A continuación, y de cara al crucial (?) match de mañana martes, compartimos un racconto de la más rica historia de los enfrentamientos entre Uruguay y Argentina desde 1986 y hasta nuestros días. Incluida en "El Propio Fútbol Uruguayo", un libro que se disfruta más de lo que se vende.
1986,
Cuauhtémoc, Copa del Mundo. Argentina había llegado a los octavos de final del
Mundial jugando bien y tras superar claramente a Corea y Bulgaria y empatar 1 a
1 con Italia. Uruguay había dado pena y clasificado gracias a que la Unión
Soviética le hizo un gran favor al golear a los malogrados húngaros. El partido
fue parejo, con cierta superioridad argentina, que se tradujo en el marcador
gracias a una certera habilitación del zaguero uruguayo Eduardo Acevedo.
Uruguay erró unos cuantos goles, en particular uno muy claro que Wilmar Cabrera
le sacó del buche a Francescoli. Luego, lo que todos sabemos: entró Ruben Paz y
les pegó un buen jabón a nuestros hermanos, que tras eliminarnos se sintieron
campeones del mundo, pese a que todavía les faltaba enfrentar a Inglaterra,
Bélgica y Alemania Federal.
1987, Monumental,
Copa América. No nos cansaremos de volver sobre este partido,
jugado por el campeón del mundo reinante (que al lado del mejor Maradona de la
historia había puesto al aún joven y veloz Claudio Paul Caniggia, que era
bastante mejor que los delanteros que acompañaron al Diego de la gente en la
Copa del Mundo de México) ante un equipo armado de apuro, con un entrenador
desconocido (Roberto Fleitas), y una base de jóvenes jugadores del fútbol local
matizada apenas por uno pocos “repatriados”.
Ganó Uruguay 1 a 0 con gol de Antonio Alzamendi tras
pase de Francescoli, que eran figuras de River Plate, en cuyo estadio repleto
se jugó el partido. Más o menos como si en su momento, Luis Artime le hubiera
anotado un gol definitiorio a Uruguay en el Centenario, para luego salir
corriendo como loco a gritarlo contra la tribuna. Algo impensado, realmente.
Según la revista El Gráfico, “en el balance, los
uruguayos merecieron el resultado”. Sobre el final, el arquero Pereyra se mandó
flor de atajada ante Juan Gilberto Funes, corpulento ariete. Y Uruguay terminó
vengando en algo lo sucedido un año antes.
1992, Centenario,
Copa Lipton. Allá por setiembre de 1992, la selección uruguaya de
Luisito Cubilla recibió a la argentina de “Coco” Basile. El que ganaba se
llevaba una caja de té muy paqueta, llena de sobrecitos de los más exóticos
sabores.
Como ya se dijo o dirá alguna vez en este libro, la
AUF decidió pasar a jugar con short azul y medias celestes, para poder vestir
la camiseta celeste ante Argentina. ¿No le digo que nuestros hermanos son muy
importantes para nosotros? Mire si ellos van a cambiar el color del short para
poder enfrentarnos de tal o cual manera. No hay chance. Así fue que la firma
nipona “Nr” mandó esa camiseta horrorosa con rombitos y cuadraditos de colores
que Uruguay estrenó esa noche, ante unas 35.000 personas. El partido terminó 0
a 0 y los equipos se dividieron los sobrecitos de té. Uruguay se quedó con la
caja, por ser local.
1997,
Centenario, Eliminatorias.
El primer partido por Eliminatorias entre Uruguay y
Argentina estuvo precedido de una gran expectativa, con entradas agotadas y dos
equipos muy necesitados de puntos. Uruguay fue más, pero el arquero argentino
Ignacio González atajó todo lo que le patearon. Acto seguido, el citado
goalkeeper colgó los guantes y puso un maxiquiosco en el microcentro. El
segundo se jugó hacia fines de año, con un Uruguay ya sin chances de clasificar
al Mundial de Francia. También terminó 0 a 0, con gran gestión del arquero
celeste Carlos Nicola en una de sus escasas jornadas de gloria. De una gloria
inútil, eso sí.
1999,
José Feliciano Cáceres, Copa América. El partido arrancó y el “Kily” González marcó la
apertura albiceleste. En el segundo tiempo, Palermo marcó el segundo, ya con un ojo negro gracias a una caricia del juvenil Lembo. Es todo
lo que necesitamos recordar de ese partido.
