“Cuando uno quiere algo con mucha fuerza lo consigue”
“Cuando uno quiere algo con mucha fuerza lo consigue” decía mi tío, y eso pensaba mientras estaba sentado (haciendo fuerza) en el water (en el del baño de mi casa y en ningún otro). Repentinamente un vago pensamiento (paralelo a dicho dicho) me perturbó: ¿Por qué dicen que los gatos caen siempre sobre sus patas? Esa era mi interrogante que venía seguida por otra que era mas o menos así: ¿Por qué me hago preguntas tan estúpidas que no le importan a nadie y que muchas veces ya fueron respondidas por alguien más inteligente que yo (como aquella vez que me cuestioné sobre si la tierra era redonda o chata, y después me fijé en la enciclopedia y decía que un tal Colón ya lo había demostrado)?
Pero mi interrogante seguía puesta y yo no encontraba la respuesta aún. ¿Sería un embrujo? ¿Una cuestión genética (no tenía ni idea de que eran los “genes” pero mi tío me había dicho algo sobre mi padre y yo y creo que no era una expresión muy feliz)? ¿Sería “cosa de mandinga” (como decía la vieja Popa)…? ¡La vieja Popa tenía un gato! Sí… tenía bigotes lagos, ojos anaranjados, un pelaje atigrado, cuatro patas (el gato, no
Salí del baño sin conseguir lo que quería y habiendo olvidado por completo mi “dilema banal” (o bañal, como se quiera) y me dispuse a ver la tele, que ya estaba prendida en el Discovery Chanel. ¡Qué raro! Yo nunca miro esas cosas. Estaba tirado en la cama y no cambié de canal porque mi “bohemiez” (no, no soy hincha de Wander’) no me permitía siquiera levantarme para ir a buscar el control, que se encontraba sobre la cómoda, dos metros más adelante. De repente mis ojos salieron de sus órbitas (tranquilos, es solo una expresión, esto no se está convirtiendo en un cuento de terror ni en un libro de Stephen King), no podía creer lo que veía. Algún pelado de esos estaba protagonizando un documental de esos en un canal de esos y, pa’ seguir la rima nomás, mis pies tenían olor a queso (no tiene nada que ver pero quedaba bien en el poemita). Como decía, hablaban sobre los gatos y sobre cómo caen… Mi ira llego a acumularse hasta que llegó al punto de que si me hubiesen echado un balde de agua helada sobre mi cabeza esta hubiese hervido a niveles indescriptibles (no es una metáfora difícil, piénsenla); cacé el televisor de donde pude y lo saqué para el patio. Acto seguido le empecé a pegar patadas como si fuera Suárez en un partido de las eliminatoiras. Evidentemente en este momento la imagen ya no existía y el televisor estaba desenchufado. Pero yo seguía pateando y el problema no estaba en el daño que yo le estuviese haciendo al aparato ni a mi pié, sino que la complicación radicaba en que mi patio da al frente y no al fondo y en que en las caras de mis vecinos y de los peatones, que se habían amontonado frente a la puerta de mi hogar para observar el espectáculo y aprovechar para hacer apuestas (vaya uno a saber sobre qué), se adivinaba una extraña combinación entre susto, risa y pena (esta mueca resultaba en algunos una tragicómica faceta, capaz de hacer palpitar al propio Jim Carrey. Mi figura social, como decía, se vio degradada a tal punto que ahora vivo encerrado en mi nueva casa, con las luces apagadas, no salgo por nada en el mundo, y, en mi oscura pieza, cual rata de cloaca (disculpen la expresión) vivo muriendo minuto a minuto, curtiendo Discovery a full.
3 comentarios:
lindo cuentito (pa leerlo resaqueao,sobretodo)
Bien loco, bien.
Yo siempre había pensado esa frase en otro sentido.
Luego me di cuenta que tenía cierto valor místico, cuasi-mágico, ya que se acostumbra pensar de la sig. forma:
"Cuando uno quiere algo con mucha fuerza...lo consigue" (magia)
Yo la pensaba así:
"Cuando uno quiere algo...con mucha fuerza lo consigue"
Mal yo. Me siento medio como un nabo, pero ahora lo veo obvio. Mi interpretación no tenía ninguna magia.
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