Press Start: De la "hollywoodización" de los videojuegos

La industria de los videojuegos cambió bastante en los últimos años. Aproximadamente desde el 2008 en adelante la cosa empezó en ciertos aspectos a estancarse, a pesar de que como negocio todo sigue funcionando perfectamente.

El principal problema se da en la parte creativa: los videojuegos son ya casi una forma de narración a la par del cine o de la televisión, con la ventaja de que las posibilidades visuales son aún más amplias y de que la interactividad con el jugador le otorga a la narrativa un nuevo giro. La dificultad aparece cuando vemos los videojuegos lanzados en los últimos años y vemos que son todos muy similares entre si (como en aquella publicidad de Pepsi, lo pongo a jugar a uno de los Call Of Duty más recientes y luego a un Battlefield o similar sin que usted vea el titulo y es probable que no se diferencien demasiado), o que, como sucede con las producciones hollywoodenses más nuevas, todo se reduzca a efectos de colores y luces que quedan lindos, pero no aportan nada. Personalmente no busco solamente que un juego me divierta, sino que  si además tiene una historia interesante detrás, mucho mejor.

Y a quién culpar en este caso? Los desarrolladores están bastante limitados por los que mandan en los estudios de videojuegos: tipos de traje que saben mucho de marketing y de economía pero poco de videojuegos. Así vemos como todo se reduce a las mismas fórmulas, como las marcas exitosas sacan secuelas y juegos derivados a un ritmo frenético para agarrar toda la plata que puedan antes de que se vaya el éxito o le ponen el nombre de una serie aunque no tenga nada que ver solamente para atraer compradores con la marca. Empujados por las publicaciones de videojuegos, que les dan para adelante con la crítica a cambio de un favorcito o de que los citen en la caja del juego (en serio...) los grandes nombre como el ya mencionado Call of Duty o Mass Effect sacan el mismo juego varias veces con un lavadito de cara o con más luces de colores y se nos dice que son la siguiente era del mundo del videojuego o que totalmente debemos jugarlos. Y piense que un juego original sale unos U$S 60 en USA, y unos U$S 100 acá, así que imginese que se lo compra porque lo recomiendan de todos lados y termina siendo una porquería...para matarse.

Además, los tipos que diseñan el juego no pueden hacer mucho, porque son órdenes que llegan "desde arriba", y que al final lo único que logran es enojar al público: cada vez son más comunes los DLC (contenido descargable), que requieren (al menos en el primer mundo, donde no hay un puesto de discos en cada esquina de la principal avenida de la ciudad) que el jugador tenga que dejarse unos cuantos dólares para poder disfrutar al 100% del juego, o disponer de una buena conexión a internet para poder incluso jugar a un juego, etc. Los desarrolladores trabajan en régimenes de semi esclavitud, con niveles de stress altísimos, producto de los plazos que hay que cumplir constantemente.

A su vez, como sucede en Hollywood, los estudios más pequeños se distancia económicamente cada vez más de los pocos estudios grandes que dominan el mercado, que manejan presupuestos millonarios para cada juego que realizan (recuerdo que los videojuegos ganan más dinero que el cine y la música juntos). Estamos hablando de juegos que cuestan un promedio de 28 BILLONES de dólares para realizarse, y que requieren múltiples estudios de mucha gente a lo largo del mundo trabajando a contrarreloj para terminar el producto. Por suerte aún hay juegos independientes o de menor presupuesto (el juego de The Walking Dead, más allá de derivar de una franquicia exitosa, se realiza con muy poco presupuesto y con una mínima cantidad de personal y es resultado es magnífico) que logran hacerse populares y que muestran que no todo está perdido.

La próxima semana, para festejar el primer gol de Forlán en Japón (?), arrancamos un mini-ciclo de juegos japoneses. No dejen que se lo cuenten!