Monólogo interior

¿Y ahora qué hago? No tengo ni media gana, te digo la verdad. Porque yo sé cómo es esto. Te dicen que por un partido, que por dos, que lo del nuevo técnico ya está abrochado, que hay que finiquitar el tema de la prima, que es cuestión de horas. Y vos les creés. Pero cuando te querés acordar, empataste un par de partidos, ganaste alguno en la hora, y zas. Te dejan ahí, acaso para siempre. Fijate Ferguson: lo contrataron por un campeonato y ya hace 23 años que está en el Manchester. ¡23 años! Hay guachos de casi 30 que piensan que el tipo siempre estuvo ahí. Bueno, ojalá fuera ése el problema. Más bien que acá es todo lo contrario: te dejan de técnico estable, te dan toda la confianza, pero basta perder un clásico o que la hinchada te putee un poco para que suenen los rumores de que te están por rajar. Y a la semana siguiente te rajan, siempre es así. Entonces me pregunto para qué miércoles me voy a complicar la vida, si yo estaba bien con el proyecto de las divisiones formativas. Tranquilo, sin apuro, ahora que vamos a tener terminado el complejo que Damiani inauguró hace dos años cuando no habían puesto ni los arcos, seguro que de acá a cinco años sacamos algún jugador y todo. Pero no, me quieren complicar la existencia hablándome de la historia de Peñarol, del honor que significa, que acá hubo grandes como Máspoli, Bagnulo, Menotti… ¡peor todavía! Si los rajaron a esos monstruos, ¿cómo no me van a rajar a mí? Bueno, tampoco me voy a tirar abajo, no te digo ahora que estoy medio devaluado, pero en su momento llegué a cotizarme muy bien. Acordate de Malasia, ese equipo lo formé yo desde que eran sub 15. Me da gracia que la gilada se cuestione por qué no pasó nada con los de esa generación. ¿Y qué querés que pase, si eran todos espantosos? Entre los 20 no sacabas uno que valiera la pena. Fijate Coelho, gran muchacho, pero siempre le faltaba un vintén para el peso. ¿Y Lembo? ¿Vos viste la cara de trasnochado que tiene? Vos sos delantero, te viene a marcar Lembo, así en frío, y como que agarrás confianza, te decís “este no me puede ganar ni un solo cabezazo”. Y así con todos, no teníamos plantel ni para ganarle a Bolivia. ¿Pero quién armó ese cuadro? Papúa… Así que bueno, si pude con esos perros, ¿por qué no voy a poder con estos? Ah, me olvidaba. Capaz que en el Mundial me fue mal… como decía la murga, si el Chengue no tuviese un plato en la cabeza, le dábamos vuelta el partido a los negritos, y reíte del Maracanazo. Hoy era Gardel, Le Pera, y toda la orquesta. Espacio en la panza tengo. ¿No me tenés fe? Yo ahora sí que me la tengo… porque, bueno, no tendré tanto temperamento como Julio, eso te lo acepto. Y sí, tengo un slip con elefantitos que me regaló mi mujer… para liberar tensiones, ¿viste? Y no seré el ídolo máximo de la hinchada, como Pablo, que encajó esa de que no puede entrar a la cancha para hacerse humo como el mejor, pero bien que en el 87 le hice un gol a Nacional jugando por Sportivo Italiano y me dibujé las rayas sobre el pecho. No porque sea de Peñarol, vos lo sabés, pero pasa que uno me venía llenando las bolas gritándome “largá los postres, gordo de mierda”, así que apenas les metí el gol lo salí a buscar y se lo dediqué. Así que bueno… sí, voy a agarrar. Después ya tendré tiempo para arrepentirme, aunque de seguro me echen antes. Y ahí a la mierda con el proyecto de juveniles, a la mierda con el complejo, a la mierda con todo. Vuelta a empezar de cero. Pero como decía el Panameño Garcés: así es la vida, y así es el fútbol.

(Publicado en Guambia, 19/09/09).