Como ya bien saben, anduvimos unos días por la isla de Mykonos, en el comienzo de nuestro periplo helénico. Y no tengo del todo claro qué conoce el lector de dicha isla paradisíaca, pero si los prejuicios son acerca de fiestas en la playa desde las 5 de la tarde hasta las 5 de la mañana, no está del todo errado.
Si usted, desprevenido lector, además ha oído hablar de gente practicando sexo en la arena, el agua o las rocas, tengo el placer (o no) de confirmárselo: tenemos fotos. O si por ejemplo oyó de gente que hace topless a toda hora del día y en cualquier playa, la respuesta nuevamente es Sí (no tenemos fotos).
Pero a no ilusionarse, que si en el cóctel agregamos una centena de uruguayos, casi todo aquello se desvanece. Es que a nuestras compañeras no se les dio, al menos ésta vez, por desnudar su cuerpo, las exhibicionistas del amor por lo general eran poco atractivas, y las fiestas duraban hasta las 5 de la matina solamente si pagábamos la entrada de 40 euros al cheboli.
Que sí, que esto último lo hicimos, pero sólo en un par de ocasiones. La primera, para ver a Bob Sinclar. ¿Quién es? No lo sabemos. Pero básicamente el tipo se dedica a poner Play o Next en su Winamp, lo cual, sumado a gestos de rocker que acaba de hacer un solo magnífico, hacía las delicias de ellos y ellas. Todos mirando al propio Bob, orgullosos de haber pagado sus 40 euros por ese espectáculo magnífico.
La última noche fue el partido de Uruguay, y copamos un poco el centro de la isla, pero sin desmanes, claro está, simplemente dedicándole los cánticos a los italianos, nuestros ahora enemigos. Va video al respecto (si funca).
Sobre el final, cuando ya sólo quedaban uruguayos en la zona, se dio un curioso duelo de hinchadas Contadores - Arquitectos, que incluyeron cánticos del estilo "entregá el marrón, que te come el Contador", o el más efectivo "un año solo, vendemo un año solo".
De ahí nos fuimos para Atenas, con el dato de que una tarde bastaba para recorrer la ciudad de los dioses del Olimpo. Así fuimos al Ágora (igualita a la peli), la Acrópolis, donde conocimos una nueva versión del histórico Partenón, que incluye andamios y gente en obra todo a su alrededor, y finalmente un museo y el templo de Zeus, con dos de sus veintipico de columnas casi de pie. Nos llamó un poco la atención la admiración con la que los estudiantes de Arquitectura apreciaban cierto tipo de proporciones que nunca logramos entender, pero supimos disimular a la voz de: fa, salado.
El resto de la capital griega dejaba un poco que desear. Hasta pudimos ver una bandera del propio Che Guevara en pleno parlamento en protesta a vaya uno a saber qué cosa.
Ah, entremedio pasamos por Santorini, que tiene la peculiar caracteristica de atraer turistas a pesar de sus playas despobladas de arena. Las hay con tierra negra, roja y hasta gris. Pero ni un poquito algo blanquita con pinta de limpia.
Si usted, desprevenido lector, además ha oído hablar de gente practicando sexo en la arena, el agua o las rocas, tengo el placer (o no) de confirmárselo: tenemos fotos. O si por ejemplo oyó de gente que hace topless a toda hora del día y en cualquier playa, la respuesta nuevamente es Sí (no tenemos fotos).
Pero a no ilusionarse, que si en el cóctel agregamos una centena de uruguayos, casi todo aquello se desvanece. Es que a nuestras compañeras no se les dio, al menos ésta vez, por desnudar su cuerpo, las exhibicionistas del amor por lo general eran poco atractivas, y las fiestas duraban hasta las 5 de la matina solamente si pagábamos la entrada de 40 euros al cheboli.
Que sí, que esto último lo hicimos, pero sólo en un par de ocasiones. La primera, para ver a Bob Sinclar. ¿Quién es? No lo sabemos. Pero básicamente el tipo se dedica a poner Play o Next en su Winamp, lo cual, sumado a gestos de rocker que acaba de hacer un solo magnífico, hacía las delicias de ellos y ellas. Todos mirando al propio Bob, orgullosos de haber pagado sus 40 euros por ese espectáculo magnífico.
La última noche fue el partido de Uruguay, y copamos un poco el centro de la isla, pero sin desmanes, claro está, simplemente dedicándole los cánticos a los italianos, nuestros ahora enemigos. Va video al respecto (si funca).
Sobre el final, cuando ya sólo quedaban uruguayos en la zona, se dio un curioso duelo de hinchadas Contadores - Arquitectos, que incluyeron cánticos del estilo "entregá el marrón, que te come el Contador", o el más efectivo "un año solo, vendemo un año solo".
De ahí nos fuimos para Atenas, con el dato de que una tarde bastaba para recorrer la ciudad de los dioses del Olimpo. Así fuimos al Ágora (igualita a la peli), la Acrópolis, donde conocimos una nueva versión del histórico Partenón, que incluye andamios y gente en obra todo a su alrededor, y finalmente un museo y el templo de Zeus, con dos de sus veintipico de columnas casi de pie. Nos llamó un poco la atención la admiración con la que los estudiantes de Arquitectura apreciaban cierto tipo de proporciones que nunca logramos entender, pero supimos disimular a la voz de: fa, salado.
El resto de la capital griega dejaba un poco que desear. Hasta pudimos ver una bandera del propio Che Guevara en pleno parlamento en protesta a vaya uno a saber qué cosa.
Ah, entremedio pasamos por Santorini, que tiene la peculiar caracteristica de atraer turistas a pesar de sus playas despobladas de arena. Las hay con tierra negra, roja y hasta gris. Pero ni un poquito algo blanquita con pinta de limpia.
6 comentarios:
Joda total. Cuidame a los colegas de arqui que no se hagan los vivitos !
Atenas Atenas!!
Porque inmediatamente luego de la arenga del camarógrafo (en dos ocaciones) la barra hace silencio??
No se, la tiro...
Me encanta la foto de la columna, pocas veces he visto zungas amarillas.
...
genial... "canten putos!", "fa, salado"
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