Con motivo del Mundial de Clubes, en una
entrevista televisiva le preguntaron a uno de los futbolistas de San Lorenzo –no
recuerdo cuál, acostumbrado a que normalmente sólo hablen con Buffarini- cómo
se imaginaba el partido con el Auckland City de Nueva Zelanda. Siendo
generosos, podríamos suponer que el plantel argentino hubiera visto un par de
DVDs con partidos de tan ignoto rival pero sin embargo, ¿qué podría comentar
razonablemente un tipo que probablemente desconocía tres días antes la
existencia de ese país?.
La culpa no es del chancho sino del que le
pone el micrófono. Si durante las 30 fechas (o 34 o 38) que dura un campeonato,
el periodismo hace siempre las mismas preguntas insípidas y superficiales (¿Por
qué ganó tu cuadro?; ¿Qué partido te imaginás?; ¿Cómo se sale de esta crisis?)
no esperemos más que sanata y palabrerío barato que sólo sirve para llenar
espacios que deberían usarse para cosas más útiles.
Si perdieron, dicen que si hubieran entrado
las únicas dos pelotas que fueron al arco, otro hubiera sido el resultado,
olvidándose de las quince que tiraron los rivales. Si ganaron, se atribuye el
resultado más que al buen juego y/o a la casualidad, a la unidad del grupo y a
la fortaleza mental de sus integrantes. Mis preferidos son aquellos que dicen
que jamás hablan de los árbitros para descerrajar inmediatamente todo tipo de
acusaciones a ese juez al que nunca criticarán.
Los argentinos tienen una expresión que me
parece muy acertada, aunque haya quedado tecnológicamente un poco demodé:
“ponerse el casette”. Ese técnico que dice que van tener un partido duro porque
se enfrentan a un gran rival o ese centrodelantero que insulta a sus compañeros
cada vez que no se la pasan cerca del área, pero declara que lo importante es
que el equipo gane más allá de quien haga el gol, se ponen el casette más
descarado de lo correctamente deportivo, recitando su verso de memoria con la
misma convicción con la que un escolar declama una proclama patriótica en algún
feriado de mitad de año.
Cuando un plantel no habla más con la prensa
–en nuestro país, generalmente Peñarol- los periodistas protestan que los
máximos perjudicados son los hinchas que no van a poder tener la palabra de sus
ídolos. Viendo y oyendo lo que éstos responden semana tras semana, no parece
perderse mucho. Sin embargo, para los medios no parece haber nada más
imprescindible que esa sucesión de frases huecas, tan iguales unas a otras. El
peor caso es el de Sportcenter (ESPN) que suele interrumpir el resumen de las
mejores jugadas de algún partido interesante para dar “en vivo” las
declaraciones de Gallardo, Cocca o Arruabarrena. O de Buffarini.
Los aficionados uruguayos que tienen la edad
suficiente recuerdan claramente a Elio Montaño, delantero santafesino de
destacada actuación en el aurinegro de los tempranos 60. No sólo era muy buen
jugador –dicen- sino que se destacaba por su carácter excéntrico, especialmente
su manía por relatar los partidos al mismo tiempo que los jugaba: “–La tiene el
“Loco” Montaño, lo viene a marcar un morocho chueco que es espantoso, el
fabuloso Montaño le va a tirar un caño…”. Lo peor de todo es que se lo tiraba
al chueco, nomás.
Cada vez que tengo que bajar el volumen a la
televisión por alguna conferencia de prensa, me pongo a pensar si no estaremos
necesitando un “Loco” Montaño que patee el tablero y se divierta, aunque cometa
el pecado de babosear un poco a su
rival. O de un “Pulpa” Etchamendy –DT del Nacional campeón con Artime, Manga y
tantos otros- que cuando le preguntaron cómo veía el partido, contestó:
“-Pegado a la raya, del lado de afuera”.
(Publicado en Brecha el 16/01/15)
10 comentarios:
¿Alguien me puede prestar ese libro, acaso?
Bastante buena la nota pero hay que seguir trabajando en la semana.
Y... uno es medio tronco.
Aparte la recorté, tenía material para el doble.
Como se puede ver, estoy haciendo declaraciones con excusas vanas.
Fagalde:
1) Excelente columna. Comparto tu odio hacia las declaraciones deportivas.
2) Tengo ese libro del Pulpa Etchamendy. Haceme acordar y te lo llevo a la misión. Eso sí, te advierto: a mí no me gustó, más que nada por lo feo que está escrito.
Me da mucha impresión el apodo "Pulpa".
el riesgo está en que si alguna vez un futbolista (o quien sea) le contesta algo inusual a las clásicas preguntas boludas, puede que sea acusado de querer "dar lecciones de periodismo" como ocurrió con el veloz puntero huidobro hace poco.
digo, me parece a mí...
Hay varias cuestiones que generan esto.
La principal es que el espacio que deben llenar los medios con el deporte es cada vez más grande y no hay suficiente material potable.
Por lo tanto, apelan a esto que dice Fagalde.
Gracias, Nachin. Eterno pendex del periodismo vernaculo.
Es cierto. Huidobro es un milico inusual.
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