No sé
usted, pero yo extrañaba perder. Y no perder como en Sudáfrica, dejando todo en
la cancha, con incertidumbre hasta el final, con aquella sensación del Maestro
respecto a que la forma ideal de perder se debe parecer mucho a aquella que experimentamos
en el partido ante Holanda.
No. Yo
extrañaba perder así. Jugando poco y ligando menos. Con rendimientos
individuales decepcionantes y colectivos inexistentes. Con tribunas que
abucheaban a los nuestros y vivaban a nuestro rival ocasional, quienquiera que
fuere. Desde aquel equipo alemán que enfrentó al representativo aliado de Pelé,
Ardiles y Stallone en la película Escape
a la Victoria, que no se veía un seleccionado tan impopular, apenas
alentado por esos seis inadaptados (uno de ellos vinculado afectivamente con el
señor Dabezies) que formaban la palabra “Suárez” solitariamente en las tribunas
británicas.
¿Qué no
tuvo la selección olímpica que sí tuvieron la del 2010 y la del 2011? Para
empezar, buenos jugadores. Resulta claro que Lugano, loco como él solo como es,
de momento es mejor zaguero que Rolín. Y el Mono Pereira, aunque carente de
carisma, anda mejor que Albín y que Aguirregaray juntos. Y así sucesivamente.
Si a eso le sumamos que Suárez dedicó todas sus energías a no reaccionar violentamente
ante las provocaciones flemáticas, que Cavani jugó como el culo, y que Egidio
perdió mucho tiempo en hacerle entender a los rivales que conviene usar casco y
cinturón de seguridad, el resultado no pudo haber sido más terrible.
A Emiratos
Árabes Unidos (aquel mismo país al que en el álbum de Italia 90 le dedicaron
apenas una página, motivando la burla a escala mundial), se le ganó de
casualidad. Tenían un peludito símil Bob Patiño que nos volvió locos, y si
hubieran terminado el primer tiempo 3 a 0 arriba, a nadie le hubiera llamado la
atención. Contra Senegal jugamos mejor, pero nos hicieron dos goles de córner,
de esos que podría haber hecho Eguren. Y contra los locales, el arquero
Buttland (traducción: “Ortolandia”) sacó un par de pelotas imposibles, en un
partido en el que quizás hubiésemos merecido mejor suerte.
.
.
Lo único
que empañó en algo la hazaña cuasi ochentosa del seleccionado sub 23 reforzado
fue el habernos retirado del certamen sin haber pegado una sola patada mal
intencionada. Un codazo, un escupitajo, un dedo mayor que va al cielo en
dirección al graderío, un “cállate, negro” que cruza la noche londinense. No,
nada. Una corrección sin precedentes, que de nada sirvió.
Para
complementar el viaje al pasado, sobre el final llegaron las siempre tan ponderables
como dignas actuaciones de los deportistas celestes. Primero fue el velocista
Andrés Silva, ex zaguero de Central Español y Nacional, quien según el Toto Da
Silveira llegó a ir primero durante su serie clasificatoria de los 400 metros llanos.
Pero no, el Doctor le erró de afrodescendiente con lentes espejados. El hombre
terminó último, y le echó la culpa a la presión ejercida por los medios
orientales, obligados a focalizarse en esos deportes que solo nos empiezan a
interesar cuando el fútbol queda eliminado.
Luego llegó
Déborah Rodríguez, por quien nadie daba dos mangos, y que tras haber bajado en
segundo y medio su récord personal amenaza con convertirse en la deportista
uruguaya más popular, aprovechando que Chris Namús no pasa su mejor momento.
Y por
último, mención para Alejandro Foglia, la verdadera estrella celeste en
Londres. El hombre salió 34 en Atenas, salió 17 en Pekín, y salió 8 en Londres.
Un claro ejercicio matemático nos permite augurar que en Río 2016 saldrá
cuarto, y que en 2020 (en juegos a celebrarse vaya a saber uno dónde) ganará la
plata, y será el nuevo Wynants pero sin la yerba Armiño.
“Abanderado
que anda bien no se toca” dijimos desde este mismo espacio, bregando por
mantener a Foglia en dicho rol cuando los exitistas de siempre pedían a Suárez.
Y cuánta
razón teníamos.
22 comentarios:
Notable.
Redondita la colurna!
Coincido con ambos nachos.
Pensé que lo de los sombreros al cielo en la inauguración iba a ser el nuevo pelota debajo del brazo, pero se ve que no.
Gracias, chicos. Los quiero.
Alguien lo tiene que decir: le doy.
Y de la columna, nada más que elogios. "Fill in the blanks" con los que se le cante:
.......................................
.......................................
.......................................
Lo mejor de todo fue el tuit de muñoz. Ahora sí, el salto al estrellato para el blog.
Deborah: pegame y llamame Regueira
Como dice Nacho, notable!!!
Le felicito señor director.
Capaz que mañana me arrepiento de lo que voy a decir, pero sos el uno, Reyes.
Perpicaz y certera la nota, tal como nos tiene acostumbrados el Sr. Reyes.
Nos odian y nos temen, razón por la cual no aceptan como disciplina olímpica, cosas en las que descollamos.
El día que hablar mal de los demás, sea considerado deporte olímpico, volveremos cargados de medallas.
Perpicaz y certera la nota, tal como nos tiene acostumbrados el Sr. Reyes.
Nos odian y nos temen, razón por la cual no aceptan como disciplina olímpica, cosas en las que descollamos.
El día que hablar mal de los demás, sea considerado deporte olímpico, volveremos cargados de medallas
a Deborah le doy hasta que Tabárez haga algo digno sin Forlán.
Esselente por todo concepto lo de Reyes.
no fue Collazo el abanderado?
Pero que bueno, che.
ahí le mandé fotito, señor diretor...
genial ese final de columna con la cabal demostracion del uso de la Matematica Gorzyniana...
De lo mejor que se ha publicado en este blog.
En lo único que podía pensar desde que leí el titulo hasta que termine de leer la entrada era en http://www.youtube.com/watch?v=Tgcc5V9Hu3g
mira quien apareció...
Aplauso, medalla (de oro), y beso
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