2001,
Estadio Centenario, Eliminatorias. El hincha del fútbol uruguayo, que siempre creyó ver
inverosímiles confabulaciones a escala mundial en su contra, debió guardar
violín en bolsa cuando el equipo argentino comandado por Marcelo Bielsa, que
por aquellos años parecía prácticamente invencible, enfrentó al necesitado
equipo uruguayo comandado por Víctor Haroldo Púa, que por aquellos años parecía
prácticamente espantoso. Pero arrancó el partido y metió un gol Darío Silva. Al
ratito empató Argentina. Luego, y mientras Colombia goleaba sorprendentemente a
Paraguay (necesitaba 6 goles para clasificar y terminó metiendo 5, o algo así),
los argentinos comenzaron a jugar el balón hacia los costados, sin la más
mínima intención de cruzar la mitad de la cancha y bajo el aplauso rabioso de
la parcialidad uruguaya que llegó al extremo de entonar las estrofas de la
Marcha Peronista.
“Si llegaba otro gol colombiano, llegaba el segundo
uruguayo”, tiró el arquero argentino Mono Burgos, que era más simpático que
infalible. Lo cierto es que Argentina y Uruguay clasificaron al mundial de
Korea y Japón, desde donde regresaron ni bien culminó la primera fase.
2004,
Miguel Grau, Copa América. El partido arrancó y Fabián Estoyanoff la colgó de
un ángulo. Pero en un minuto Argentina lo dio vuelta, aprovechando que el
arquero celeste Luis Barbat no pasaba su mejor momento. Luego empató Vicente
Sánchez y sobre el final llegaron dos nuevos goles argentinos, el último del
rubio Luciano Figueroa, que padecía de alopecia temprana.
2005,
Centenario, Eliminatorias. Uruguay pudo derrotar una sola vez a Argentina. Fue
en el último partido de la Eliminatoria previa a la segunda Copa del Mundo de
Alemania. El único gol lo anotó –curiosamente– Álvaro Recoba. Se estima que
nuestros hermanos argentinos no se esforzaron demasiado, pues habían
clasificado un año antes.
2009,
Centenario, Eliminatorias. Por primera vez Argentina llegaba al Centenario con
la necesidad de sacar un resultado positivo, pues de otra forma podría llegar a
quedar afuera de un Mundial por primera vez en 40 años. Uruguay fue más,
aprovechando un Lionel Messi inoperante, pero terminó ganando Argentina gracias
a un gol anotado por el volante Mario Bolatti, que hoy en día tiene un remise
en Villa Gesell. Lo mejor vino después con la conferencia de prensa del
entrenador argentino Diego Maradona, en la que conjugó el verbo “chupar” en
todas las voces y tiempos verbales habidos y por haber.
2011,
Cementerio de los Elefantes, Copa América. Fue indudablemente la
victoria más festejada de lo único que ha ganado el fútbol uruguayo en los
últimos 19 años. ¿Cómo no recordar la cara de niño emocionado del Ruso Pérez
tras anotar el gol de apertura, o el susto que nos pegamos ni bien Argentina
nos empató y nos metió debajo del arco? El penal ejecutado por Cáceres al
ángulo, con el arquero Muslera en cuclillas y de espaldas a la acción o su
doble tapada tras un tiro libre que se desvió y un rebote en el que se jugó con
alma y vida, que nos obligó a pedirle perdón por los comentarios que le
prodigamos tras su rendimiento en algunos partidos de la Copa del Mundo. Lo
cierto es que esa victoria ante Argentina, con un Messi cada vez más parecido
al Enzo Francescoli de la selección uruguaya de los 90, fue una de las alegrías
más grandes que nos ha dado la selección en lo que va del siglo XXI, casi
comparable al partido de Ghana, que hasta que salgamos campeones del mundo en
Maracaná otra vez seguirá siendo insuperable.
18 comentarios:
Esta noche, cuando esté al pedo en mi casa (porque ahora estoy al pedo, pero en el laburo) voy a narrar mi viaje al cementerio de los elefantes
Gran crónica, gran.
Gracias, Alaska. Preciosos tus dibujos. Lo de Shakey también. Solo me queda la duda: ¿quién es el Shakey ese?
Bo, tenés algo cntra la alopesia temprana? Eh?
está bravo para ganarle a Argentina che.......
Sinca: seguro que Figueroa hubiera venido a la Misión Pepe Monje.
Lo que me acuerdo del de 2005 es que los colombianos se quejaron de que los argentinos nos habían regalado el partido, pero ese día les pegamos como locos a los porteños, Tévez en particular se llevó más de un regalo de Paolo, Lugano y cía. Si había un arreglo fue el peor del mundo para los argentinos, porque se dejaron perder y pegar.
Bueno, no me queda claro tampoco qué onda ese Shakey. Capaz es un drogui de la vuelta, capáz la competencia. Capaz habría que darle el raje.
Cómo olvidar el 1 a 1 del 2001 cuando el piojo López corría por la punta hasta los propios le decían "aflojá bagual!" y pegaba la reculada de vuelta para atrás.
Y después el charter del Paco.
Y más después la apretada a los canguros.
La celeste de antes papáaaaaa!!!!
