Usted es el culpable

Juego: identifique a los amigos de Abreu y Eguren

Tras quince fechas de eliminatorias, y luego de quedar eliminada varias veces, la celeste marcha séptima entre diez selecciones. ¿Dice algo esto? Y, la verdad, muy poco. No todos los equipos jugaron los mismos partidos, y ni siquiera todos disputaron la misma cantidad de encuentros como local.

Sin embargo, hemos asistido con asombro, una y otra vez, a afirmaciones periodísticas que no dudaban en catalogar a la celeste de eliminada, si no obtenía una victoria en el partido en cuestión. Pasó con Bolivia, pasó con Brasil, con Venezuela, y ahora con Perú. Es increible esa autopresión del uruguayo de ganar a toda costa, ya que sinó quedamos eliminados.

Pero, ¿quién dice que quedamos eliminados? Ah, yo pienso que es el toto. Lamentablemente, mucha gente lo escucha, y no hace otra cosa que repetir sus sandeces. De ganar el miércoles contra Colombia, muy probablemente quedemos quintos. Entonces, ¿cómo un cuadro eliminado puede estar en el quinto lugar?

No lo sé, ni tampoco le busco explicación a eso. Lo que hoy nos trae aquí es un tema algo más importante, y versa acerca de los comportamientos de los distintos factores que influyen en el rendimiento del equipo de todos.

En primer lugar están los jugadores. Los hay malos, regulares, y algún que otro bueno. ¿Y ponen huevo? No tengan dudas. De hecho, últimamente no han hecho otra cosa que poner huevo, y pasar por arriba al rival. ¿De qué sirvió? De nada. Es increíble sin embargo cómo la gente les reprocha la falta de actitud, y que sólo les importa la plata. Muchachos, probablemente los jugadores, como todos nosotros, se muevan por factores económicos. Pero créanme, que la mejor manera para embolsar una buena suma es clasificar al mundial. Entonces, descartemos a los jugadores como principales culpables, ya que, aunque sean incapaces, nunca juegan para que gane el rival.

Luego tenemos al director técnico. De esos sí que han pasado varios. Hubo muy malos, como Ahuntchain, normalitos como Fossatti, y genios como Carrasco. Según el juicio del público, a todos les fue mal. Incluso al pobre Púa, quien a pesar de llevarnos a un mundial luego de 12 años, encontraron infinidad de excusas para tratarlo de burro. No creo tampoco entonces que sean los técnicos los que nos hayan metido en el pozo.

Es tarde y me quiero ir a dormir, así que no voy a ahondar mucho en los otros posibles culpables, ya sea el periodismo, tenfield, los dirigentes, o los clubes. En el banquillo de los acusados del día de hoy está el hincha. Ese que supuestamente siempre alienta. El que deja todo por ver a la selección.

Ese hincha nunca fue tal. Porque aunque los jugadores sean malos, aunque los técnicos no sepan qué es un 4-2-3-1, y aunque los dirigentes nunca hayan encontrado el punto de equilibrio entre oferta y demanda para la venta de entradas, nunca vi a uno de estos actores tirar para atrás.

Vamos, que aunque no lo parezca, créanme que Carini nunca quiso meterse en el arco aquella pelota de Luis Fabiano. Sin embargo, el hincha espera el primer error y resultado adverso para insultar a los jugadores, cuando su función debería ser la opuesta. ¿Alguien concibe que un jugador, molesto con el DT porque no lo pone en su posición, entre a la cancha y juegue con los rivales? O algún DT, molesto con los dirigentes por no tener jacuzzi en el baño del hotel, poniendo 10 jugadores en vez de 11.

Pues yo no me los imagino. Sin embargo, debo asistir con asiduidad, y cada vez menos perplejidad, a que una manga de imbéciles se crean vivos por insultar a nuestros jugadores y cuerpos técnicos, creyéndose con derecho a degradarlos como profesionales y como personas. Cuando todo lo que tienen que hacer, para todo lo que los necesitamos, es para que alienten. Esa es su función, y no otra. Como le dije a aquel viejo en el Parque Central, cuando se ensañó con Albín. Si su mujer lo está cagando, arregle sus problemas en casa, pero acá se viene a alentar.

Mañana tendremos una oportunidad de cambiar eso. Pero no lo haremos. Y dentro de todo me deja algo contento el hecho de saber que no soy tan uruguayo. Después de todo, tengo un motivo más para hinchar por Uruguay: muchos quedarán amargados si vamos al mundial.