miércoles, 21 de mayo de 2014

Salada la canchita: Qué verde era mi realismo

¿De qué hablamos cuando hablamos (o escribimos) de realismo en cine?. Cuando estaba viendo "Diamantes de sangre" (2006) con mi pareja de entonces, ésta (*) me empezó a criticar porque yo disfrutaba del vibrante -aunque bastante convencional- thriller de acción y me reprochaba que yo parecía ajeno al drama de la miseria y los asesinatos frecuentes de africanos (Sierra Leona, en este caso). Le contesté que, en realidad, estaba disfrutando de una película de entretenimiento profesionalmente realizada y que en ella, supongo yo, no se había matado a ningún grone. Y que lo perturbador es ver imágenes reales de víctimas reales de tanta masacre impune que hemos sabido realizar en este planeta y no esa ficción. Que después te viene el blandito de Keanu Reeves y te larga un discurso de a-ver-si-terminan-con-tanta-matanza-canejo.


El tema es que la nami confundía un film comercial con la estrella de Hollywood -si querés, bastante conciente de las injusticias de nuestra sociedad- Leonardo DiCaprio en donde, hasta te puedo admitir que se envía un mensaje de que los grandes intereses capitalistas ni pestañean en causar la muerte de miles y miles de tercermundistas con tal de hacer negocios. Pero de ahí a pensar que "Diamantes..." es un estudio serio sobre colonialismo contemporáneo y desigualdad Norte-Sur...

Las películas basadas en hechos reales no son, por cierto, iguales a los hechos reales. No sólo que es imposible hacer una película sobre Napoleón Bonaparte contando con el propio corso como protagonista, sino que un film es una operación comercial donde los que ponen los morlacos para que se haga piensan en recuperar con creces esa inversión y no en educar a las futuras generaciones con clases de historia. Poco importa cómo fueron en realidad los romances de Napoleón con Josefina y sus recíprocos cuernos, para seguir el ejemplo. Se pondrán las escenas románticas y/o eróticas que se piensen que se necesitan para que la gente vaya, aunque sean la misma fórmula que se usó para la biografía de Cavani o de Charles Manson, por tirar ejemplos al voleo.

Hay un film de 1999 del género "película con Schwarzenegger" llamada "El día final" en el que el popular austríaco se tiene que enfrentar con el Demonio mismo, encarnado por Gabriel Byrne. Es un buen ejemplo de película fantástica donde le falla la coherencia interna porque Mandinga, que al principio hace estallar un edificio sólo con su pensamiento -lo cual es creíble y "realista" si pensamos en semejante ente más no si el personaje fuera Pablo Mieres, por ejemplo- después termina perdiendo a las trompadas con el simple mortal que hace el Arnold. Que será fisiculturista y tiene más músculos que yo, no te lo niego, pero que no debería ser rival para el Maligno. 

Fragmento de "El día final" con un vomitivo doblaje castizo.

Otro buen ejemplo de falta de sentido común -otra acepción de "realismo" en cine- es "La guerra de los mundos" (2005) con el enano cienciólogo Tom Cruise: unos marcianos más peligrosos que el Deta invaden nuestro violento planeta y el hijo adolescente -y conflictuado- del Tom enseguida agarra una escopeta y se dispone a matar muñecos verdes. Ni por un segundo el guachito tiene ni un átomo de miedo a nada y mucho menos, se pone a pensar que él es un gil que no sabe hacer nada y los malos capaz que vienen de despanzurrar planetas enteros a las risas. Pensar que a los hijos de aquella se les complica ir a sacar los boletos en Cutcsa...

Salada la canchita, una sección que aparece casi todos los miércoles en este blog que cumple seis años y que no aprende, sube hoy una obra maestra del cine de todos los tiempos. Con decirles que le ganó la competencia de los Oscar (R) a "El ciudadano" -que viene a ser el Barsa del Pep en las encuestas- y no parece del todo injusto...

 ¡Qué verde era mi valle! es un relato brillantemente  dirigido por el gran John Ford en 1941 sobre una comunidad minera galesa que, lentamente, va siendo destruída por el avance inclemente del capitalismo salvaje que no deja ya lugar a ese pueblo de gente sencilla y obrera, orgullosa de su trabajo pero indefensa a los males que a veces trae determinadas "modernidades". Ver -si alguien le entra- con qué naturalidad el maestro Ford (que no era un marxista, por cierto, pero tampoco el facho recalcitrante y miliquero que pintaron en los polémicos 60) integra las anécdotas diarias y las personalidades particulares de los personajes con la peripecia de una sociedad que es derrumbada insensiblemente sin que puedan hacer algo. 

Es una película comercial, claro está, y bastante exitosa. Pero durante dos horas podrán hacerse una idea de aquellos dramas. Y de algunos más cercanos, por cierto.  


¡Qué verde era mi valle!

16 comentarios:

Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb dijo...

Jennifer Connelly es la mujer más hermosa de todos los tiempos. Por lo menos así lo veo yo. Alá es grande!!!

Alvaro Fagalde dijo...

Junagransiete!. Cómo adivinaste que mañana sale la Jennifer en la columna de futbol?.

Alá es grande, se ve.

Am I Evil? dijo...

Alá-pipetuá!

Andrés Reyes dijo...

Alá es un grande de verdad.

Andrés Reyes dijo...

Bo, Fagalde, ¿chequeás el mail de gmail?

Anónimo dijo...

q grande Alvarote!

Alvaro Fagalde dijo...

Negativo. Tengo un mail en gmail?

Diego Floyd dijo...

Fagalde inmenso.... Pregunta: Qué verde era mi valle tiene alguna inspiración en el libro de A.J.Cronin, Mis verdes años ? De temática y época similar?

Alvaro Fagalde dijo...

Que yo sepa no. Es un guion original. Pero investigaremos.

Alvaro Fagalde dijo...

Reyes: si me queres mandar un mail envialo a

torimag@hotmail.com

Anónimo dijo...

por lp visto nadie chequea el mail

zorro d colonia dijo...

y las noticias? quiero saber que le pasó al Luí

Unknown dijo...

A Lui lo operó Francescoli.......que grande la empresa T, habrán transmitido la cirugía ao vivo??

Carles dijo...

Lo que pasa es que el Enzo tiene estudio.

zorro d colonia dijo...

Enzo no,Pablo,que jugaba mejor

daily guitar scale dijo...

Todo bien pero measte afuera del tarro con lo de la guerra de los mundos, parece que ni la hubieras visto, pero a la vez quién te iba a contar esa parte? Debés haberla visto desde adentro de un tarro con un par de agujeritos y un gurí pegandole con una pala de madera a dicho tarro para haber interpretado la parte que mencionás así.