Nueva sección: tragedias del deporte

Hoy recordaremos la tragedia de Le Mans del año 1955, que marcó un antes y un después en la historia del deporte motor. Puntualmente, murieron 82 espectadores y un piloto (de los creadores de "murieron 5 personas y un boliviano") debido a una maniobra que... bueno, mejor no les cuento todo de entrada, que si no, le quitamos la gracia.

Adelante con las imágenes.

Así quedó el auto del Lance. Mucho mejor que el del Pierre, básicamente. Dos semanas en el chapista y a correr.

Parece que un tal Lance Macklin fue el causante de todo: por evitar darse de lleno contra el jaguar de un tal Hawthorn (al final estuvo bien el gaucho aquel que encerró al jaguar en el galpón: bicho peligro si los hay), pues al citado fulano se le ocurrió ir cargar nafta sin prender el señalero. Fue así que el pobre Lance giró violentamente hacia la izquierda, y zas: Pierre Levegh, que venía luchando la posición con Fangio, se comió la rueda de Lance y salió disparado contra la tribuna. En la tribuna arrasó con mucha gente, niños, veteranas, señores tuercas, y hasta explotó, como para asegurarse la desgracia generalizada.

Medio fuleras las instalaciones símil El Pinar de Le Mans, hay que decirlo.

En esa época no había alambrado, los autos tenían partes de magnesio y parece que el magnesio rinde para explotar (niño inquieto: ¡prepara tu petardo de magnesio para las próximas fiestas!). Encima, los pilotos llevaban unos casquitos de mierda que te los ponés hoy para andar en moto y te para la caminera. ¡Ni siquiera tenían cinturón de seguridad! Obviamente, el Pierre no la contó: en las imágenes se ve cómo su cuerpecito sale volando y termina, inerte, sobre la pista.

Dirán los poetas: murió como le gustaría morir a cualquier piloto. En la suya. Haciendo lo que más le gusta. Igual intuyo que un Alain Prost preferiría morir de un infarto a los 93 años mientras se hace dar cariño por una veinteañera de Avignon. Pero no lo podemos demostrar.

Curiosamente la carrera se siguió corriendo. Según los organizadores, para que la gente se quedara quietecita en sus lugares y no taponeara las vías de salida de las ambulancias. Para mí que es mentira: mirá si en 1955, a diez años de la muerte de Adolfo y con la guerra de Corea ahí nomás, iban a estar perdiendo tiempo en prever un accidente en una carrera de autitos.

Finalmente sí, la carrera se suspendió porque el equipo Mercedes, que venía primero, se retiró. Pero se terminó corriendo al día siguiente, bajo lluvia. Y adivine quién ganó: sí, el equipo Jaguar. ¡Hijos de puta! El que armó todo el quilombo por ir a medirse el aceite se quedó con el triunfo.

En este documental de la BBC podrás ver todos los detalles de la tragedia, con testimonios de los protagonistas.

En este video, más corto, vemos apenas el instante del accidente (en "reflejo", no sabemos por qué). Pero lo incluimos igual porque se la reacción de las personas ni bien producido un accidente. Me quedo con la imagen de una señora que, con un botijita de la mano, parece ir en dirección opuesta a la multitud, acaso buscando a algún familiar. ¡Ojalá hayas podido encontrarlo, viejita querida!

Sería cuestión de encontrar al botija, que hoy debe tener unos 68 años.

Hasta la próxima.