Este domingo
vi la entrega de los premios Oscar. Por primera vez en mi existencia,
me apronté un mate de té, saqué unas psedu-galletas malteadas made
in vaya uno a saber dónde, y me dispuse a ver toda la ceremonia.
Siendo el encargado de escribir la alicaída columna de cine, supongo
que el lector esperará que este servidor se haya visto buena parte
de las películas nominadas. Pues bien, este año no vi ni una sola.
No le puedo decir si Argo mereció ganar. Tampoco le puedo aseverar
que la actuación de Jennifer Lawrence fue merecedora del premio.
¿Qué
les puedo decir entonces? Intentaré decir dos cosas. En primer
lugar, los premios Oscar son seguidos por millones de personas. Y yo
mismo, como muchos otros y otras, tiendo a mirar con desconfianza
todo el despliegue y los fuegos artificiales que caracteriza a buena
parte del cine de Hollywood. Uno puede pensar que el cine que esta
concebido como producto masivo tiene el defecto de transitar por
caminos más vinculados a lo comercial que a lo artístico. Y en
efecto, el cine de Hollywood esta dominado por grandes intereses. No
es cine independiente, y varios discursos y recursos están
restringidos. Sin embargo, ese tipo de apreciaciones se desvirtúan,
una vez que se ve la gente que congrega este evento. Para utilizar un
término del gran Pep Guardiola, ayer estaban en la fiesta muchos de
los “putos amos” de este juego. Sino me cree, repase los
siguientes nombres: Quentin Tarantino, Bryan Cranston, Meryl Streep
Steven Spielberg, Nicole Kidman, Jack Nicholson, Daniel Day-Lewis,
Michael Haneke, Jamie Foxx, Dustin Hoffman, entre otros y otras. A
esta gente siempre la quiero en mi cuadro. Hollywood podrá producir
mucha basura. Pero también reúne a gente que le ha dado mucho al
séptimo arte.
En segundo
lugar viene un anunció. Al final de la misión Alacrán supe
compartir un taxi con Gjoffe y el mismísimo Bestiario. Cuando ya
Gjoffe había bajado, Bestiario me preguntó mi opinión sobre el
cine de Michael Haneke. Por alguna razón que no recuerdo, le
contesté que había visto algunas cosas de cine coreano pero que a
Haneke no lo conocía. Mi respuesta naturalmente mostró mis grande y
nunca oculta limitación e ignorancia. Haneke es austriaco, no
coreano. Después de todo yo había pedido para escribir de fútbol y
me pusieron a escribir de cine. La cosa es que en menos de 3 minutos,
Bestiario ya indignado por mi burrísmo, me habló de Haneke y me
instó a ver sus películas. Vi dos, y Bestiario no se equivoca:
Haneke es muy bueno. Su última película, Amour, ganó ayer un Oscar
a mejor film extranjero. La semana que viene, entonces, tendremos una
columna dedicada a Haneke.
Como no hay recomendación de película hoy, les dejo dos videos para comparta con su familia, amigos y miembros de APAL u otras comisiones de fomento.
Como no hay recomendación de película hoy, les dejo dos videos para comparta con su familia, amigos y miembros de APAL u otras comisiones de fomento.
10 comentarios:
La cinta blanca me rompió la cabeza.
Hay que decir que los dos videos son tres. Pero ta.
No sé alemán, pero en el 2.30 le dijo que le chupe la chota. Casi seguro.
Bo, ninguno está en alemán! Que hablen en inglés con acento escocés es otro tema.
Alguien duda de si el Pinocho Sosa consume cocaína?
Quentin es un crá al igual que el Dánieldeilúis. Vi el trailer de Lincoln (que al pedo la L antes de la N) y la voz del Dániel da muy joven para ser Lincoln.
y la caída de la Lwrence al ir a buscar su oscar? pareció medio rickymaravillesca pero bue (si,yo también lo vi en vivo,con traducción simultánea por una negra motuda que debería hacerse la planchita,la cual te dejaba la mitad de las cosas sin traducir)
Cristian: tenés la humildad de los grandes.
Haneke es cruel. Eso no es bueno ni malo. El austriaco nos dice que Hollywood miente y que la gente es una mierda. Nos dice la verdad.
Pero eso a mucha gente no le gusta.
La cinta blanca es una obra maestra que jamas la podrían hacer en la industria.
En Hollywood, por ejemplo, si no termina bien la pelicula, pierden mucha plata en recaudacion. Asi esta el mundo, amigos.
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