Está comprobado que el 83% de las reuniones en las que tomamos parte se podrían haber resuelto con un correo electrónico, cuando no con un mensaje de whatsapp.* A continuación, compartiremos un conjunto de herramientas ideales para evitar caer en las redes de tan peligroso flagelo.
1. No dormirse.
Ese debe ser nuestro objetivo central. Dado que trabajamos generalmente más horas de las que querríamos, no es poco común que sintamos ganas de sumergirnos en los brazos de Morfeo (te la miro y no te la veo). Lo mejor es mantenerse interesado en algo, que no tiene por qué ser el tema central de la reunión. En este ítem el celular será nuestro principal aliado, porque por alguna razón que desconozco, no está mal visto que uno se ponga a ver el celular en el medio de una reunión. Supongo que la gente asume que somos re grosos y tenemos muchas tareas que hemos postergado por priorizar la consabida reunión. Pero no, en general estamos viendo videos graciosos. O consultando si metió un gol Cavani. Lo cierto es que quedarse dormido queda mal, nos hace parecer poco profesionales. Y como siempre decimos: no se trata de ser profesional/inteligente/gracioso sino de parecerlo.
Algo que puede ayudarte a lograr tu objetivo: definir la duración de la reunión, y llegar al último cuarto de la misma sin haberte dormido. Pues hartamente probable que si te dormís, lo hagas en el segundo tercio de reunión (es decir, si la reunión dura una hora, el 94% de la gente que se duerme lo hace entre el minuto 21 y el 40).*
2. Hazte fama y échate a dormir.
Veamos cada reunión como si fuera una prueba que el destino nos pone. Para cumplirla, debemos asegurar cierto "nivel de calidad" por llamarlo de alguna manera. Para ello no es necesario participar activamente de toda la reunión: basta con meter una o dos participaciones medianamente pertinentes como para obtener "la nota mínima" y dedicarse luego a "fiolar". También se puede ver con lógica de clase liceal: si tirás un par de comentarios o preguntas criteriosas, "salvás el oral". Para ello, basta con prestar atención durante tres minutos y hacer una pregunta sobre ese fragmento en particular. Para reuniones largas, necesitarás más comentarios, a razón de un comentario cada 35-45 minutos.
Por ejemplo, supongamos que nuestra mente se dispara: Lolo Estoyanoff, Lola Moreira, agua, pejerrey, aparejo, pendejo, pendex, Carlín Calvo, Rosario Martínez, Laura Martínez, Chinchín. Y al llegar ese tiempo, caemos en cuenta de que no estaría nada mal atender porque corrés el riesgo de que todo el mundo se dé cuenta de que estás en cualquiera. Y ahí parás la oreja, justo cuando tu jefa dice:
"Porque de acuerdo al impacto que tengamos en redes sociales en esta campaña, veremos si invertiremos o no más plata".
¿Ahí qué hacés? Fácil: preguntás algo acaso obvio pero que denota un (falso) interés en tu interlocutora. Y ponés cara de que estás pendiente de la respuesta.
Por ejemplo, la pregunta podría ser: "estaría bueno pedir un informe de google analytics a la agencia. Aunque mejor sería que lo hiciéramos nosotros, ¿no? ¿Tenemos la clave?"
Y ta, queda como que te importa, como que tu vida de acá en más dependerá de la respuesta a tu pregunta.. Aunque en realidad, ni vas a pedir la clave, ni te la van a pasar, ni vas a hacer el informe ni se lo vas a pedir en la agencia. Pero tu jefa decodifica: "muy bien, Pedrito está con el proyecto, lo tengo como aliado, puedo confiar en él, depositar nuevas tareas y, llegado el caso, ascenderlo. O al menos, no echarlo".
Tan simple como eso.