Misterios. Sensor de complicaciones.

¿Nunca se preguntaron si nuestros botijas acaso no tienen alguna especie de sensor que les informa el peor momento y lugar para complicarnos la existencia?

Antes que nada, estamos todos de acuerdo (o casi) en que ellos son la razón de vivir, son lindos, adorables, no pidieron venir a este mundo jodido, etcétera. 

Aun así, me intriga saber qué clase de tecnología extraterrestre los dotó de esa capacidad de:

-Ensuciar el pañal 30 segundos antes de salir rajando para el médico.

-Saber, aun dormidos, cuando uno los está teniendo en brazos de pié o sentado (¿Cómo carajo se dan cuenta?).

-Despertarse de la siesta antes de que te chifle el agua de la caldera para el mate.

-Enfermarse al mismo tiempo que todos sus potenciales cuidadores, el día que tenés más trabajo en la oficina.

-Escupir la comida y tomar el remedio. Comer la comida, pero escupir el remedio, indistintamente y de forma aleatoria.

-Interrumpir la intimidad de sus progenitores, preferentemente en fechas especiales.

-Hacer fiebre la primera vez que vas al cine después de varios años de ausentarte de las salas (está sí, totalmente autoreferencial).

-Vomitar del lado opuesto de la toallita colocada con tales fines. Tienen la mejor anti puntería del planeta.

En contrapartida, también pueden usar el sensor en reversa (en contadas oportunidades), es decir, para el bien de la humanidad:

-Sonriendo justo cuando te querés quitar la vida por alguna nimiedad.

-Portándose bien en un post operatorio.

-Demostrado más empatía con tus emociones que un Estadio Centenario repleto de adultos.

-Recordándote con demasiada frecuencia por qué ser niño es lo mejor del mundo y crecer es una reverenda pérdida de tiempo.

Gracias, los quiero.