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Mientras la gente se cuestiona por qué Carrasco
usa lentes de sol en plena noche invernal, espera más de Forlán y se esfuerza
por pedirle a Tabárez que cite a Porras o a Romario Acuña, nos detuvimos a
analizar el estado de los escenarios en los que se desarrolla el fútbol nuestro
de cada fin de semana. Tanto aquel que merece bloques enteros de atención como
el que se limita a un compacto de una centena de segundos donde no hay tiempo
para repeticiones o análisis profundos.
Publicada en Brecha, 28-08-2015
Basta ver una edición
del programa Pasión (VTV, domingos, 22 horas) para comprender que las canchas
del fútbol uruguayo pasan por el mejor momento de su centenaria historia. Con
excepción del Parque Nasazzi (construido, al parecer, en la única zona del
Prado en la que el pasto crece de forma despareja), las otras 15 canchas del
profesionalismo uruguayo se mueven entre la dignidad y la excelencia. Vamos
camino a que el eterno “mal estado de nuestras canchas” ya no sirva para
explicar el nivel no del todo excelso de algunos partidos.
Sin embargo, la
situación cambia cuando levamos nuestra vista más allá de los límites del
–ahora sí– verde césped. Las tribunas de
la mayoría de los estadios parecen no haber sido tocadas por el hombre o la
mujer en las últimas 5 ó 6 décadas. No sería demasiado aventurado arriesgar que
hombres como Osvaldo Roberto o Federico Omar Saroldi estaban vivos cuando se
introdujo el último cambio estructural en los escenarios homónimos. Pero no
hace falta ser un equipo “en desarrollo” para estar en falta.
Grandes problemas
Según el Reglamento
General de la Asociación Uruguaya de Fútbol, aquellos clubes que pretendan
integrar el profesionalismo deberán “contar con campo de juego en propiedad o
uso exclusivo, con habilitación municipal vigente y capacidad locativa mínima
determinada por la A.U.F. de 2.000 espectadores sentados, para los clubes de la Liga Profesional de Primera
División”.
Rápidamente, más allá
de comprender que Peñarol no tiene al día de hoy un estadio propio o de uso
exclusivo con habilitación municipal vigente (como Nacional tampoco lo tuvo
durante los años en los que el Parque Central albergaba espectáculos tales como
“La Feria de la Alimentación”), nos vemos obligados a consultar las
disposiciones departamentales relativas a los escenarios deportivos para
intentar deducir si los estadios del fútbol uruguayo deberían o no estar
habilitados.
La respuesta parece
ser no positiva para el caso de nuestras instituciones más representativas. Es
que el artículo R.1531 del Digesto Departamental de la Intendencia de
Montevideo, relativo a la visibilidad de los escenarios en los que se
desarrollan espectáculos deportivos, establece que “desde cada una de las
localidades con asiento o de pie deberá verse toda el área destinada a la
exhibición del espectáculo”. Palabras más que suficientes para inhabilitar el
sector del Parque Central destinado al público visitante, tanto como las
plateas del Estadio Centenario (en la Olímpica no se ve debido a la publicidad
estática, y en la América debido a los bancos de suplentes y al Pelado
Pastorino que entorpecen la visual).
Pero el mencionado
artículo es aún más contundente al especificar que “en los sectores de
localidades con asiento no será permitida la presencia de espectadores de pie”.
Claro que no establece los mecanismos destinados a hacerle comprender a la
parcialidad carbonera que no está permitido el levantarse del asiento, ni
siquiera en caso de que se produzca algo inesperado, tal como un quite de Diogo
o un cambio ofensivo de Bengoechea.
Pequeñas soluciones
Dice el artículo
R.1777 del Digesto, relativo a la conservación de los escenarios deportivos:
“las instalaciones libradas al público, deberán ser mantenidas permanentemente
en perfecto estado de conservación , uso, funcionamiento, seguridad, higiene,
salubridad y estética, no obstante el permiso de uso que se hubiese concedido o
admitido con anterioridad”.
Lo dicho: el ver tribunas
prefabricadas desvencijadas es moneda corriente en las canchas chicas. La
posibilidad de que a alguien se le caiga entre los huecos de las gradas y
pierda para siempre el celular, las llaves de la casa, la billetera o hasta un
niño son elevadísimas en buena parte de los escenarios menores, incluso en los
de clubes como Defensor Sporting a las que uno se vería tentado a exigirle un
cuidado mayor por preservar la integridad de los espectadores.
En lo que va del
siglo, solo Danubio y Nacional han incorporado modificaciones significativas en
sus escenarios deportivos. A ellos, afortunadamente, se sumará Peñarol. El resto
apenas si ha emparchado las construcciones preexistentes, pintando acá,
cambiando el alambrado allá o agregando tres filas de asientos acullá. Las
mismas instituciones que se rasgan las vestiduras exigiendo que se las deje
oficiar de local ante los grandes (siempre y cuando el grande en cuestión no
venga primero, en cuyo caso, privilegiará “lo económico”), son las que no
parecen preocuparse por detalles que parecen básicos, tales como presentar un
baño en condiciones.
