Salada la canchita: No existis, no existis...

Hasta hace unos 15 años, tal vez un poco menos, cuando uno sacaba una foto miraba para allá y apretaba el botón correspondiente al mismo tiempo que intentaba no mover mucho la cámara ni meter el dedo adelante del lente. Varios días después, cuando revelaba el rollo, se enteraba cómo había salido el asunto y se podía lamentar si no había ni una foto que se pudiera ver como la gente, ahora que no va a volver a ese lugar que quiso documentar. Ahora, con las cámaras digitales (o con los celulares) uno saca la foto igual pero inmediatamente ve el resultado y puede volver a intentarlo todas las veces que quiera porque no tiene que pensar en que el rollo le va a salir dos huevos y la mitad del otro. Por no decir que después puede mejorar ràpidamente el resultado en cualquier PC peyon sin necesidad de haber cursado 30 años en la O.R.T.



Más o menos, la misma diferencia hay entre aquellas filmaciones de celuloide (donde básicamente se sacaban 24 fotos por segundo) y estas digitales de hoy, donde el director y el jefe de fotografía pueden estar viendo lo que filman al momento (y no después de noche en el laboratorio, como antaño) y corregir sin desperdiciar casi nada. Por no hablar de todos los arreglos que se pueden hacer con los modernos FX digitales, que no sòlo crean dinosaurios sino que agregan multitudes, paisajes, borran errores y hasta crean personajes.

Supongo que todo el mundo lo sabe, pero la verdad es que cuando se filma un largometraje siempre se filma mucho de más, a sabiendas que no va a terminar quedando en el montaje final. Se calcula que en un largometraje de ficción se filma entre 7 y 8 veces más de lo que dura la película terminada pero eso es muy variable y calculo que los rodajes modernos no deben repetir tanto, por lo ya explicado que se ve todo simultáneamente a la filmación.

No es que se filme de gusto. Si bien en esto de la dirección vale aquello de "cada maestro con su librito", se suelen hacer varias tomas de cada escena para elegir una sola, ya sea porque se van corrigiendo o probando diversas variantes o porque se quieren asegurar de podr elegir la mejor después cuando se haga el montaje. También se suelen hacer muchas tomas de paisajes y similares, por si se necesita rellenar o hacer de puente entre dos escenas con personajes. 

Pero muchas otras veces se filma con toda la intención de dejar esas escenas en el producto final pero se terminan cortando ya sea para aligerar una película demasiado larga o un poco pesada, o porque allí interviene un personaje que se ha decidido eliminar del montaje y hay que borrar todas las escenas en que aparece. Terrence Mallick -un director que está pidiendo una columna de Salada la Canchita a gritos- parece ser de los que filman de más o así le pasó en su obra maestra "La delgada línea roja" (1999) en donde descartó muchas escenas con actores famosos (John Travolta, George Clooney, Mickey Rourke), algunos de los cuales no quedaron de buen humor. Aquí vemos algunas de ellas:

En este blog hay algún señor de sexualidad dudosa que admira a Christopher Lee. No es para nada una mala elección para admirar. Inexplicablemente, en la tercera película de "El señor de los anillos" lo dejaron afuera del montaje final con una mención de un personaje y la imagen de una torre donde se dice que está recluído Una cagada de resolución, bah. Las escenas del viejo Lee como Saruman están en la versión que se puede bajar por métodos non santos. Se supone que se debía acortar un film muy largo pero no con el Christopher, muchacho, no con este fenómeno de actor. Hubieran sacado buena parte de la escena final de los enanos donde todo parecía terminar en una orgía gay. Por lo menos, si la hubieran hecho hubiera sido mucho más divertido.

En realidad, hacer el ejercicio de ver lo que se descartó de cada largometraje es tan inútil como masoca. La película es como es, siempre va a haber material desechado y alargarla muchas veces no mejora las cosas. 

A veces, como pasó famosamente en "Blade runner", su director Ridley Scott vio modificado el montaje, traicionando el final que había elegido y con el agregado de una voz en off que no le gustaba nada. Diez años después hizo uno de los primeros "Director cut`s" que se comercializaron y todos -incluyendo aquellos con los que se había peleado Scott- contentos. Algo parecido ocurrió con el "Apocalypsis now redux" de Coppola que incluyó una escena de media hora que no agrega mucho. 

Y para el final, dos ejemplos de escenas que quedaron arafue en dos filmes clásicos de los 80: "Amadeus" (1984) de Milos Forman y "Cuerpos invadidos" o "Videodrome" (1982) de David Cronenberg.