Salada la canchita: Gringo culero!

De paso por el aeropuerto O'Hara de Chicago, y bastante temeroso de mi pedorro inglés, me acerco a comprar morfi en un puesto de tacos mexicanos y cuando le espeto el: "Yu spik espanish?" el chamaco -con bigotitos a los costados, como si fuera necesario- me contesta: -Claro, señor. Acá no hablamos gringo. Y me hizo descuento.   

Por razones que ignoro, cuando anduve por los Unaitedsteits me sentí chicano militante. Y eso que no me pasó nada, ni siquiera tuvieron la decencia de ponerme cara de traste por ser inmigrante. Bueno, en realidad no era más que un turista uruguayo de paso. Y blanquito.


Sergio Arau -ni idea si es pariente del Alfonso Arau director de esa berretada fashion que fue "Como agua para chocolate- es algo así como uno de los principales defensores de la cultura latina inserta en la superpotencia del Norte. Pintor, creador de lo que irónicamente ha llamado "Art Nacó" -la segunda ilustración es una muestra de qué quiere decir con eso- debutó en el largometraje en 2004 con la muy socarrona Un día sin mexicanos.

 Presentada en Cinemateca en algún Festival, extrañamente no estrenada comercialmente después (por la propia institución, no va a ser por las cadenas movies, por cierto), la película comienza con el despertar de una familia tipo en California que descubre que su empleada doméstica latina con cama no está en la casa.

Bueno, de eso se trata. Por alguna razón misteriosa, en la ciudad no queda ni un solo de esos fucking mestizos y la vida diaria se comienza a complicar porque no hay a disposición nadie que haga esos trabajos que ni en pedo los yanquis están dispuestos a realizar.

El discurso es obvio y va contra de los ataques demagógicos tan de moda aún de quienes les echan la culpa de todos los males a los inmigrantes que sin embargo, son un factor fundamental en las economías de los mismos países que utilizan -exitosamente, todo hay que decirlo- esos ataques xenófobos para azuzar los bajos instintos de los votantes. No sé si como en esta película que se complace en presentar Salada la canchita, pero sí que se les complicaría bastante la vida a primermundistas varios si dejaran de contar con la  mano de obra barata y esforzada que representan esos tipos de "color extraño", como cantaba Ruben Blades.

Pese a lo que parece, el filme de Arau  no es un panfleto facilongo, sino en realidad una comedia más bien amable, inteligente y sarcática. No es el discurso bienpensante lleno de sentencias grandilocuentes para que cualquier estúpido entienda -a vos, Pablo Coelho, te estoy hablando- sino una película simple, clásica, efectiva y que -si llegaron a verla, cosa que dificulto- podría hacer pensar a más de un W.A.S.P. que ande en la vuelta.

Posteriormente -según IMDB.com- sólo realizó en 2010 "Naco es chido", donde por el título parecería seguir incurriendo en la misma temática.