jueves, 14 de julio de 2011

La hora de (no) comer




Cuando veo en las publicidades a esos niños regordetes que esperan ávidos la llegada del avioncito repleto de papilla, me invade una gran frustración. La misma que me invade todas las noches, cuando llega la hora de (no) comer. Y es que para mi hija, y supongo que a muchos padres y madres les sucederá lo mismo, el avioncito queda dando vueltas y vueltas, esperando que se disipe la tormenta eléctrica que se cierne sin excepción sobre las sillas de comer de nuestros botijas. 

Y para quienes trabajamos y delegamos el cuidado del retoño en abuelas e instituciones, esa hora fatal es además buena parte del poco tiempo diario que podemos compartir con nuestros hijos. Lo cual hace todavía más horrible el hecho de tener que pasarse una, dos o tres horas convenciendo a la criatura de que ingiera un bocado por su propio bien y la salud mental y vincular de sus agotados padres.

Lo que sigue es una guía de todo lo que hemos probado, con la esperanza de que algún día nuestra hija de tan solo dos años abandone sus aspiraciones de encabezar un desfile en las pasarelas más exigentes de Paris y finalmente… ¡Llegue a pesar 10 kilos!

Recursos, verosímiles y de los otros, que supimos utilizar con menor y nulo éxito:

Dietéticos:

-Prepararle comida simple, pero rica, tipo minuta de bar, pero sana.
-Ofrecerle todo tipo de comidas exóticas (exceptuando el sushi porque como que el pediatra eso del pescado crudo no te lo lleva mucho).
-Mientras uno de sus padres intenta que coma, el otro elabora otro manjar, para tener listo por si a la princesa de la casa no le gusta el “plato del día”.
-Medirle la cantidad de lácteos con precisión milimétrica, para que no le quiten el apetito (como si tuviera tal cosa).
-No dejarla comer Doritos.
-Dejarla comer Doritos.
-No dejarla comer chocolate.
-Alcanzarle un trozo de chocolate al borde de las lágrimas como para que “coma algo” (así descubrimos que no es alérgica).

Técnicos:

-Un juego de cucharas, cucharitas y tenedores de todo tipo y color.
-Platos con personajes infantiles, platos lisos, platos hondos, de esos que mantienen la comida caliente y de los que no se rompen pero tienen toda la onda.
-Vaso sorbito, “vaso de nena más grande” (sin sorbito, de plástico, con personajes), un vaso que no es ni sorbito ni vaso. Un vaso fluorescente de heladerías Popi.
-Cortarle la comida en base a sus formas geométricas favoritas.

Conductuales:

-Que coma en la silla.
-Mejor no, la silla la predispone mal.
-Si no come en la silla, se levanta y se va. Vuelve a la silla.
-“Si no comés papá se pone triste”.
-“Si no comés te apago la tele”
-“Si no comés… -espacio libre para amenazas de todo tipo-
-¿Y si mejor comemos?
-Las nenas grandes como vos se comen toda esta comida.
-Hacer como que no me interesa.

Ambientales:

-Comer pizza como hippies sentados en el piso haciendo el gesto de amor y paz con dedos.
-Comer todos sentados en la mesa, juntos.
-Comer con visitas.
-Mejor no invitar gente a la hora de comer.
-Comer en casa de los abuelos.
-Mejor hoy no comemos.

5 cosas que me molestan de mi botija a la hora de comer:
 
1 - Cuando da vuelta el plato a la velocidad de la luz y se queda mirándote con cara de “que sea la última vez que me servís esta porquería de cenar”.
2 - Cuando utiliza el postre Conamigos de Conaprole como si fuera lo último en reparación total para el cabello.
3 - Que moje el dedo en el tuco y dibuje en la mesa.
4 - No poder decir en voz alta “agua”, “leche” o  “choclo”, mientras come, porque se distrae.
5 - Que juegue a los dardos con las cucharitas.

 
El último recurso:

Lo estuvimos guardando para el final, pero creo que es hora de quemar el último cartucho: que coma en el jardín. Tomaremos como buena la teoría de las “zonas de confianza” (que traducido significa algo así como que se hace la viva en casa y se porta divino afuera, porque sabe que este es un mundo difícil y si te hacés mucho el vivo con los que no te aman no te va a ir muy bien que digamos), y confiaremos en que coma por imitación, adaptación o contingencia.

Mientras tanto nosotros engordamos comiendo exquisitas sobras a medio masticar y acumulando miles de pequeños tuppers con comida recalentada  que ya está demasiado vieja como  para dársela a la niña. Y como nos enseñaron en casa que la comida no se tira, bajo ningún concepto, no queda más remedio que entrarle a lo que sobra, a riesgo de morir un día intoxicado sin saber muy bien con qué. El apetito de un padre cansado no conoce de fechas de vencimiento.

20 comentarios:

Dulcinea dijo...

Jajaja, buenísimo!!!!

Debo admitir que por suerte, cruzo deditos, no he tenido grandes dificultades con ninguna de las dos princesas.
A veces más, a veces menos, pero comen bien y de todo.
Pero te entiendo en varios items.
Sobre todo cuando quieren empezar a comer "sola como los grandes" o en "vaso si piquito" y queda todo empapelado de tallarines.
Y me ha tocado en varios cumpleaños tener que comerme las masitas chupeteadas porque las niñas no se deciden si quieren la de chocolate, la de crema o la de coco y como queda feo, mamá viene atrás tipo pac-man dejándolas bien paradas.
Claro, después pensaran que la mal educada soy yo por comerme todas las masitas...y bue, todo sea por los hijos.
Animo Maca!!!!! ya va a gruñirle la panza y va a comer.

