Terminados los días en El Cairo, el primer día de julio llegó el tan ansiado traslado hacia Sharm El Sheikh (Sharm para los amigos). ¿En qué consiste? Básicamente es el balneario top de Egipto, el cual, amén de hospedar al ex mandatario Mubarak (o lo que queda de él), es algo así como un Punta del Este sin edificios, y con el Mar Rojo en lugar del Atlántico.
No espere el lector un derrame de cultura y conocimiento en los cuatro días que duró esa especie de vacación, puesto que los mismos transcurrieron básicamente en piscinas y otras actividades recreativas. Es que Sharm tiene eso, un hotel gigante, en el cual caminar al menos un kilómetro para ir de un sitio a otro representaba el mayor esfuerzo. Distancias que en Montevideo harían a cualquiera tomar el 121, acá se hacían a pie, lo cual espero grafique un poco la inmensidad del hotel.
Bueno, como imaginarán también había lugar para jugar al tenis, golf, fútbol, zambullirse al mar rojo, y, ya fuera del hotel, alguna carrera de Karting. Todo eso a grosso modo fue Sharm, desde donde partimos hacia Jordania.
Y ahí empezaron los problemas. Como todos saben, para entrar a nuestro nuevo destino hay que pasar por Israel, y como pocos saben, este último, tiene algún tipo de inconveniente con Malasia. Bueno, en resumidas cuentas, casi todos los varones que habíamos estado en Malasia, al intentar entrar en Israel, sufrimos la retención del pasaporte, convirtiendo el viaje de unas horas, en el de un día entero, con entrevistas con las autoridades israelitas incluidas.
De algún modo todo terminó, como terminan las cosas, y pudimos llegar sanos y salvos a Jordania, para pasar la noche en el desierto y perdernos el partido de Uruguay.
Lo más importante de todo, al otro día visitamos Petra, que es algo así como una ciudad construida en la montaña. pero construida en la montaña posta, nada de andar llevando materiales para hacer las paredes. No, las paredes eran pedazos de montaña, y si querían hacer una habitación o una ventana, a meter pico y pala.
Muy lindo lugar, un poco caluroso por los 40 grados al mediodía, la nulidad de sombras, y los jordanos queriendo alquilar burros a 10 dólares, pero disfrutable de todos modos.
Es que el jordano tiene eso. Uno llega sabiéndolas todas, regateándole a chinos, indonesios, malayos, egipcios, y toda clase de timadores, pero la gente de Jordania, por algún motivo, no tiene muchas necesidades, y se mantienen, en todo, con sus precios bastante astronómicos. Hasta los empleados del hotel, atrevidos, ¡¡no nos querían dejar robar el desayuno!! En fin, gente rara hay en todos lados, y por suerte duró dos días.
Ahora estamos en Israel, del cual tendrán novedades en breve.
5 comentarios:
Todos putos.
Sin temor a equivocarme te digo Alfonso: si te paran en la frontera con ese bloc (no blog), revisan el texto, entran a la dirección y ven las fotos del (ahora si) blog, seguro te guardan a la sombra.
No se comen ni media los árabes.
Alf, seguís siendo el rey de las porongas.
Seguí asi loquito
para darnos la bienvenida a israel no hay frigobar en los cuartos, dicen que se gasta
Ahora que pienso, la gracia hubiera sido escribir eso en la propia Petra dejando en alto el espíritu uruguayo de rayar patrimonios.
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