"No
voy a discutir de principios, y menos con Palma" dijo Juan Pedro Damiani
en diálogo con Federico Buysan a través de Sport 890. Es que, obligado a ser
local en el Estadio Centenario, el presidente de Liverpool José Luis Palma
buscó la forma de jugar prácticamente sin público carbonero, en una decisión
que genera violencia para unos, y que merece el aplauso para otros. Nosotros, que
ni nos espantamos tan fácilmente ni aplaudimos por aplaudir, intentaremos
-seguramente sin éxito- ir un poco más allá.
Publicado en Brecha, 9-05-14.
Para comenzar, resulta inevitable no
destacar el extraordinario manejo de los tiempos del presidente liverpoolense.
Palma le da al periodismo deportivo vernáculo lo que éste necesita: noticias
para cubrir esas interminables horas que separan la noche del domingo de la
mañana del sábado, aun más difíciles de llenar ahora que las ligas europeas culminan
y ya no habrá goles de Suárez y Cavani para comentar.
Palma
le pudo haber quitado la confianza a la Mesa Ejecutiva, y hoy seguiríamos
hablando de cómo se fue de cuerpo el otro Liverpool en la Premier League. Pudo
haber convocado a una ronda de prensa para decir cosas tales como "esto es
un atropello" o "nuestra institución se siente perjudicada por esta
decisión", y hoy estaríamos hablando del aviso de Pepsi con Icardi y Wanda
o hasta de la campaña de Defensor Sporting en la Libertadores.
Sin embargo, sabedor de que no hay nada
para hacer una vez que un equipo grande decide ejercer presión (aunque ello
suponga violentar el sentido común) en beneficio propio, contando para ello con
la anuencia (o el silencio) de su rival tradicional, encontró la forma de
hacerle un tacto rectal al poder y ganarse así las portadas de los diarios y
los titulares de los segmentos deportivos de los noticieros.
Sin apartarse de la norma, puso unos
precios ridículos para el encuentro del domingo, tanto que tras el primer día
de venta apenas se vendieron 4 boletos[i].
Y le dijo al statu quo de nuestro fútbol: "esta vez, gratis no se la
llevan".
La
culpa no es de Dadomo sino de quien le rasca el lomo
"Esta es una historia donde los buenos
y los malos se pasan cambiando de lado" publicó el periodista Marcelo
Fernández en su cuenta de facebook. Pues según su visión, no puede hacerse de
este tema una cuestión de principios dado que así como hoy Palma decide jugar
casi sin hinchas de Peñarol, en su momento habrá necesitado la plata y jugado
en el Centenario, como lo han hecho casi todos los clubes salvo Cerro, Danubio
y -en menor medida- Defensor.
La afirmación de Fernández me resulta por
demás atendible. Quizás no sea pueda hablar de principios cuando lo que está en
juego es ganar tres puntos o recaudar quinientos pesos, y también es cierto que
en nuestro fútbol hay más cruces de vereda que cambios de frente. Los que hoy
son independiente de Casal, mañana no lo serán tanto. Los que ayer hicieron
caer a un Ejecutivo debido a la fijación de un partido, callan hoy cuando
sucede algo muy similar. Los que hoy van punteros de la tabla anual y se rasgan
las vestiduras porque tienen que jugar en todas las canchas, ayer pusieron 2 x
1 en la Colombes y beneficios exclusivos para socios de Peñarol.
Por ende, quizás no haya que hablar de
principios sino de coherencia. Y Palma ha sido coherente: en ocasión de la
polémica fijación del match Liverpool - Nacional, Palma dijo: "contra
Peñarol voy a jugar donde me convenga jugar". Y dicho y hecho: dado que no
querrá ser recordado como el presidente que se armó para salir campeón y
terminó descendiendo, le conviene resignar dinero y jugar en el Parque Viera.
