Once contra cinco

Resulta claro que las alegrías provocadas por el proceso de Tabárez al frente de la selección uruguaya de fútbol no ha encontrado eco en la del segundo deporte más popular del país -el básquetbol- cuyo seleccionado lleva ya mucho tiempo sin campañas exitosas. A continuación intentaremos analizar qué le está faltando a nuestro básquetbol para poder trascender internacionalmente, y así servirnos de paliativo para cuando el fútbol deje de sonreírnos. 
(Publicado en Brecha, 20-09-13)

En el corazón del hincha uruguayo no hay nada que compita con su amor por el fútbol. No es casualidad que los representantes celestes de otros deportes hayan encontrado su punto más alto de destaque cuando al fútbol comenzó a irle mal. Así fue que nos enteramos que existía un Mundial de Rugby cuando los Teros clasificaron dos veces seguidas, y casi salimos a 18 cuando le ganamos a los argentinos por las semifinales del fútbol playa haciendo trampa. A nivel individual, Trelles, Wynants, Filippini, Llerena y hasta Namús fueron efímeros depositarios de la siempre presente necesidad de los pueblos por tener un ídolo deportivo.

Pero en 2010 llegamos a semifinales del Mundial y dejaron de importarnos. 

Con el básquetbol, la situación es diferente: el arraigo barrial de los equipos y la trascendencia que la empresa Tenfield le da a este deporte provocan que las experiencias de los quintetos celestes sigan siendo seguidas con atención. Sin embargo, y salvo algunos triunfos aislados (en el último Pre Mundial Uruguay le ganó a Brasil, algo que no pasaba desde la instauración de la línea de 3 puntos), la musculosa celeste no ha conseguido trascender la lucha por el tercer puesto a nivel sudamericano. 

¿Qué le falta a la selección de básquetbol para sumarse al carro del éxito comandado por la de fútbol? He aquí una lista de factores que buscan explicar las diferencias entre ambos campos, con la esperanza de nivelar hacia arriba.

1- Intangibilidad de los objetivos

En el fútbol, los objetivos de la selección uruguaya parecen claros: con clasificar a los Mundiales y llegar a semifinales de la Copa América, estás hecho. En el básquetbol sudamericano, con sus condiciones tan desiguales (un jugador de Guruyú Waston puede tener que marcar a otro de Indiana Pacers), es imposible definir un proceso sobre la base de los resultados fríos, al depender de factores no manejables tales como si Argentina o Brasil compiten con todo su poderío, o si Jason Granger se levantó con ganas de jugar por Uruguay. 

A ese respecto, Pablo López -entrenador de la selección uruguaya de básquetbol- comentó a Brecha que se apunta a que la ubicación final en los torneos "esté de acuerdo al proceso del equipo, proponiendo metas ambiciosas para hacer mejores preparaciones con objetivos ascendentes". Conceptos difíciles de interpretar para el "hincha tipo", quien muchas veces influenciado por el periodismo especializado, maneja un esquema binario donde solo hay lugar para el campeón o el fracaso.

2- Menor recambio

Si hoy se lesiona Lugano, puede jugar Josema. Si mañana Forlán se retira, será tiempo de Gastón. Si pasado mañana Cavani deja el fútbol para convertirse en pastor, podrá jugar el Diente. La cantera parece más inagotable que nunca.

En el básquetbol, el recambio no es tan lineal. Para el técnico López, la cuestión pasa por el "crecimiento y desarrollo de una base de jugadores, con la combinación de jugadores en su plenitud y otros en evolución continua, contemplando el corto y mediano plazo". ¿Cómo hacerle entender estos criterios al aficionado que sigue a su equipo pero que desconoce la diferencia entre un "pick and roll" y una butifarra? Máxime cuando quienes podrían ejercer el rol de mediadores entre la compleja realidad de un deporte técnica y tácticamente tan rico como el básquetbol, y el espectador inexperto, se comportan como un hincha más. Lo que nos lleva al tercer punto: 

3- Una mirada única

El espectro periodístico futbolístico es muy amplio. Incluso en el medio poseedor de los derechos televisivos uno puede encontrar quienes han apoyado desde el principio a Tabárez, quienes lo endiosan cuando gana y matan cuando pierde, y quienes han hecho lobby para echarlo porque no les dio una nota en exclusiva. Sin embargo, en el básquetbol las opciones son mucho más escasas, y la "opinión del periodismo" está centrada en apenas cuatro personas que relatan y comentan los partidos en televisión y en la radio deportiva más escuchada. 

Para Pablo López, "la falta de análisis sobre el juego en el plano colectivo para el alto rendimiento, sin poner énfasis en las condiciones y capacitación de los protagonistas, condiciona el desarrollo del deporte". Y no podemos más que coincidir. Habilitar nuevas lecturas de la realidad de nuestro baloncesto que profundice en aspectos técnicos y que lleve el análisis más allá del "ganó - perdió" o el "me cae bien - me cae mal", es un desafío a tener en cuenta.

A comprar la idea

Si en algo coinciden ambas realidades, es que nuestras figuras máximas en ambos universos se han desarrollado en ligas extranjeras, mucho más competitivas que las nuestras. Nadie duda que Forlán es mucho mejor jugador hoy que hace diez años, del mismo modo que Cavani tiene hoy una autoconfianza y un despliegue físico que no tenía cuando era suplente en Danubio. En básquetbol, "los jugadores completan su formación en ligas profesionales con una competencia de mayor calidad que devuelve a la selección un nivel más alto de rendimiento, si se pone al servicio del colectivo. Situación que el Maestro Tabárez ha conseguido como conductor del equipo", explica López. "Necesitamos desarrollar jugadores que puedan completar su carrera deportiva en ligas más profesionales que las nuestras y que sientan el compromiso y orgullo de representar a su país en los torneos internacionales", sentencia.

Lo que parece estar faltando en el básquetbol es esa "química de equipo" que sí está presente en el fútbol, y que he llevado a que en 7 años de proceso no se recuerde ninguna crítica seria al entrenador proveniente de jugadores que hubieren pasado por el seleccionado[i]. Claro que siempre es más sencillo generar conciencia de grupo cuando las cosas andan bien, me dirá usted. Y agregará que cuando tocó perder tres partidos seguidos, comenzaron a aflorar los rumores de que tal no se hablaba con cual. Y tendrá razón. Pero ahí surgió la figura del capitán Lugano, que podrá perder un mano a mano con el centrodelantero rival, pero cuyo manejo del grupo ha sido irreprochable.

Parte del desafío del básquetbol uruguayo estará en buscar generar esa química técnico - jugadores, que durante los últimos tres procesos parece haberse hecho desear. Para lo cual, mientras Lugano no decida jugar de ayuda-base, será necesario el compromiso de los líderes del plantel.

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[i] La única crítica que recuerdo provino del Lolo Estoyanoff. Pero el Lolo Estoyanoff no es serio.