domingo, 23 de octubre de 2011

CUENTO: Lluvia


Lluvia

(pero antes, u-na más no jodemos más, u-na más y no jodemos más...)


La lluvia no siempre nos agarra bien parados, debemos confesarlo. Una vez salí de mi casa semi-desprevenido, o sea, salí sabiendo que iba a llover con mi pilot rojo, pero nunca me imaginé que sería tan pronto ni de la forma que fue.

Cuando iba camino a la parada (y eso que no me queda a más de una cuadra) me empezó a caer un granizo que me golpeaba con una fuerza como si me tiraran piedras desde el cielo. Y todo fue de mal en peor. Caían pingüinos de punta y, por extraordinario que parezca, esto que acabo de decir es literal. Llovïan Chilli Willys. Algunos caían de pico contra el suelo haciéndose pelota al instante. Otros, más inteligentes quizás, usaban sus casi inútiles alas para planear un poco (o por lo menos intentarlo) y así amortiguar la caída.

Miré a mi alrededor, no había nadie. Creo, y supongo que no me equivoco, que estaba ante un hecho sin precedentes y no tenía con quién compartirlo. Supuse que esto estaría sucediendo en toda la ciudad de la costa pero, por las dudas, quise llamar a canal 7 para que fueran a cubrir el hecho, pero no. Mi celular no tenía batería, lo que no solo significaba que no me podía comunicar con nadie para que fuera cubrir el bizarro acontecimiento, sino que tampoco podía grabar un video para subirlo a You Tube.

Es cierto también que estaba cerca de casa, pero cada vez llovía más fuerte y los pingüinos eran cada vez más, ya tapaban el suelo y mi jardín ya estaba inundado lo que no me permitía regresar a mi hogar.

Hacía frío, no era una lluvia tropical, de ser así hubiesen llovido tucanes o pelícanos. Esta era una lluvia ártica, por eso llovían pingüinos (talvez debieron haber llovido osos polares, no estoy seguro ahora, pero no importa).

No sabía qué hacer, así que llegué a la parada, me resguardé bajo el techo a esperar que pasara el temporal y así estuve dos horas, tres, cuatro, casi un día entero hasta que finalmente salió el sol y, como es natural, los plumíferos de la nieve (pingüinos, por las dudas) se fueron evaporando, uno por uno.

Y yo que no cría en el cambio climático global.

4 comentarios:

pipicui dijo...

Que poco valora la gente a este literato!
Gjoffe, sos un incomprendido...

Bestiario dijo...

Me robaron un minuto de vida por acá... ¿no lo vieron?

elCofre dijo...

Bestiario, el día que lea un comentario tuyo que me de para adelante... Bueno, no sé, prometí abandonar los pensamientos utópicos

Debo reconocer de todas maneras que este no es un punto alto en la bibliografía del autor, sepa disculparlo, (aunque no parezca) el trabaja para usted

Alvaro Fagalde dijo...

Si te da un oso polar en la nuca, vas a ver lo importante que es la diferencia de lo que cae del cielo.