jueves, 12 de febrero de 2009

Con el diario del lunes

Esto de irse para afuera no es para cualquiera. Todo bien con eso de cambiar de aires, desenchufarse de la rutina, y la madre en coche. Pero con esto de que el fóbal empieza cada vez más temprano, se complica. Y más en año impar.

Porque no te voy a decir que me muero con los sub 20. De hecho, tengo 31 años y nunca vi a Uruguay campeón. Era lo suficientemente chico en el 81 como para no tenerle demasiado cariño al Tano Gutiérrez, aunque te juro que ahora a la distancia hasta extraño VTV. Igual, nunca me queda del todo claro si el Tano es el que elige la programación del canal, el que compra los jugadores o el que designa los árbitros. Pero pará, ya me estoy yendo de tema.

Como te decía, está muy complicado mantenerse al margen de los acontecimientos futbolísticos que se suceden durante la temporada estival. Me dirás “está la radio, hermano”. Pero no… no puedo, es más fuerte que yo. Me parte los nervios. Aparte hace un par de años que a Kesman me cuesta distinguirle los gritos de gol de las toses. ¿Sabés cuándo dejé de escuchar fútbol? La vez que llevé mi primer walkman a la cancha, ponele que allá por el 91. ¡No sabés la cantidad de jugadas de peligro que el relator ignoraba por darle paso al locutor comercial! Dejá quieto… vos sabés, yo soy muy desconfiado. Mirá si por escuchar la dirección de la casa de la afeitadora o la del chajá de la medallita me estoy perdiendo un centro al segundo palo. Ni en pedo… para eso prefiero no escuchar nada.

Estoy convencido de que la mejor forma de desasnarse de un resultado futbolístico sigue siendo el diario. Algo así como sacarse la curita un tirón, o buscarse en la cartelera de exámenes de la facultad. Sin medias tintas. A lo macho, diría Pinto. Por ahí te puede marear el titular, sobre todo estos ambiguos y modernosos que quedan tan lindos pero que uno los lee y se queda con la sensación de estar en deuda por no haberlo podido entender. Por eso conviene ir directamente a la parte de atrás y/o al suplemento. Y ahí sí: el desengaño o la gloria a tres columnas. Nada como la sensación de río estomacal revuelto seguida de un alivio interminable tras un triunfo inesperado. Son las pequeñas satisfacciones de la vida del hincha no presencial.

Por eso estas vacaciones han sido realmente difíciles de sobrellevar. Mucho fútbol, demasiado. Partidos todas las noches, y con varios frentes abiertos a la vez. Hasta con Peñarol me puse nervioso, con eso te digo todo. Con la sub 20 fue igual. Con los años, uno va desarrollando un instinto para identificar las diversas formas que adopta el universo en virtud de los resultados futbolísticos que uno ignora. Porque cuando uno es partícipe ni se da cuenta: grita, putea, se calienta y patea algo, y no es consciente de lo que sucede a su alrededor. Pero cuando no, se advierten detalles mínimos que llevan a la confección de tablas que rara vez fallan. Vecino argentino callado: nos ganó Brasil. Vecino argentino que sigue callado: le ganamos a Argentina. Vecino argentino que festeja: Boca le ganó a River. Y así con todo.

Pero hoy es diferente… ¡hoy Racing puede ser campeón, hermano! Hasta pensé en escuchar a Kesman, por hoy nomás, pero qué lo voy a escuchar si juegan Nacional, Peñarol-Danubio y Defensor a la vez. Dejá quieto, cada vez que se escuche “gol” me voy a querer matar, no voy a saber si fue Darío Larrosa de afuera del área, o una publicidad de Volkswagen. Así que no… no quiero saber de nada. Me enchufo los walkman con cumbia villera y me encierro, no sea cosa que un silencio prolongado me haga confundir desinterés tricolor con gloria albiverde.

(Publicado en Guambia, 08/02/09.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno.
No perdés el tiempo en la playa eh... jeje

Arriba, saludos

perezvila™ dijo...

si, reyes...
tenga calma, deje de teclear!