viernes, 9 de septiembre de 2016

Salada la canchita: Soy del Bergman, del Bergman yo soy...

En los años 60, bastante convulsionados por cambios políticos y sociales de toda índole, se puso de moda en Suecia defenestrar a Ingmar Bergman por parte de algunos cineastas y periodistas jóvenes, acusándolo de hacer un cine viejo y reaccionario y de ser una reliquia del pasado, a pesar de tener apenas 50 años (*) en 1968. En el número de una revista especializada dedicada íntegramente a él, entre varios artículos negativos destacaba el de un desconocido que era quien más duramente lo criticaba. Poco después se supo que era un seudónimo del propio Bergman.

En varias declaraciones públicas nuestro hombre se definió como un cineasta del montón que a duras penas consiguió hacer algunas buenas películas. Y sonó sincero, no con una pose de falsa modestia. Inusualmente descarnado en su autobiografía -en realidad escribió dos- al igual que en varios films que uno puede considerar bastante confesionales aunque vengan en formato ficción, Bergman nació y vivió en un país con un elevado nivel de vida, pero con varias necesidades personales insatisfechas, ya que no las materiales.

Un verano con Monica
Sus primeros largometrajes retrataban a parejas jóvenes -como lo era él en ese entonces- ilusionadas pero que se enfrentaban al ambiente hostil de la sociedad establecida. A veces burguesas ("Crisis"; "El demonio nos gobierna"), a veces pobres ("Llueve sobre nuestro amor"; "Barco a la India"; "Puerto"), nada bueno podían esperar de sus mayores.

A partir de "Juventud divino tesoro", los villanos solían estar dentro de los mismos personajes. En este caso, un amor muerto en plena juventud (precisamente) queda como símbolo de lo que no pudo ser en contraste con el fracasado presente de la bailarina protagonista. 

Dos películas más adelante comenzaría la madurez bergmaniana. "Un verano con Monica" clausuraría con talento los relatos de parejas juveniles y la amarga "Noche de circo" lo consolidaría definitivamente como un inigualable escrutador de los problemas de pareja.

Sin embargo, en 1956 ingresaría definitivamente un costado metafísico que es el
El séptimo sello
más conocido de Bergman con "El séptimo sello", una recreación de la Edad Media nada heroica, incluyendo a una Muerte que viene a jugar al ajedrez con el protagonista. Otra obra maestra del período -aparentemente menor- es "Cuando huye el día", sobre un viejo profesor consagrado académicamente pero un fracasado como padre y esposo. 


El clisé de Bergman -y de otros directores talentosos- es de que sus películas son solamente "gente hablando". Si bien es cierto en algunos films a veces con talento -"Luz de invierno"; "El ojo del diablo"- y en otras, rutinariamente -"El toque", su único film realizado en Hollywood; "La pasión de Ana"- muchas veces sus obras son profundamente cinematográficas sin que ello signifique descartar sus brillantes diálogos.

Luego de una impresionante inmersión en la locura ("Detrás de un vidrio
Bibi Andersson y Liv Ullmann fundidas en "Persona"
oscuro"), llegaría en 1963 "El silencio" -presentada en la columna anterior- donde importa más lo que no se dice que lo que se habla y donde la incomunicación puede ser tanto de dos hermanas muy diferentes como de un mundo cruel e indiferente.


Seguiría experimentando en los 60 -cuando lo criticaron por esclerosado- en "Persona", incluyendo el rollo del film que se deteriora; en "La hora del lobo", con un horror metafísico a lo DeChirico y en "Vergüenza", con una guerra de dos ejércitos innominados y la imagen que se llena de puntos hasta hacerse irreconocible.

A partir de "Gritos y susurros" (1972) comenzaría a repetirse con talento ("Escenas de la vida conyugal"; "El huevo de la serpiente") o sin él ("Cara a cara"; "De la vida de las marionetas"), hasta desembocar en su despedida -a medias- con la ya mencionada la semana pasada "Fanny y Alexander".

Un puntal fundamental en el cine de Bergman han sido sus actores. Algunos han
Sarabanda (2003)
trascendido al territorio escandinavo: Max Von Sydow, Liv Ullman, Bibi Andersson, Erland Josephson y otros no, como Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand, la ya referida Harriet Andersson y la olvidada Eva Dahlbeck. Es difícil encontrar una actuación mediocre en su cine. Algunos de ellos nunca llegarían a tanto brillo como con nuestro amigo Ingmar.


Varias veces internado en clínicas psiquiátricas, aparentemente en calma con la vida en sus últimos años aunque no dejara de estar deprimido por su decrepitud, deja una obra inmensa donde varios de sus largometrajes son de lo mejor  que ha dado el cine en toda su historia, siempre intentando variar y no ser conformista y, varias veces, lográndolo con creces. Quedan unos 10 filmes para televisión de sus últimos años sin descubrir, dado que excepto "En presencia de un payaso" (floja y aburrida) y "Sarabanda" (talentosa aunque con sabor a ya visto), su producción a partir de 1983 no se conoce.

Salada la canchita, una columna que a la metafísica la caga a trompadas, hoy te trae un film estimado del director, realizado en su exilio en Alemania: El huevo de la serpiente (1977), con David Carradine y Liv Ullman, sobre el nacimiento del nazismo. Pero al estilo Bergman.

 


(*) la edad en que el hombre es más rendidor amorosamente.

11 comentarios:

Unknown dijo...

Primero en comentar!

Esto puntúa para la Misión Lolo, no?

A Monica le doy, pero en aquella época.

Me picó el bichito ya desde la columna anterior para entrarle a algún film del susodicho pero preciso tiempo si logro enchufarke los botijas a alfuien hago un intento el finde

Unknown dijo...

Enchufarke los botijas a alfuien...

Bien yo, eh?

Alvaro Fagalde dijo...

Espero que tome cartas en el asunto el INAU o como se llame...

Alvaro Fagalde dijo...

Recuerdo con respecto a la Harriet, que en un ciclo de Cinemateca de Bergman, me encuentro con un amigo yendo a ver "Fanny y Alexander". Me comentó que hacía unos días había visto "Un verano con Monica" y le conté que la protagonista era la misma que hacía de sirvienta veterana brevemente en "Fanny..." y se queria morir porque habia quedado mas que turbado con "Un verano..."

Claro, habian pasado 30 años, macho.

Si la ves ahora, pasaron otros 30.

zorro d colonia dijo...

Del quinquenio de Yambo Kenya no te acorďas?

mike yanagita dijo...

Un verano con Mónica sirvió, entre otras cosas, para que el chanta de Armando Bo engañara a una inocente Isabelita Sarli.
La llevó a ver la película y le dijo que la iba a filmar de lejos, que no tuviera pudor en desbolarse, que era algo "artístico".
Minga, todo verso y la pobre Coca... en fin, se acostumbró enseguida. De última, peor es tener que laburar.

tasso dijo...

Gracias por tanto Fagalde!

Alvaro Fagalde dijo...

Pobrecita Coca.

De Yambo Kenia no me parecio que viniera al caso pero en cualquier momento sale la parodia de Bergman por los Zingaros.

mike yanagita dijo...

Ya le ganó de mano la BCG

Alvaro Fagalde dijo...

De nada, Tasso, usted merece.

Alvaro Fagalde dijo...

En otro orden de cosas, acaba de fallecer el "Sordo" Gonzalez.

A menos, que sea otra predicción errada.