¿El peor Nacional de todos los tiempos?

Publicado en Brecha, 21-03-14.

El manual del periodista deportivo uruguayo establece, en su inciso quinto, que cuando un equipo grande pierde cuatro o cinco partidos seguidos, es el momento de cuestionarse si se está ante la peor expresión histórica de la citada institución[i]. Es la única forma de "fogonear" a los hinchas que, de otra manera, dejarán de comprar diarios, de contratar el pack de fútbol uruguayo en el cable y hasta pasarán a interesarse en otras disciplinas. Nosotros no seremos la excepción.

La respuesta a la pregunta es claramente: "no". A lo largo de su historia, Nacional ha vivido períodos de crisis mucho más profundas que la actual, con desatinos dirigenciales y crisis futbolísticas que convertirían a Ache en Roman Abramovich y al Nacional de Pelusso en el Milan de Capello.

Incluso en el pasado reciente, Nacional ha quedado afuera de la primera fase de la Libertadores en diversas oportunidades, y ha llegado a la octava fecha del campeonato a mucho más de 2 puntos de los líderes. Y hasta se podría decir que desde el Apertura 2009 Nacional no logra un patrón de juego que guste a sus -generalmente complicados de satisfacer- hinchas.

Andate Turco, por favor

Eduardo Ache ganó con claridad las últimas elecciones de Nacional basando su campaña en criticar los manejos económicos de la anterior gestión (la de Ricardo Alarcón), y con el slogan "para ganar en todas las canchas".

La solución pasaba, por un lado, por achicar los costos del club, bajo el entendido de que un presupuesto de 15 millones de dólares e ingresos de 7, obligaban a Nacional a vender juveniles por 8 millones cada año, convirtiendo al club en "la cantera de Europa". Por el otro, lo de ganar en todas las canchas no iba por el lado de permitirle a Nacional jugar de visitante de vez en cuando. La clave estaba en fortalecer a Nacional en la AUF, donde -según Ache- había perdido el nivel de incidencia que había ganado durante su primera gestión, registrada entre 2001 y 2006.

Lo cierto es que a pocos días de asumir su mandato, Nacional armó un plantel plagado de jugadores experimentados que -salvo que hayan optado por jugar gratis- difícilmente habrán contribuido a bajar el presupuesto. El entrenador (Chavo Díaz) llegó a contar con cinco centrodelanteros (Abreu, Alonso, Medina, Mascia, Taborda) a los que se sumaban otros tantos punteros de características similares (Bueno, Renato, Vicente, Luna y Ramírez), y tres zagueros de más de 35 años (Lembo, Scotti, Romero). Pero todo era válido en pos de la posibilidad latente de ganar la Libertadores, posibilidad que se diluyó ante el poderoso Real Garcilaso, un club fundado 110 años después que Nacional.

Respecto a la promesa de fortalecer al club "en los escritorios", no hubo mucho para hacer, más que sugerir una conflagración mundial en contra de los tricolores, que suena muy difícil de admitir para un club que se coronó campeón en 9 de los últimos 16 campeonatos. Así como Damiani le hizo creer a los hinchas de Peñarol que necesitaban un estadio propio para sentirse realizados, Ache convenció a los socios de Nacional de que hay una fuerza superior que conspira contra los intereses albos, materializada en penales no cobrados y en la ubicación de los bancos de suplentes del Centenario.

Bien Turco, bien

¿Tiene Ache toda la culpa del actual momento de Nacional? Naturalmente que no. Si los grandes jugadores que acercó Ache al club no son capaces de dar tres pases seguidos, no es culpa del presidente. Si los hinchas de Danubio son agredidos en el Parque Central, tampoco es culpa de Eduardo. Y quienes hoy le piden a Pelusso que se vaya, son los mismos que pensaron "ahora con Pelu será otro cantar".

Lo que sí se le puede endilgar son sus declaraciones ante la desgracia. Salir a decir que el Parque es "Wembley" al lado de la cancha de Danubio, no agrega nada positivo a la lucha por erradicar la violencia y preservar los clientes del negocio fútbol, dado que el estadio de Nacional se ha convertido tanto en el más lindo como en el más inseguro para los hinchas visitantes.

Más que nunca conviene no alejar al hincha de cuadro chico de las canchas, en momentos en que el de cuadro grande ha demostrado -por si todavía quedaba algún trasnochado que pensaba que es cierto que "nunca abandona" y que está "en las malas mucho más- que cuando el equipo juega mal primero silba, luego putea, y por último deja de ir a la cancha, tal como lo haría el de cualquier otro cuadro.

¿Cómo se sale de esto?

Cualquier entrenador diría: "trabajando, no conozco otra manera". Afortunadamente para sus intereses, Nacional cuenta con buenos jugadores, con un técnico que no necesita demostrar su capacidad, y la diferencia que lo separa de los líderes es mucho menor en puntos que en nivel de juego. Que jugando así de feo esté a apenas a dos puntos de River y Danubio, es algo que nos hace cuestionar la filiación aurinegra de Dios.

De momento, los hinchas de Nacional esperan, agazapados, con los ojos entrecerrados, temiendo lo peor y deseando que -si pasa- pase rápido. Rezan para que Danubio y River no se caigan, y para que Peñarol retome la senda de la derrota.

Porque lo bueno de ser hincha de cuadro grande es que si vos perdés pero tu rival tradicional no gana, no habrá mucho que lamentar.

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[i] Otros incisos del citado manual son: "3º Buscarás diversos sinónimos para referirte a los equipos, a fin de evitar la temible repetición. Por ejemplo, si tienes que referirte a River Plate, dirás primero "River", luego "elenco darsenero", posteriormente "los del Prado", en cuarto término "el equipo rojiblanco", en quinto "los dirigidos por Almada" y por último "los de la Aduana". "9º Colocarás fotos de mujeres con poca ropa en la contratapa de tus suplementos deportivos. Para que no te tilden de machista, pondrás también una foto de un hombre musculoso". "14º En radio o televisión usarás frases vacías de contenido para evitar el silencio, como por ejemplo "el propio elenco albiceleste" (Cerro), "sumar de a tres" (ganar) o "lo que es Peñarol" (Peñarol).