viernes, 14 de octubre de 2016

Salada la canchita: Ya es tarde para Previsionowksy

Ya octogenario, en 2007 Andrzej Wajda había tenido un nuevo éxito internacional de crítica con "Katyn", un relato sobre algunas de las historias silenciadas de la Segunda Guerra Mundial: el exterminio de oficiales polacos que podían ser hostiles al inminente dominio soviético del país, incluyendo al propio padre del director. De nada de eso se enteró la cartelera montevideana.


Es que reseñar la trayectoria del recientemente fallecido maestro es también contar la historia de Polonia no sólo en los últimos 90 años (que fue lo que Wajda vivió), item que -reconocemos- no dominamos, por cierto, a la perfección. 
La patrulla de la muerte

La llegada del VHS nos permitió conocer su debut en la realización. Se llamó "Generación" (1954) y fue un sólido relato sobre la juventud polaca durante la citada guerra -aún muy reciente- aunque también, un ortodoxo film de propaganda comunista (o sea, oficialista).

A Wajda, como a casi todos por esa zona, le costó mucho desprenderse de la obligación de retratar una y mil veces la lucha heroica y la cruel masacre que representó la Guerra recién finalizada. Es que para Polonia no fue chiste, fue el país que tuvo más muertes en relación a su población. Otros países podían darse el lujo de entretener a sus audiencias con vistosas aventuras de grandes héroes derrontando ellos solos a los nazis, pero en la Europa Central, el tema era muy serio.
Cenizas y diamantes

Fue el propio Wajda quien asombró a propios y a extraños cuando en 1962 su episodio en "El amor a los 20 años" (largometraje hecho por diversos directores, como estaba de moda en el momento) presenta a un héroe del pasado que le importa muy poco a los jóvenes que no habían vivido la epopeya y querían seguir simplemente adelante con sus vidas.

No era la primera vez ni sería la última que criticaría abiertamente cuadradeces mentales ni historias oficiales. En "La flecha blanca" (1959) demuestra la inutilidad de jinetes peleando con flechas contra los tanques alemanes, medida muy romántica y heroica pero que condenaba a una troja a la muerte segura; en "La caza de moscas" (1969), el súbito afan de modernización del comunismo; en "Paisaje después de la batalla" (1970), la visión de la guerra como una aventura heroica; en "La tierra prometida" (1975), al capitalismo de la Revolución Industrial y, en "El hombre de mármol" (1978), al propio régimen gobernante, construido sobre mentiras, implacable con los que piensan distinto y para nada preocupado por mejorar la vida de quienes dice defender.

La tierra prometida
Más allá de los temas, se ha insistido en catalogar a Wajda como un barroco. Eso es cierto en varios films iniciales, algunos de brillante factura técnica, generalmente para retratar la locura salvaje de la guerra recientemente vivida (la angustiante "La patrulla de la muerte"; la existencial "Cenizas y diamantes"). Pero más correcto parecería decir que ha variado permanentemente sus puntos de vistas para contar las idas y vueltas de un país sufrido como pocos, tanto en su historia como en el presente. 

Si bien algunos films suyos celebrados internacionalmente se habían presentado en Uruguay en los 60, a partir de 1980 llegó a ser una presencia permanente (ocho estrenos en ese año y el siguiente) en parte porque el inclasificable sujeto que estaba a cargo de la censura artística de la dictadura local (un monigote que se presentaba con seudónimo y del que nadie supo nunca quien lo había puesto ahí) creía que era buena cosa que se estrenaran películas de un opositor al comunismo gobernante en un país lejano. Pero la crítica local supo discernir la paja del trigo y eligió varias veces a sus films como los mejores estrenos de la cartelera.

El hombre de mármol
Muchos de sus títulos a lo largo de toda su carrera no han sido conocidos aquí, así que cualquier reseña sobre el maestro que acaba de fallecer es inevitablemente parcial. Algunas películas ambiciosas resultan mediocres, por demasiado explícitas: "Danton" de 1983, con Gerard Depardieu, es un ataque histérico a cualquier revolución; "Los poseídos" de 1988, usa a Dostoiewski como excusa para ajustar cuentas con el comunismo que se caía a pedazos, pero es muy burda. Otros son meros ejercicios de estilo o relatos muy calmos sobre novelas de época.

Pero los grandes títulos son muchos más.  Tanto "El hombre..." como la más sutil "Sin anestesia" (1978) son demoledoras con respecto al malestar del polaco de entonces. "La boda" (1972) es una formidable metáfora acerca de toda la historia del país resumida en una fiesta campesina, que sus compatriotas deben de haber disfutado aún más. Luego de la rutinaria y un poco pasada de moda "Un amor en Alemania" (1983), ya no se estrenó más su cine en nuestro país, cosa que había pasado fundamentalmente gracias a Cinemateca.
 
Walesa, la esperanza de un pueblo
Admirador de Lech Walesa y militante de su partido, del cual fue senador, Wajda tuvo idas y venidas como director, con la llegada de la democracia (y del capitalismo salvaje) en su país. Refugiado muchas veces en el trabajo en TV, tuvieron alguna repercusión "Korczak" (1990), sobre un pedagogo que protegió a niños judíos en los años que te imaginás; "Pan Tadeusz" (1999), sobre una novela histórica famosa que a mí ni fu ni fa, pero capaz q tendría que verla de vuelta;  la probablemente muy experimental "Tatarak" (o "El junco", de 2009) y la mencionada "Katyn", que aún no vi. También realizó un biopic sobre el amigo Walesa (que después de un período como presidente tiene menos votos que Mieres, lo que no sé bien si es positivo o negativo en una Polonia gobernada por ultraderechistas cavernarios) que proyectaba permanentemente Fox+, si se me permite la redundancia, pero que no me animé a ver.

Queda la larga obra de un cineasta como pocos, autor de varias obras maestras del cine: "La flecha blanca"; "La patrulla de la muerte"; "Cenizas y diamantes";  "La boda"; "La tierra prometida"; "El hombre de mármol") y un director (casi) siempre interesante, polémico, cuestionador, inteligente, arriesgado. No es poco.

Salada la canchita, una columna más polaca que Lewandowski, hoy te trae La tierra prometida, uno de los mejores films del finado Wajda. Probando y comprobando.



Un video que te muestra algunos efectos especiales digitales que tratan de tender a la invisibilidad (no a la imbecilidad). Bah, digo yo. Poco que ver con el homenajeado, la verdad, pero si hay algún problema lo arreglamos en la esquina.



     

5 comentarios:

dollo dijo...

Primero!!
Si no fuera por mi extremada pelotudez y escaso tiempo, sin duda que podria aprovechar mas estas mini "clases" de cine.
Pero bue, al menos ahora puedo decir que Wajda era polaco...
Gracias Faga.

mike yanagita dijo...

Gran Época Gran la del Cine Polaco en esos años: Wajda, Kieslowski, Zanussi, Lato, Deyna, Tomaszewski...

El Hombre de Mármol tiene hoy una vigencia absoluta en Uruguay: alguien debería hacer "El Cara de Piedra" o "El Mano de Yeso" con alguno de nuestros siniestros funcionarios...

Unknown dijo...

Wajda
Conocí a una polaca en botnia que creía que Wajda era un maléfico y sucio comunista.
Una idea del grado de fascismo de la actual sociedad polaca alimentada por tantos giles.

Alvaro Fagalde dijo...

Lato y Deyna gran pareja (en lo futbolistico).

Cuando una mina es tan pelotuda, Unky, se te van las ganas de ponersela. No sea cosa que le guste, no?

Unknown dijo...

Positivo Faga.