Otra vez con el Cuentito

LOS VISITANTES

No era la primera vez que Horacio se despertaba a las dos de la mañana con un fuerte dolor de garganta. Ya había pasado con mucho sufrimiento las etapas más duras de su enfermedad. Y no era el único, todos en su familia lo habían sufrido alguna vez en su vida.

Se levantó en busca de un vaso de agua que le aliviase el ardor, llegó a la cocina que, como siempre, se encontraba atestada de visitantes. Ellos lo saludaron cordialmente sacándose el sombrero, como corresponde, y él tomó la jarra de la heladera y se sirvió.

No era la primera vez que Horacio se sentía observado con tanto visitante en su casa. Resulta que hacía una semana que la puerta no tenía cerradura y, por eso, siempre era muy concurrida por los vagabundos del barrio.

Antes de retirarse, se despidió, naturalmente y se le ocurrió pasar por el baño. Vio que estaba la luz prendida y la puerta cerrada, esto le extrañó ya que por más que dejara entrar a los visitantes, no los dejaba usar el baño, es sabido que se les da por vomitar en la pileta, además vivía solo. O eso creía hasta ese momento.

Luego de un minuto de vacilación se decidió a golpear.

“toc- toc”

– ¿Quién es? – respondió una castigada voz desde adentro.

– ¿Quién es usted? Debería preguntarle, yo soy el dueño de la casa – respondió Horacio.

– No, ese soy yo.

– Ya lo veremos – abrió la puerta y el mal viviente salió.

Horacio cerró la puerta de un golpe, bajó la tapa del water y se sentó. No era la primera vez que un visitante intentaba tomar su lugar. Quizá ya era tiempo de volver a tomar las pastillas.