Floyd no te olvides de la masacre de tres cruces, brillantemente relatada en la revista un huevo
Yo estuve en el partido de la otrora prestigiosa Copa Lipton, inolvidable
Pensé que el del codazo había sido Picún o algo así.
A mí me gustó más la victoria contra Argentina que contra Ghana. Pero tá.
El miércoles anterior al partido con Argentina empecé a hacerme la cabeza con el partido, y que era una oportunidad única para poder vivirla. En el laburo me puse a googlear agencias de viaje y a llamar de a una para ver si tenían paquetes para viajar a ver el partido, pero todos estaban agotados. Hasta que llamé a Mundo Abitab y me dijeron que quedaban dos lugares. Ahí mismo les pedí que me lo reservaran y luego llamaba para confirmar. Al toque llamé a mi novia y le entré a hacer la cabeza con que teníamos que ir, que era un partido histórico, y ya que estábamos conocíamos Santa Fé. Al final la pude convencer, solo faltaba juntar la plata. Por suerte tenía algún ahorro, y juntando otros restos que tenía de plata llegué a los U$S 500 que me salieron ambos pasajes, con entrada incluida. El viernes pasé a buscar los pasajes y las entradas y salí a Tres Cruces a encontrarme con mi novia y tomar el bus a Santa Fé.
Pusimos casi 12 horas de viaje, ya que se demoró la cosa en la aduana del puente. Ahí pudimos ver en vivo y en directo la fábrica de UPM (que está grande mismo) y entendimos el significado de la contaminación visual, a pesar de que era de noche. El sábado de mañana llegamos, nos dejaron cerca del puerto y nos liberaron para conocer la ciudad hasta la hora que saliéramos para el estadio. La verdad que es una hermosa ciudad Santa Fé, con una limpieza que asusta y con la gente que nos trató impecable en todo momento, a pesar de llevar encima todo el merchandising celeste y una bandera de Peñarol. Inclusive, nos preguntaron en un kiosco con qué carne era que se hacía el chivito. Varias horas antes del partido (creo que cinco) salimos para el estadio de Colón. Nos dijeron que tuviéramos cuidado con los alrededores del estadio, ya que por ahí "asaltaron a Rambo", a decir del bambino. Los boleteros además de sacar el talón de la entrada, la rompían un poco en la parte de arriba. Después descubrí que era para ver si eran originales, ya que habían muchas truchas en la vuelta y las originales tenían como una parte roja adentro. Adentro del estadio vendían cerveza (sin alcohol, pero cerveza al fin), algo más que extraño para quien está acostumbrado al fútbol uruguayo. Al llegar a la tribuna (atrás del arco que hizo el gol el ruso) descubrimos que la separación de hinchadas no corría: todos juntos, argentinos y uruguayos. A pesar de la intensidad del partido y del resultado final, no hubo el más mínimo incidente. Las tribunas, hechas en una bajada pronunciada, daban la sensación de que si empezabas a rodar para abajo no parabas hasta terminar en la cancha.
Y después, el partido. Los himnos, el gol del ruso, el gol de Higuain, la expulsión del ruso, el partido de la vida que se jugaron Suárez y Muslera, las constantes referencias de la tribuna argentina sobre Zaira para con Forlán, el alargue, y los penales. En un clásico, la hinchada del cuadro que termina derrotado igual canta, para no demostrar su dolor por la derrota. En ese partido, cuando erró el penal Tévez y después que lo hizo el pelado Cáceres, el silencio de los argentinos fue enorme. Juro que parecían muertos en vida, no lo podían creer. Mientras que la alegría de nosotros era inmensa. Vivimos un momento histórico, y por suerte pudimos estar ahí. Me funcionó el instinto. Porque si hubiéramos perdido me tenía que colgar de las pelotas. Valió la pena el esfuerzo económico.
Después del partido estuvimos 3 horas o más para salir, nos apagaron las luces, nos pusieron a Pagani a hacer un móvil en la cancha, el que recibió de inmediato todo el cariño de los simpatizantes celestes que allí estábamos. A la salida había un cordón policial de 300 policías más a menos para custodiar la salida nuestra, pero por suerte no nos estaban esperando afuera para cascarnos. Es más, los que estaban en la calle vendiendo comida nos felicitaban por el triunfo.
Así fue que viví el momento futbolístico más importante de mi vida. No por el triunfo ante los hermanos Argentinos, sino porque salimos con mi novia en cámara celeste. Nunca me voy a olvidar de eso
muy buena la recopilación de eventos...esto merecía una entrada propia con imágenes y el video de Regio Gordis!!!! Feliciteiyons!!!!
Que linda historia Maxi!
Gracias Kurco! Es linda de contarla porque se ganó. Si no, otra que amarga Vesubio...
Amarga la Vesu??
Te fuiste al carajo...
Te felicito Maxi, la colgaste del angulo
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