Macarena dijo...

Jejeje.

Dulcinea, muy buena tu metáfora del PAC-MAN.

El problemas es que si seguimos pasando de pantalla no nos van a prender los pantalones!!!

:D

Brunzo dijo...

Maca, te extrañé. Debo decir que cada vez que mi niño hace algo nuevo me acuerdo de tu columna.

Juancho come que es un crá, debe ser porque es igual al padre. Tiene 7 meses y morfa que da calambre.

Una pregunta, esto puede revertirse? Dgamos, al año puede ser más rompecocos con las comida?

Dulcinea dijo...

Brunzo, poder revertirse se puede y generalemente los niños revierten todas aquellas cosas que nosotros insinuamos que nos son fáciles.
Con la comida es probable que a medida que pruebe alimentos nuevos, alguno no le guste y la escupa, asi nomás.
O cierre la boquita al punto de necesitar un corta fierro para abrirsela.

Bestiario dijo...

Es que hay que admitir que la comida es un jugete demasiado bueno como para comerlo... cualquiera que vea a un niño metiendo las manos en un plato de lo que sea y revolver y tirar para todos lados, en el fondo piensa "ojalá me dejaran hacer eso a mi". Claro que todo cambia cuando vos sos el que está al lado y te tiran todo encima y además te sentís responsable de que al borrego no le venga una desnutrición.

Macarena dijo...

Brunzo:

Puede que tenga sus altos y bajos, pero si arrancó comiendo lindo, no te estreses, que los ayunos mucho no le van a durar.

Lo que dice Dulcinea también es muy cierto.


Besti:

Tal cual lo que vos decís. Yo la dejo que experimente con la comida, pero cuando me entra puré en el ojo, creo que es momento de poner un límite.

Macarena dijo...

Siempre me olvido de rellenar el casillero ese para que me avise por mail cuando cae un nuevo comentario...

Juan Domingo dijo...

Hola.
Los mellizos no duermen.
Chau.

El Nacho dijo...

Brunzo, Juan Ignacio mi hijo de 9 meses come cualquier cosa. Hasta los platos de espumaplast(literalmente)

Martina, mi hija de 2 años y 9 meses solía hacerlo, hasta que un buen día resolvió que come solo pasta o arroz.
No frutas, no verduras no pollo, no nada que haga bien.

Maca, excelente columna. Comparto en un 115% tu experiencia a diario.
(mal de muchos, consuelo...)

Andrés Reyes dijo...

Qué gran columna, realmente. Por suerte el Leandro se come la comida de él y después picotea la de los demás (sin ir más lejos, anda con fiebre, pero ayer tras lastrarse unos capelettis, un pudding y un poco de helado, pidió para comer jamón). Pero el Santi y el Nacho, de chicos, comían menos que poquito. Así que todas estas sugerencias las siento como propias.

Conforme va aumentando de edad, entra a pesar el factor "culpa". Comé por el trabajo que le dio a tu madre cocinar, comé porque la comida sale plata, comé porque te vas a enfermar y te voy a tener que cuidar, comé porque hay niños en el lejano África que bien quisieran tener este plato de polenta.

Y lo único cierto es que, un buen día, y sin que lo notemos, el botija va a empezar a comer sin pedir permiso, y toda esta lucha pasará a ser una anécdota para compartir en reuniones, en las que nadie crea que ese nene regordete y enérgico alguna vez fue un alfeñique.

Macarena dijo...

Estoy ansiosa por transformar mi actual sufrimiento en alegre anecdotario.

Eso sería para mí casi un acto de alquimia.

perezvila™ dijo...

.... Uno lee esta columna ( como no tengo hijo no se si sirve para algo, pero puedo decir que practica si que es....!!!) y desoues entra y ve los comentarios.... Y piensa que este SI que es un blog familiar!!!

El Nacho dijo...

Alguna vez dejamos de ser un blog familiar?

Alguna vez lo fuimos?

Nacho dijo...

Muy rico todo eh

Luí dijo...

El 90% de los niños de este mundo hará lo que sea necesario para demostrarle a los padres que la cena no es ese lugar de mancomunión y encuentro de almas agotadas que se extrañaron el resto del día.

Macarena dijo...

Jejejeje.

Antes del comentario de Luis estaba al borde del precipicio.

Acabo de dar un paso adelante.

Alvaro Fagalde dijo...

Yo de chico morfaba + que los otros 3 juntos, lo que me permitió sobrevivir a cuando me destrozaron todo el aparato digestivo a los 4 años por una operacion mal hecha.

Irónicamente, como menos ahora de viejo y gordo x tener problemas de digestion.

Supongo que si algún día tuviera hijos, heredarían mi apetito. Si no, heredaran un piñazo en la trompa.

Malu dijo...

Basta!!! Ya arregle con Valentino Bookings Models que es la agencia representante en Uruguay de Elite Model Look cual va a ser la tarifa de Manu, asi que para de sabotearle la carrera!!! He dicho :P

Ce dijo...

La técnica de meter la comida que la critaura no quiere comer en el pote de Pudding funciona en algunos casos... no en el mío ya que la criatura en cuestión nota la diferencia entre Pudding y polenta.

Dulcinea dijo...

La técnica de Ce es buena, pero por corto tiempo, se avivan rápido.
Otra variante puede ser la mezcla con algo que le guste. Por ej, puré de zapallo con dulce de membrillo.