Miradas antagónicas

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     Nacional y Peñarol protagonizaron un clásico más que especial, de miér-

coles, de noche, decisivo. Y que, como suele suceder, se definió en una juga-

da, puntualmente.

Los albos fueron más desde el primer minuto, pero Peñarol logró emparejar.

Es que los carboneros, al influjo de su entrenador Ramos, que es un gran ven-

cedor ante Nacional, ocultó su alineación, cual si estuviese tras una cortina

de humo, hay que decirlo. Es que nadie esperaba que Affonso, con su in-

quietante despliegue ofensivo, fuera tan capaz de definir en partido con su

capacidad para anotar, siendo man of the match, tocado con la varita para ca-

lentar el clásico con un zurdazo inapelable. Cuesta creer que haya podido ju-

gar tanto en tan poco tiempo. Fue así que el hábil Polenta comentó: “me lo co-

mentaron en el entretiempo: Affonso está intratable. Cuando nos convirtió, ru-

gí. De rabia, nomás”. Corrían 14 minutos del segundo tiempo.

      Nacional salió en búsqueda del empate, pero equivocó los procedimientos.

Lasarte mandó a la cancha a Lozano, quien, como vimos, saca un enorme pe-

lotazo a distancia. Pero su grave lesión de meniscos fue para el D.T. un bal-

dazo. Inmediatamente, Romero, que a esa altura al portero Guruceaga iba a a-

leccionar con un certero shot alto y potente. El Piñe al Profe Piñeyrúa le hizo

notar, como hijo suyo que es: “parece que el arquero de Peñarol tiene una pi-

rueta muy efectiva. Voló y logró aprisionar el esférico, cual si tuviera una li- 

ja en las manos”. El gol albo estaba, ahora sí, tal como dicen los cronistas,

cada vez más alejado de la realidad. El esperado triunfo carbonero era hecho

consumado.

      En los últimos minutos casi no hubo grandes novedades para destacar.

Nacional salió con todo en busca de la hazaña, y encontró a un Cachila Arias

inspirado, capaz de efectuar providenciales quites pese a que el campo estaba

hecho bolsa. En la última jugada del partido, Silveira cayó en el área y fue

esperable la reacción enérgica y certera del colegiado de turno, pues nadie vio

penal. Leodán González, de quien hoy ya podríamos afirmar que es flor de

árbitro, amonestó al ariete. Y acto seguido, para gran desgracia del elenco

bolso, hizo sonar el silbato. Sin tiempo para más, Ligüera se adelantó y puso

el grito en el cielo. De la calentura, le apuntó al túnel de la Colombes y mandó

el balón adentro. Nacional, que hasta hace una semana estaba invicto, sigue

perdiendo puntos. Por su parte Peñarol amanecerá, junto a bohemios y albos,

siendo el líder.

     Finalizada la brega clásica se registraron varios sentimientos encontrados.

En la conferencia de prensa, Leonardo Ramos aseveró que le entró a vibrar el

corazón cuando vio cerca la victoria. A Lasarte, empero, le llegaron bromas por

Whatsapp, que no quiso ni ver. El gran héroe de la jornada fue, sin discusión,

Affonso. El ariete carbonero le ganó claramente  el mano a mano al capitán

Polenta. Es que pese a que le tocó bailar con la más fea, y a que está algo

falto de fútbol, Affonso fue el mejor de todos y superó un obstáculo muy

gordo, dejó el tendal con su juego vistoso y, por varios momentos, dema-

siado estético. Sus amigos en New Jersey le tuitearon: Go, Affonso, gogo-

gogo. Es que ya ha logrado cosechar fanáticos dentro y fuera de fronteras.

     La semana que viene vuelve la Copa y con ella nuevas grandes emociones.

Peñarol jugará en su gran Campeón del Siglo, y claro está, buscará poder lle-

gar cómodo a la parte decisiva de la fase de grupos, sin la necesidad de arrui-

narlo, por fin. Nacional, por su parte, visitará al Chapecoense. Y claro, irá en

busca de al menos un punto, así tenga que poner atrás una bañadera o un

ómnibus.

(Para una lectura alternativa, sírvase leer solo las líneas impares).