domingo, 16 de octubre de 2011

CUENTO: La historia del perro que reencarnó en gaviota

La historia del perro que reencarnó en gaviota
(y de yapa, antes, una nueva foto de la mina más linda del mundo)

El famoso perro Tobbi, protagonista de varias historias, sufrió un terrible accidente una lluviosa noche de abril. Él no merecía morir de una forma tan repentina, misteriosa e inconcebible. Él merecía esta vida como nadie la merece y su muerte, de esa forma tan curiosa e irrepetible, algo tan increíble que nunca le volvió a pasar a nadie, será acaso lo más injusto que ha pasado en este mundo. Bien podría haber muerto cayendo al río, si es que no sabía nadar perrito, atropellado por un auto o envenenado por un par de ladrones, pero su muerte tan curiosa, prácticamente indescriptible, nos debió dejar perplejos a todos, porque accidentes como esos, creamé, no suceden todos los días y mucho menos de esa forma. Cómo fue que murió exactamente lo ignoramos, solamente sabemos que fue de esa manera y, además lo que importa aquí no es la muerte sino la resurrección del can.

Resulta que sus dueños, una enigmática pareja de viejecitos que no salían de su casa hasta las dos de la mañana bajo ningún concepto, vaya uno a saber por qué (sí, otro detalle al pedo), había pactado la llamada reencarnación slot con la bruja del barrio. La reencarnación slot es un servicio que brindaba esta hechicera que consistía en, por una módica suma abonada por los dueños de un animal, garantizar que su mascota reencarnaría en otro bicho. Pero toda gran oferta tiene su contrapartida, uno al contratar la reencarnación slot no decide en qué animal reencarnará su mascota sino que debe tirar de la palanca de un slot, o hacer rodar una rueda de la fortuna, y que el destino decida qué será de la nueva vida del animal. En realidad no sabemos bien qué beneficio saca la bruja con esta jugarreta, pero sospechamos que solo lo hace para reírse un rato nomás. Las criaturas que aparecen en el slot son de lo más variadas, desde una hormiga hasta una jirafa, desde un lagarto hasta un celenterado, desde un León hasta una sanguijuela, desde una polilla hasta un gato o desde un canario hasta Emiliano Albín. Y bueno, resulta que, finalmente al tirar de la palanca el visor del slot se detuvo en una gaviota y ese sería el destino de Tobbi.

Luego de su muerte, al tercer día, renació. En una playa de La Paloma rompió el cascarón un pichón de gaviota que en realidad no era ni más ni menos que el recientemente fenecido can. Lo curioso de este proceso es que el animal en cuestión parece recordar a la perfección su vida anterior, pero no podemos asegurarlo porque los muy soretes no quieren hablar todavía.

Cuando pudo aprender a volar y levantó vuelo por primera vez, se fue a recorrer las playas de la costa y al llegar a la Ramírez vio a sus antiguos dueños paseando un cachorro de chihuahua (tampoco puedo afirmar que haya sido un cachorro porque todos son muy chiquitos a cualquier edad). No sabemos, como acabamos de aclarar si los reconoció, pero se cuenta que aquella madrugada se vio cómo una gaviota dejaba brotar de su ojo una dolorida lágrima.

FIN

7 comentarios:

Andrés Reyes dijo...

Me encantaría pensar que los animales que nos han acompañado durante nuestras vidas nos pueden llegar a cagar desde el aire en cualquier momento.

Andrés Reyes dijo...

¿Quién es el chango de la foto?

pipicui dijo...

Excelente cuento!







Ahora voy a leerlo...

zorro d colonia dijo...

si esa es la mina más linda del mundo,yo soy el más mejor mino,abombao!!!

pipicui dijo...

Zorrete, SOS el mejor mino abombao!

Alvaro Fagalde dijo...

Mi ahijada está mejor. Y lo peor es que es verdad.

zorro d colonia dijo...

ah,pero que a muchos ésssto les queda grande