La fiesta de medio país

Días atrás, el presidente carbonero soltó -muy suelto de cuerpo- que el de este domingo "será el penúltimo clásico con Peñarol de local en el Centenario". Es que Juan Pedro Damiani afirma que las obras del estadio aurinegro vienen -según él- avanzando a buen ritmo, y no tardará el día en que haya que trasladarse hasta Jacksonville para disfrutar de la "fiesta popular". Y claro está que el día que eso pase -o acaso antes- Nacional hará lo propio. Lo que nos lleva a cuestionarnos los pro y los contra de este fenómeno.

Publicado en Brecha, antes del 5 a 0.

Para comenzar vale acotar que, aunque pueda no resultar cómodo para la mayoría de sus hinchas, ni para las empresas de transporte suburbano que deberán reforzar sus servicios los días de partido, el hecho de que Peñarol tenga su estadio propio habilitado viene a cubrir un "vacío" que se viene arrastrando desde los remotos tiempos del último encuentro disputado en Las Acacias, allá por 1997.

El Reglamento de Primera División de la Asociación Uruguaya de Fútbol establece, en primer inciso de su artículo 83, que "los clubes profesionales tienen obligación de presentar campos de juego, propios o de uso exclusivo, en las condiciones reglamentarias, establecidas por la A.U.F.". Peñarol juega un promedio de 28 de 30 partidos por año en el Estadio Centenario, que no es ni propio (salvo la tribuna Ámsterdam) ni exclusivo (allí juegan Nacional, Paul McCartney, One Direction, etc.) Por ende, Peñarol ha venido jugando en condiciones no reglamentarias desde principios de siglo, situación que verá su fin cuando el balón comience a rodar sobre el verde gramado de su futuro escenario, cuyo nombre aún no se ha confirmado.[i]

Claro está que no fantaseamos con que a Peñarol se le retiren los Campeonatos Uruguayos que ha obtenido en la última década -que son apenas dos, pese a la consabida conspiración montada por Tenfield y apoyada por el Colegio de Árbitros para favorecerlo- ni mucho menos. Más bien tiendo a pensar que la omisión estuvo en no haber incluido en los reglamentos de la AUF una cláusula que establezca algo así como "sin perjuicio de lo cual, cada uno de los presentes artículos carecerá de validez toda vez que perjudique los intereses de Peñarol, Nacional y/o la empresa poseedora de los derechos de imagen del fútbol uruguayo, sea cual fuere".

Pero más allá de ello, que Peñarol cuente con su estadio propio tendrá otras ventajas:

·         El elenco mirasol ya no jugará todos sus partidos en el mismo estadio. Ahora pasará a jugarlos en dos.

·         El campeonato uruguayo tendrá a otro equipo oriundo del interior, ante los siempre amenazantes descensos de Juventud y Cerro Largo.

·         "Jacksonville" habilita la rima fácil, ideal para las canciones de barrabrava. Por ejemplo:

                               Siga el baile, siga el baile,

                               al compás del tamboril.

                               Que esta tarde enfrentaremos,

                               al gran team de Jacksonville.

·         El piso del Estadio Centenario estará mejor que nunca. O terminaremos por concluir que el Ingeniero Invernizzi nos ha estado mintiendo durante los últimos 25 años.

Como decíamos, ni bien el estadio carbonero esté medianamente pronto, Nacional pretenderá recibir a Peñarol en el Parque Central, y le destinará a los hinchas aurinegros esa franja de la tribuna Scarone con cercas para ese entonces electrificadas, desde la que tan bien se disfruta del fútbol y del combate cuerpo a cuerpo (para ese entonces, acaso con la policía militarizada propuesta por Larrañaga).

Salvo que suceda algo extraño, la historia no puede tener otro final que este: tras un par de experiencias nefastas, se optará por jugar los clásicos sin público visitante. Entonces, para la hinchada de los equipos grandes, la experiencia de jugar un clásico será similar a la de enfrentar a alguno de los 18 equipos chicos que tendrá el Uruguayo para ese entonces (me refiero estrictamente a los que encuentran dificultades en sumar 50 hinchas).

Quedará apenas un detalle por resolver: ¿qué hacer con los relatores partidarios? ¿La normativa de impedir la presencia de hinchas visitantes, abarcará también a Javier Moreira y Enrique Hananía y José María Mansilla? ¿O relatarán por sistema "off view"?

En cualquier caso, es un precio que estamos dispuestos a pagar quienes, cuando vamos a un clásico, nos sentimos violentados por cánticos, gritos y pancartas de uno y otro. Seguramente seguirán cantando y gritando lo mismo, pero al menos disminuirán las chances de que la violencia verbal derive en la física.

Tal parece que cada sociedad tiene el clásico que se merece. No deberíamos sorprendernos tanto, si vemos que las encuestas marcan que la mayoría de nosotros piensa que la inseguridad se soluciona encarcelando adolescentes, o si tenemos en cuenta que la vedete del período electoral es Alcides Ghiggia, quien tendrá 93 años al término del próximo ejercicio.[ii]

Capaz que nos damos cuenta que gritar un gol en un clásico, sin tener la tribuna rival hecha postal enfrente, ya no es tan divertido. Y tomamos medidas serias para que todos los que quieran hacerle sentir a sus hijos e hijas que no hay nada más hermoso que ganar un clásico en la hora, puedan hacerlo.

Pero aún no estamos preparados para tanto. 

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[i] Nombres sugeridos: "Independencia aurinegra", "Monumental Juan Pedro", "Morena Arena". Y pueden usarlos.

[ii] Al cierre de esta edición, además de Ghiggia, confirmaron su no pertenencia al Espacio Celeste: Enzo Francescoli, Marcelo Capalbo, Daniel Fonseca, Ruben Sosa, Toto Schillaci, Claudio Caniggia, Paul McCartney, Morgan Freeman, Brad Pitt y Glenda Rondán.