Pero no lo dejan, por criterios no del todo claros (el único que se me ocurre
es "hay que jugar en el Centenario porque la gente de Peñarol acudirá en
masa, y nadie quiere tener una muchedumbre de hinchas de Peñarol descontentos").
Entonces, como no lo dejan hacer lo que Palma cree que le conviene hacer en
este momento, se rebela y pone la Olímpica casi al precio que cobró el otro
genio de Liverpool que vino a cantar y tocar el bajo hace un par de semanas.
Hay
que arrancar el problema de raíz
Para mi gusto, la raíz del problema es
ésta: pocos equipos chicos tienen habilitada su cancha para recibir a los
grandes. El reglamento de la Asociación Uruguaya de Fútbol, en el artículo 3 de
su capítulo II, establece que los estadios de Primera División deben contar con
una "capacidad locativa mínima determinada por la A.U.F. de 2.000
espectadores sentados". Pero luego aclara: "los escenarios donde
jueguen el Club Nacional de Footbal y el C.A. Peñarol deberán tener una
capacidad mínima de 5.000 espectadores sentados, determinada por la
A.U.F."[ii].
A eso habría que sumarle las cuestiones vinculadas a la seguridad (alambrados,
cámaras, etc.) Porque las hinchadas de cuadro grande tienen eso: además de
numerosas, son revoltosas. Y resulta más sencillo inhabilitar un estadio que
decirle a un grande "para vos hay quinientas entradas".
Aun aceptando esas inequidades, quizás la
discusión pase por definir qué tipo de fútbol uruguayo queremos tener. ¿Estamos
conformes con el régimen actual en el que dos cuadros prácticamente no se
mueven del Parque Batlle y aledaños? ¿No sería mejor otorgar facilidades para
que los equipos que puedan afrontar los gastos reformen sus estadios y los
doten de las condiciones mínimas necesarias para no pasar vergüenza cuando
vemos el resumen de goles? No hablamos ya de butacas con respaldo, ni siquiera
de cabinas para la prensa, no. Con unas tribunas de más de diez escalones y
unos baños donde cada micción pueda ser la última, nos conformamos.
¿No podría la empresa Tenfield salirle de
garantía a esos equipos? ¿No debería ser Tenfield el primer interesado en que
los estadios sean mejores y estén llenos de gente? ¿No sería esa una forma más
digna de ganarse el favor de los dirigentes de esos equipos que promover una
liga con la cantidad de delegados genuflexos necesaria para acallar el voto de
los más sensatos?
¿Y no será hora de que los clubes que no
son capaces de presentar un estadio digno del fútbol profesional puedan probar
suerte en divisionales menos exigentes?
Dudas que mantendremos aún después de que
se juegue el partido, si es que el escenario de One Direction se desarma a
tiempo.
[i] A Dios gracias que en algún momento se fijaron esos topes,
curiosamente, a iniciativa conjunto de Liverpool y Peñarol. De otro modo, la
Olímpica pudo haber costado 13.000 dólares. También se manejó la chance de
habilitar el canje de entradas con 5 chapitas de Tab.
[ii] Dice "Footbal" no "Football" en el documento en
cuestión. Algo que no tardará en ser usado como argumento. ¿Argumento para qué?
Lo ignoramos.
6 comentarios:
Para emepzar me encanataba la Tab. Me encantan los precios palmísticos para los encuentros contra los grandes y tendrían que tener derecho a poner el precio qu quieran. Me gusta mucho la cancha de Rampla, creo que es de lo mas pintoresco y bizarro de nuestro futbol.
Por cierto mencantó la nota.
Ya te iba a decir que estabas generando violencia con lo de "Footbal", pero al final no fuiste vos entonces.
Con esa letra de diferencia, Navascues te gana una Libertadores en los escritos
Bien Reyes, bien Palma.
anónimo: solamente yo vengo a leer esta columna de mierda
Muy bien Palma, calentitos quedaron, no solo por el resultado!
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