado volante practica el meretricio, y que éste tiene como hábito practicar fellatios en forma indiscriminada. Ése es el camino. Faltó, eso sí, el codazo artero a la zona genital, o haber tirado al arco en la última jugada del match semifinal. Aunque no le pidamos peras al olmo: sabido es que su último gol oficial lo anotó defendiendo a Miramar Misiones por el Uruguayo Especial 2005.

22- Martín Cáceres. En un grupo sumiso y genuflexo, se plantó ante el entrenador, y dio algo de lo que hablar a la infinidad de periodistas orientales que vagaban por suelo mandeliano sin nada que contar. Salvó con nota.

23- Martín Silva. Contribuyó a mejorar la convivencia del grupo.

Oscar Tabárez. Amén de que simpatizamos con su forma de encarar la vida desde lo político, creemos que se equivocó en la integración del equipo, así como en haber salido a ganar todos los partidos, pensando más en el espectáculo montado por lo que es Blatter que en los intereses económicos de la propia Asociación. Léase: debió haber poblado el mediocampo, y alineado a un arquero “completo” en lo que tiene que ver con la importancia de lo que significa las extremidades.

Presidente Bauzá. En su momento quiso echar a Tabárez. Ahora quiere renovarle. Digámosle no a los presidentes exitistas, que vuelvan los Marescas.

Eugenio Figueredo. Empezó a dejarse ver desde el partido con Ghana en adelante. Una pena que no lo dejaron colocar medallas como sólo él sabe hacerlo. Verdadero artífice del proyecto Tabárez, por más que lo haya traído para congraciarse con el gobierno socialata. Es de esperar que hoy fuera a contratar al propio Juan Ricardo Faccio, para ganarse el favor de los gobernantes de origen tupamaro.

Balbi y Barrera. Se los vio hermanados en un fraternal abrazo durante el encuentro ante Holanda. Triste espectáculo.

El Pulpo Paul. Un engañapichanga, un personaje creado por los medios, servil al sistema capitalista. Se me dijo que su criador mojaba previamente uno de los mejillones en Freskita sabor pomelo, asegurando que el batracio optara por ingerirse el mejillón restante. Propongo secuestrarlo y cambiarlo por rehenes.

Lubo Adusto Freire