En cualquier caso, las
exigencias deberían ser las mismas, ya sea que uno reciba a Peñarol o a El
Tanque. Más que preocuparnos por darle cabida a 5.000 hinchas de cuadro grande
(cantidad exigida para poder recibirlo), ¿no será mejor asegurarnos de
brindarle condiciones dignas a 2.000, sean del cuadro que sean?
Ni que hablar de las
“comodidades” (por llamarlas de alguna manera) que se le brindan a la prensa.
Muchos equipos que se quejan porque las radios no transmiten desde sus
estadios, no son capaces de asegurar lo mínimo: un techo para que los equipos
no se mojen y el periodista no fallezca electrocutado.
Efecto cine
En nuestro país, hace
algunos años, el público asistente a las salas de cine se multiplicó gracias a
la proliferación de salas más pequeñas y
cómodas para el espectador y la espectadora, que volvieron a poner al cine de
moda luego de años complicados. A nuestro fútbol no le pedimos butacas con
lugar para apoyar la tortafrita o el choripán, pero si estamos en condiciones
de exigir que el artículo R.1777 se cumpla aunque sea un poco.
Quizás el buen estado
de las canchas en contraste con el triste nivel de los estadios sirva para
explicar por qué seguimos teniendo al fútbol más productor de talento y –al
mismo tiempo– al menos vendible del mundo.
14 comentarios:
Una vez fui a la cancha de Progreso a ver al river de JR, y se me cayó la tapita de las pilas de la radio AM. Nucna más volví a saber de ella.
Simpatizo con Cerro pero el estadio de Rampla Jr. es el mas lindo. Tiene esa decadencia montevideana como en libros la plasmaba benedetti.
En oto orden cuanto peores sean nuestras canchas mas grande es nuestro fútbol y sus conquistas.
Hay que poner lonas dibujadas con gente en las tribunas. Y listo el pollo
Bo, Reyes tiene razón.
Tengo sueño pa leer toda la nota pero lo noté el otro día en no me acuerdo qué partido. Estoy hablando del tema del field de los estadios.
Por suerte se cumple la parte de higiene y salubridad, no?
La falange carbonera ha desarrollado un simpático modo de evitar caer en el incumplimiento del art. 1531, transformando las localidades otrora con asiento en localidades sin asiento. Peñarol inteligencia.
Comparto plenamente, Reyes.
Y creo que muchos escudan su descuido, aduciendo argumentos como los de Kurco: "la hermosa decadencia montevideana", primos hermanos del famoso "folkore del fútbol" y todos esos conceptos infames.
Muy bien Reyes.
Lo había leído en papel y en la pantalla no se desmerece...
No sólo de pasto vive el hombre (y la mujer).
Me trae a la mente los comentarios de gilastrunes diciendo que si el Barcelona iba a la cancha del Eibar, porque los grandes no podían ir al Parque Fossa...
Ya quisiera alguna cancha uruguaya (estadio centenario incluido) tener las comodidades de la cancha del Eibar.
Aparte de que como siempre la solución mas practica sea la del Pordio.
Gracias por tanto amor.
Dejate vencer
No son conceptos infames. Estamos hablando de fútbol, un deporte en un país tercermundista de 3 millones de habitantes donde calculale hay un potencial de ponele un millón (reventando)que tienen la posibilidad de ir a la cancha porque 99% de los partidos se juegan en montevideo. Donde la mitad es de un cuadro que juega casi siempre en el estadio, otro poco de otro que tiene su estadio, otros poquitos que mueven 200 hinchas con estadio propio, etc. y lo podés ver por tele. En suma, nadie que no viva del fútbol va a hacer mucho por él. Trabajo de mucho pero no suficientes y negocio de poco, muy pocos. Disfrutémoslo mientras dure. Además, son jugadores de fútbol, el mundo les da demasiada trascendecia, no aportan mucho a la sociedad y por suerte acá no pasa de que te vas un domingo a cagarte de frío o que arranque a llover viendo millonarios jugando a la pelota.
Mirá que hay que ser vejiga para ir como fueron a esperar cagados de frío a suárez cuando lo echaron del mundial...y ni bola les dió y después en la casa ni al portón salió, parecía Evita en el balcón. Capaz que se moría de hambre o tristeza por lo del mundial...por favor. Qué queda para el ciudadano de a pie? Que arranquen pa las 8 horas.
Si será deforme todo que le pagan a dos para que hablen de a uno a la vez sobre quién entra y quién sale mientras te lo repite el relator y el comentarista mete un pequeño resumen de cómo jugó. O sea, necesitamos 3 personas pa avisarte un cambio...deja deja...
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