Peaton ton ton

A riesgo de sentirme como que di vuelta el codo, que estoy hecho un facho, que agarré la bajadita, que estoy más cerca del arpa que de la guitarra, que soy un intolerante, que soy más de Martinelli que de la familia, y un montón de cosas más que se podrían decir, voy a declarar que, a mi entender, los Uruguayos nos hemos perdido el respeto.

Hay un montón de ejemplos para demostrar que dejamos de ser lo que eramos cuando yo era un niño, ya no le dan el asiento a las viejitas, ni a las embarazadas, ta bravísimo pa llegar a la torta de chocolate en el casamiento si no pegas un empujón, si por casualidad te golpean con una cartera o un maletín andando por la calle no esperes las disculpas, etc etc.

Hoy voy a referirme específicamente al deterioro, que a mi entender, a sufrido la relación peatón - automovilista. Tengo libreta desde el 88 y he tenido la suerte de manejar casi constantemente desde aquel momento, desde hace algún tiempo siento que por ser conductor me he convertido en el depositario del odio de algunos peatones. Es muy notorio que el tránsito en éstos años se ha puesto más espeso, el incremento de autos circulando ha sido "formidable" y eso complica el movimiento de todos, pero no creo que justifique esa guerra fría que se da en la calle día a día.

Convengamos que el peatón es uno de los inimputables del tránsito nuestro de cada día, no tiene obligación de conocer las reglas de tránsito y no se preocupa mucho tampoco por respetarlas. Pocos deben saber que hay que cruzar en las esquinas y no a mitad de la cuadra. Muchos siguen cruzando por adelante de un ómnibus estacionado, no le dan ni pelota a las muy coquetas baranditas que se ponen en las esquinas indicando que ahí mismo está prohibido el cruce a pié y un largo etcétera.

Me resulta casi gracioso por momentos ver peatones cruzando las calles céntricas perpendiculares a 18 con la luz roja, aparentemente desinteresados por su propia suerte hasta que viene algún anormal con su auto, al amparo de la verde, y cruza 18 a los bocinazos, como apretando acelerador y dientes al mismo tiempo, amenazando con la masacre del año. Es extraño como siempre funcionó así, la mayoría de nosotros sabemos que si haces eso en Buenos Aires, fuiste, pero acá no pasa nada. Es como un pacto tácito, yo amenazo con atropellarte aunque se que no lo voy a hacer y vos corres asustado como si hubiera un psicópata arriba de cada vehículo que circula por Montevideo.

Lo que no me resulta tan chistoso últimamente es la sensación de que algunos te están toreando todo el día, fuerzan la maniobra, cruzan por mitad de calle lentamente y te miran, como provocando, preguntándote si realmente serías capaz de pasarles por arriba, obviamente saben que la respuesta es no , y mientras tanto no solo no colaboran con el tránsito sino que lo complican, no hay necesidad de abusar de la lentitud al cruzar una cebra, si el semáforo nos da la verde y voy a doblar en la esquina, soy consciente de que tenés preferencia por ser peatón y espero que pases en lugar de tirarte el auto arriba, si podés, dame una mano y mové las patas la gran siete!!!

Para que cortar una calle quemando cubiertas para pedir semáforos si una vez colocados los cruzamos con la roja? Muchos de los que hoy tenemos auto no estamos tan lejos de volver a ser peatones en cualquier momento, por lo tanto, no somos distintos a los que caminan y, como digo siempre, todos deberíamos intentar ayudar a que el tránsito fuera más fluido y menos estresante, no es la lucha de clases ni la guerra fría muchachos.

Arnecdota: Corría el día del patrimonio y me disponía, junto con un par de compañeros del blog, a realizar algunos de los conocidos papelones, cuando con intenciones de doblar a la derecha llego a una esquina "semaforizada", en rojo, para ser más preciso.

Luego de detener el ágil rodado y mientras departía animadamente con el "psicópata del msm Saman" y una fotógrafa profesional, noté la presencia en la esquina de una adorable viejecilla que se disponía, ni bien cambiara la luz a verde, a cruzar la calle a la que yo pretendía ingresar.

Obviamente me preparé para darle la preferencia cuando esto ocurriera, efectivamente el inexorable derrotero universal derivó en el cambio de luz de rojo a verde. La miré, me miró, la miré, me miró, la miré, y me dije, esta adorable señora no tiene deseos de cruzar y el señor del auto de atrás tiene deseos de comenzar a los bocinazos mientras alude a las preferencias sexuales de mi madre, hermanas, primas y todas las mujeres de mi familia.

Decidí entonces arrancar antes de que volviera la roja y me surtiera el señor del auto de atrás, vaya nuestra sorpresa cuando al alejarnos ya de la esquina, vimos que a diferencia de lo ocurrido con el conductor del auto de atrás, la que se estaba acordando de toda la familia y con la mano en alto tipo dorgadicto de la Amsterdam era la otrora adorable señora devenida en vieja de mierda, mal agradecida, ja una gran siete y la rep(piiiip).. madre que te re(piiip) il pa(piiip)...... O miento yo